Capítulo 1: Un lugar llamado Red Apple Village

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Una ligera neblina inundaba las calles de la pacífica villa Red Apple, como cada madrugada, los pobladores salían de sus casas, algunos a los campos de cultivo, otras más a sus talleres de trabajo, y unos pocos partían a la ciudad más cercana para traer víveres o para ir a trabajar.

La vida en Red Apple era tranquila y apacible, la villa estaba situada cerca de un gran acantilado, y al fondo de este se encontraba el mar, a su vez, estaba oculta por un denso bosque encantando, mismo que ponía nervioso hasta al más valiente de los caballeros. Fue nombrado así por la numerosa cantidad de manzanos que había cuando recién dieron con el lugar; desde un principio, los primeros pobladores tuvieron problemas con las bestias, diario había al menos una baja de ambos bandos, hasta que un día un poderoso hechicero llamado Laicano, en uno de sus múltiples viajes, llegó a esa pequeña villa, escuchó los problemas de los pobladores y sugirió una solución:

-Habrá una persona que controle a las bestias – habló Laicano en medio de la pequeña villa – un ser de corazón e intenciones puras, se presentará a los jefes de los clanes de las bestias, y ellos le elegirán, solo en esta ocasión, cuando su hora de morir llegué, elegirá a un sucesor digno, ayudado claro está, por las bestias, únicos seres capaces de ver en el corazón y alma de las personas, los ulquis esas bestias con cuerpo de oso, rostro como el de un lémur e imponentes cuernos, se ven atemorizantes, pero en realidad son nobles y leales; ahora bien, empecemos – uno a uno, los pobladores señalaron a las personas que, pensaron, cumplían las características que Laicano había señalado, se presentaban ante los jefes de los clanes, y terminaban siendo rechazados; entonces, un niño se acercó, era un huérfano sin hogar, al borde de la muerte por falta de alimento, con las energías que le quedaban había decidido asistir a la reunión solo para ver si podía conseguir algo para comer, Laicano, al verlo, le indicó que se acercara, con miedo el niño se acercó, miró a las bestias y les sonrió, las bestias quedaron confundidas pero alagadas por aquel gesto, se vieron entre ellos, luego vieron a Soret, el jefe de los ulquis en ese entonces, el desafió con la mirada al chiquillo, él solo lo observo con curiosidad, entonces Soret asintió hacia sus compañeros y al pueblo.

Hubo gritos de júbilo y vítores de alegría, y así surgió el primer rey de las bestias, fue nombrado por Laicano como: Victor Ferarum.

Victor fue cuidado y alimentado tanto por las bestias como por los pobladores de la villa, encontró en las bestias la familia que siempre había deseado, creció y aprendió mucho de ellas, y comprendió porque le habían nombrado como Victor Ferarum, Rey de las bestias, traducido de una de las muchas lenguas que aprendió; con el correr de los años Victor creció y creció, se le había otorgado el don de la longevidad, y al sentir el murmullo de la muerte, fue a la villa en busca de un descendiente; tras encontrarle, lo llevó al bosque donde le enseñó todo lo que pudo, hasta el día de su inminente deceso, los pobladores le ofrecieron un funeral digno de un rey, su cuerpo fue cremado, y sus cenizas fueron esparcidas por el bosque, tal y como Victor lo habría querido.

Con el correr de los años, llegaron muchos otros reyes y reinas de las bestias, poco a poco, la gente les restó importancia y los lanzó al olvido, junto con las bestias que habitaban el bosque; con el crecimiento acelerado de la villa, los pobladores comenzaron a ir de casería, pues los pocos recursos que conseguían en la ciudad no les abastecían; muchos pobladores se adentraban al bosque en busca de animales para alimentarse, cazando también a las bestias, lo cual les obligó a ocultarse.

Desde entonces, el miedo que se infunden es mutuo, las bestias no querían morir en manos de los hombres, y los hombres temían que las bestias decidieran atacarles; una noche, esto ocurrió, guiados por Argelia Queen, una reina novata, las bestias atacaron la villa a mitad de la noche, destruyeron casas y asesinaron a cientos de personas, las personas se defendieron con lo que encontraban en su camino, asesinaron a muchas bestias, y por poco asesinaban a Argelia, quien, al verse herida, regresó a su refugio en el bosque, abandonando a las bestias a su suerte en la villa, los ulquis se encargaron de ir en su búsqueda; varios jefes murieron, entre ellos el de los ulquis; para fortuna de los aldeanos, Laicano volvió a pasar por ese lugar la mañana después del ataque; enfurecido por la acción de Argelia, Laicano decidió terminar lo que los pobladores habían empezado, le dio muerte a Argelia, y la ofreció como alimento a las bestias, quienes gustosas la devoraron enseguida.

Nuevamente, Laicano seleccionó a un rey de las bestias, sin embargo, ahora recurrió a su magia y la magia de la luna, hechizó un objeto que evitaría que una tragedia, como la ocasionada por Argelia, volviera a repetirse. Cuando el siguiente rey llegara al trono del anterior, le sería colocado este objeto, mismo que se adheriría a él, impidiendo así los pensamientos egoístas y destructivos; este objeto era sumamente valioso e inigualable, pues había sido forjado con magia, la magia más pura nunca antes vista, llevaba dos piedras preciosas, mismas que fueron conocidas en todo el mundo como: la piedra de la luna y el corazón de Laicano. El hechicero había decidido terminar sus días como ser humano, y continuarlos como una piedra preciosa.

Desde ese día, las bestias se ocultaron por completo, en el bosque solo se veían los animales usuales, las imponentes y magnificas bestias se volvieron un mito, así como el rey de las bestias, poco a poco fueron sepultados en las memorias de los pobladores, el grado de que se volvieron un cuento para asustar a los niños.

Quién diría que años después, aquello que fue tachado como cuento, mito y leyenda, fuera desmentido.

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Red Apple Village: La reina de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora