Capítulo 5: Una batalla perdida

18 1 1
                                    

-La oscuridad ha vuelto a atacar, con esta ya son cuatro noches seguidas, esto no es buena señal, ¿Verdad, Arcan? – Regina observaba con algo de tristeza en dirección a la villa sentada sobre la entrada a su cueva, el sol empezaba a ocultarse, las bestias lentamente despertaban; en cuanto el sol se escondió por completo Regina bajó de un salto de donde se encontraba y caminó hacia la orilla del bosque, debía estar alerta de que el enemigo no apareciera de sorpresa, en los últimos días había atacado con mayor ferocidad y violencia, algunas bestias tenían heridas leves, Arcan y Regina no se quedaron atrás, tenía varios rasguños y moretones.

Envuelta en su enorme capa y con el abrigo de la noche, Regina patrullaba la orilla del bosque como alma en pena, esperando que la villa se sumergiera en el encanto del sueño, sin embargo, en esta ocasión el enemigo se adelantó, aun había un par de personas despiertas en cuanto decidió atacar, Regina no podía permitir que tomaran aquella ventaja, de inmediato indicó a Arcan que llamara a las demás bestias a pelear, ella se adelantó e hizo frente a la bruma, sabía que corría el riesgo de poner en evidencia su existencia, pero poco le importó, ella tenía un deber y debía cumplirlo.

Regina creó varios círculos de luz, intentando alejar la bruma de la que comenzaban a salir criaturas deformes y retorcidas, dignas de una buena historia de horror. La bruma envolvió a Regina, introduciéndose en su cuerpo, debilitándola, llenándola de un dolor insoportable que se vio obligada a aguantar, estando al borde de la locura, con la bruma envenenado su mente, su corazón y su alma, la ayuda llegó, las bestias atacaron a las criaturas de la bruma con una ferocidad increíble, Arcan ayudo a Regina a apartarse un poco de la violenta pelea.

-Estoy bien – Regina intentó convencer a Arcan – ve y ayúdales Arcan, la bruma se ha vuelto sumamente peligrosa – Arcan voló hacia la bruma logrando disolver un poco de la misma con su resplandor – parece volverse más fuerte y densa con cada día que pasa, a este paso nos aniquilará en menos de un mes.

Regina tomó un respiro, se puso de pie y dejó caer su capa al suelo, aquella noche lucía un lindo vestido azul, alcanzó a Taeroc y Arcan y se unió a la batalla, rayos de diferentes colores impactaban en la bruma y la hacían tronar, usando este hechizo y con ayuda de las bestias, Regina logró hacer que la bruma retrocediera un poco; la batalla los absorbió tanto, que apenas notaron los pocos rayos de sol que comenzaban a aparecer, la bruma comenzó a retirarse en dirección del acantilado, Regina dio media vuelta para recoger su capa y volver a casa, pero los gritos alarmados de las bestias la hicieron girar, la bruma estaba arrastrando a una de las bestias por el acantilado, las bestias y Regina corrían detrás de la criatura, intentando detenerla antes de que callera por el acantilado, no contaron con que los planes de la bruma era otros, antes de que la bestia cayera la bruma la desintegró y desapareció.

No hubo tiempo de regresar a la villa y limpiar los desperfectos, Regina corrió a la orilla más cercana del bosque seguida por las bestias, al introducirse en él, la desesperación por llegar a casa creció, corrieron lo más rápido posible, y al llegar a la cueva Regina esperó a que todas las bestias entraran antes de entrar ella; una vez dentro, recorrió a toda velocidad los pasillos y salones de la cueva hasta llegar a su salón privado, una vez ahí, dejó escapar toda la frustración y el coraje que sentía, era tanta su molestia que logró volver el soleado día en uno gris y lluvioso.

-Debe haber algo en estos libros – buscó con desesperación entre los libros que habían escrito sus antecesores – vamos, por favor, ayúdenme, denme pistas, ¿Qué debo hacer? – en su desesperación se cortó con el filo de un de la hojas, eso la devolvió a la realidad unos instantes, los suficientes para darse cuenta que no había solución, el enemigo había ganado, había perdido a una de las bestias, no intencionalmente, a pesar de culparse por ello, se dejó caer al suelo abrazando sus rodillas y llorando a más no poder; dejó que todo el dolor y culpa que sentía fluyeran y salieran a través de sus lagrimas. Lloró hasta caer dormida.

Red Apple Village: La reina de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora