Capítulo 7: El festival de Otoño

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Despertó maravillado con la noticia que su padre le había dado: semillas nuevas para su pequeño jardín. Nada emocionaba más a Samael que las flores favoritas de su madre en su máximo esplendor, él había heredado la habilidad y el gusto de su madre para la jardinería.

-¿Porque no plantas tus semillas mientras yo termino unos encargos?, después podemos ir a ver los preparativos para el festival y compramos un pastel para el cumpleaños de la señora Gretta, ¿Te parece? – Samael asintió enérgicamente al plan de su padre, de inmediato se puso a trabajar en su pequeño jardín al frente de la casa; en medio de su labor, escuchó un maullido con algo de temor, de inmediato detuvo su trabajo en el jardín y comenzó a buscar de donde provenía el sonido, resultando ser del interior de un barril detrás de su casa, asomó la cabecita y reconoció a uno de los cachorros que había visto la noche anterior.

-Hola amiguito, ¿estás perdido? – un maullido triste fue su respuesta - ¿no puedes salir del barril? – el bebe ulqui negó con la cabecita – mmm, espera un momento, ¡PAPÁ! – gritó el pequeño, el cachorro se quedó observando con tristeza, entonces escuchó que alguien más se acercaba.

-¿Que ocurre Samael? – preguntó algo preocupado el padre.

-Hay un gatito atrapado en el barril, ¿puedes sacarlo por favor? – Diavolos se asomó y vio al pequeño y asustado gatito, se inclinó dentro del barril para intentar sacarlo, pero el cachorro lo arañó – tranquilo – le dijo Samael al cachorro – mi papi no te hará daño, solo quiere ayudarte a salir de ahí – Diavolos hizo un segundo intento, en esta ocasión el cachorro se dejó atrapar, con cariño Diavolos lo tomó, lo sacó del barril y lo entregó a su hijo, quien de inmediato lo abrazó y verificó que estuviera bien – creo que se lastimó la patita – comentó con tristeza - ¿puedo llevarlo al veterinario? – un vago y hermoso recuerdo cruzó la mente de Diavolos al ver el brillo en la mirada de su hijo.

-Ve, anda, dile a Ramses que después pasaré a pagar la visita – Samael sonrió alegre, besó la mejilla de su padre y salió corriendo hacia la veterinaria.

-Hemos pasado todo el día y toda la noche buscando al cachorro – comentó Regina a Arcan en la entrada de la cueva, ambos estaban realmente agotados – no aparece por ningún lado, temo que esté oculto en alguna parte de la villa – las lagrimas comenzaron a desbordársele – lo siento mucho Arcan – por cada lagrima que caía aparecía una flor de cristal sumamente hermosa – debí tener mas cuidado, debí estar mas atenta, debí ser más precavida – se dejó caer al suelo abrazándose a si misma, Arcan se acercó a ella y la observó con una mirada apesadumbrada, a él también le dolía la perdida del pequeño – por la noche iré a buscarlo en la villa, todos estará en el festival, así que nadie notará mi presencia.

-Bueno, su patita esta lastimada, pero se recuperará, seguro le cayó algo pesado sobre ella, es un gatito con suerte pequeño – comentó el veterinario Ramses después de haber analizado por completo al ulqui pensando que solo era un gatito – por cierto, ¿cuál es su nombre?

-Mmm, Maxwell – respondió alegre Samael

-¿Maxwell?, ¿Lo acabas de inventar? – el veterinario lo veía escéptico.

-No, en Casta Leona, tenía una tortuga escarlata llamada Torivio, y un amigo tenía un loro dorado que se llamaba Maxwell, una vez los cambiamos, y me gustó mucho el nombre de Maxwell – Ramses se quedó algo sorprendido por la historia del pequeño.

-Muy bien, entonces, ve que tomé esta pastilla con su comida, le hará sanar más rápido – Samael asintió y salió de la veterinaria con el ulqui en brazos; al llegar a la casa lo depositó con suavidad en el pórtico de la misma, entró por un plato con un poco de leche que ofreció al ulqui y volvió a su jardín.

Red Apple Village: La reina de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora