Postre

1.3K 192 21
                                    

En el resto de la semana, no volví a hablar con Donghae. Lo veía caminar por los pasillos acompañado de Henry. Siempre lo abrazaba y le daba besitos en las mejillas.

En algunas ocasiones, Donghae lo apartaba pero en otras se sonrojaba y le correspondía con una sonrisa.

Y sí. Ya me quedó claro que eran mejores amigos.

Yoona se había encargado de decirnos que al inicio había estado preocupada porque creyó que «su caballero» tenía por pareja un hombre pero ella mismo le preguntó y él negó rotundamente una relación de 'no amistad' con Henry.

Y mi pregunta es: ¿Qué tiene Donghae contra mí?

-Ah...es súper lindo. Hoy una chica se tropezó por correr y él se encargó de limpiar la suciedad de sus rodillas con su pañuelo. Es demasiado...caballeroso -y ahí estaba Yoona con su charla de media hora diaria acerca de lo perfecto que era Donghae-. ¿Y saben qué? Descubrí que no le gusta los perfumes fuertes y que por eso prefiere no ponerse, pero aun así huele a coco y a veces a vainilla. Como un postre. Supongo que sus labios serían la cereza en él -mordió un pedazo de su manzana, la masticó, la degluyó y nosotros nos permitimos descansar nuestros oídos antes de que empiece otra vez-. El otro día cuando nos tocó competir en carrera de relevos, Donghae se recogió el cabello en una pequeña coleta y cuando estaba estirando se le levantó la camiseta; su abdomen era plano y muy blanco. Ah, cuando sonríe es un amor. Sus ojos forman unas bellas medias lunas y su cumpleaños es el 15 de Octubre. Está un poco lejos pero ya sé que le voy a regalar. Le gusta mucho el chocolate. Realmente me sorprende que no sea un presumido aun cuando es perfecto. ¡Ah! Y es muy bueno en el chino mandarín...

Gracias a alguna fuerza sobrenatural, el timbre de la finalización del recreo sonó y nosotros, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, nos levantamos al mismo tiempo, dejando a Yoona hablando sola.

Los recreos nunca se me habían hecho tan largos como en esa semana.

Saqué mi celular y revisé el mensaje que había llegado. Fruncí el ceño al ver quien era el remitente.

"Te esperamos a la cena
-Mamá"

Tendría que desviarme a algún otro lugar. No quería encontrarme con ellos. Lo guardé y me encontré con «el postre de Yoona»

Estaba mirando los volantes que estaban pegados en los muros, los cuales informaban sobre los clubes.

Su cabeza estaba tirada hacia atrás y su cabello parecía más largo por eso.

Me pregunto si es tan suave como parece. Aquella vez que puse mi mano en su cabeza no me tomé la molestia de acariciarlo.

Caminé lentamente hasta él y...

-¡Boo! -salté muy cerca suyo y Donghae se sobresaltó.

-¡Idiota! -me golpeó en el pecho y yo reí. Sus labios formaban un puchero.

-¿Qué haces?

-Nada -se volteó y se dirigió a su salón, creo.

-Nosotros los seres vivos siempre nos mantenemos haciendo algo, así que relativamente siempre no podemos estar completamente estáticos...-me ignoró y continuó caminando-. No me ignores...

Finalmente dobló en una esquina y entró a su salón.

-¿Por qué es así? -murmuré para mi mismo y me respondí con un encogimiento de hombros.

°°°

-Heechul...te lo ruego -mis pulmones estaban a punto de explotar, mi corazón casi se salía de mi pecho y estaba a un paso de morir deshidratado.

Después de la práctica con el equipo, Heechul nos obligó a Kibum y a mí, dar quince vueltas a la cancha y a hacer cuatro series de veinte lagartijas.

-No. Ustedes deben aprender a respetar a su capitán de equipo...

-¿De cuál equipo? ¿Femenino o masculino? -se burló Kibum, mirándolo desde el suelo.

-Muy gracioso. Tú puedes irte -dijo Heechul moviendo su barbilla.

Me levanté sacudiendo mis pantalones cortos y me alejé del lugar escuchando como Kibum se quejaba del cansancio y dolor.

Me dirigí a las duchas y me bañé. No podía alzar los brazos sin quejarme, los tenía entumecidos.

Sacudí mi cabello cual perro y me puse el uniforme. Salí y no pude evitar reír al ver como Heechul continuaba gritándole a Kibum para que aumente el ritmo de sus brazos.

Pobre....

Abandoné el edificio y justo cuando estaba por llegar a la puerta principal del instituto, desvié mi mirada hacia la puerta del auditorio. Estaba como la vez anterior, entreabierta.

Sin poder evitarlo, caminé hasta estar al frente y enseguida me vi envuelto en «Las cuatro estaciones» de Vivaldi.

Me apoye en el marco de la puerta y lo analicé como había hecho antes.

Su nariz era recta y bonita, sus labios delgados y rosados, su cabello largo y castaño. Era como estar viendo alguno de esos muñecos de porcelana.

-Es mi impresión ¿o te gusta romper la paz de las personas? -su flequillo cubría una de sus cejas y su mirada...no mostraba odio o disgusto, a pesar de sus palabras.

-Es tu impresión -me acerqué a él y me senté a su lado. Lo sentí tensarse pero no hice ningún comentario.

Acaricié las teclas del piano y empecé a tocar Fur Elise de Beethoven.

Sentí la mirada de Donghae sobre mí todo el tiempo, como si no creyera que yo podía tocar el piano tan bien.

La melodía acabó y me volteé con una sonrisa en el rostro. Se sonrojó violentamente y se puso de pie de golpe.

-S-seguro ya es tarde. Adiós -tomó su mochila y ni siquiera se la colgó del hombro.

-Espera -lo sostuve de la mano y me sorprendí al descubrir que ésta era muy delicada. Además de que sus dedos eran largos y delgados.

-¿Q-qué sucede? -me incliné un poco hasta él y por alguna razón, Donghae no se alejó.

Respiré profundamente y guardé en mis sentidos su dulce aroma.

-Definitivamente eres como un postre -abrí mis ojos -que sin darme cuenta se habían cerrado- y noté como Donghae miraba fijamente mi boca-. Hueles delicioso...

-Suéltame -giró bruscamente su cabeza y se removió. Sólo ahí caí en razón que yo aun sostenía su mano.

Le obedecí y lo solté pero aun así no se movió.

-¿P-podrías acompañarme a la parada? -sus mejillas estaban tan rojas que tuve que resistir la tentación de pellizcarlas.

-Vamos -me alejé y caminé hacia la puerta. El sol mostraba los últimos rayos de luz, anocheceria muy pronto.

Escuché los pasos de Donghae detrás mío todo el camino. Al principio, quise que se ponga a mi nivel para poder hablar pero cada vez que bajaba la velocidad, él parecía ir aún más lento.

Llegamos y nos sentamos. Nos mantuvimos en silencio unos minutos y simplemente ya no aguanté.

-¿Por qué me odias? -me deslice por la banca hasta casi golpear mi hombro con el suyo y digo casi porque obviamente Donghae era más pequeño que yo.

-E-el odio es un sentimiento fuerte y malo como para albelgarlo en tu corazón -estaba tenso. Podía notarlo.

-Entonces no me odias.

-No...

-Entonces...¿te gusto?

-¡No seas idiota! -me alejó dándome un golpe en el pecho, como hace un rato y se cruzó de brazos.

-Oye Donghae -no recuerdo que quise decirle en ese momento pero sí recuerdo, que el autobús llegó y Donghae susurró un tímido y casi inaudible:

-Gracias...

❝IDIOTA❞ 「EunHae」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora