1 - EN LOS PRIMEROS TIEMPOS

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Watungasta, año 1687.

- Soo! Alto! - dice el hombre con el uniforme militar. - Pedro... diles al resto que nos detenemos aquí ...

El muchacho asiente con la cabeza y parte al galope para acercarse al resto de la caravana que está a medio kilómetro de distancia.

- Don Conrrado!.... - grita Pedro cuando ya ve de cerca la caravana - Don Conrrado!... Dice el Capitán que nos vamos a detener allí - le dice cuando ya está cerca señalándole el sitio dónde se encuentra el Capitán. - Es menos de un cuarto de legua el lugar.

- ¿Qué sucede Conrrado? - dice una mujer joven asomándose por la ventanuca del carruaje. Ella es Petronila de Izarra Gaete y Hurtado de Mendoza, es hija del Capitán Pedro de Gaete Izarra y de Leocadia Hurtado de Mendoza, nació el 5 de Julio de 1663 y dentro de quince días cumplirá los 24 años, es una mujer muy bella en su tipo. - Ya hemos llegado?....

Le pregunta inquieta al cochero, está cursando el séptimo mes de embarazo y el viaje no la ha ayudado en nada. Menos mal que su madre le insistió en que fuera acompañada por una dama de compañía y dos comadronas. Hace cuatros años que se casó con Juan Gregorio, cuando lo conoció era el muchacho más apuesto de la Guardia Real del Estandarte, en aquel entonces él era teniente, luego lo nombraron Capitán en una ceremonia muy bonita allá por el año 1678. Ahora le han nombrado Maestre de Campo y Alguacil Mayor de la Inquisición en la Rioja Y Catamarca. Era imperativo que tomara posesión del cargo inmediatamente y que además es encomendero de lo indios del Valle "Abaucán"

- Doña Getudis - dice la pequeña Leocadia, hija primogénita del Capitán en su media lengua- ¿Fata mucho pada bajad y jugad?... Ya estoy abudida en esta cadeta de buyes!...

- Ya falta menos mi niña! -dice Gertrudis abrazándola. - he escuchado que Pedro le decía a Conrrado que el Capitán ha encontrado un lugar para parar no muy lejos de aquí.

El rostro de la niña se ilumina, su cara llena de polvo del camino y sus prendas algo ajadas a causa del viaje y el cansancio del viaje no impide que salte a gritos dentro de la carreta.

- Viva!... El Capitán ha encontado casita!... Ya llegamos!... -dice la pequeña saltando por el pequeño compartimiento de la carreta.

-Ya Leocadia, ya... tranquila -dice su madre- pronto llegaremos.

-Si mami...- responde la pequeña.

La carreta se mueve de un lado a otro con el lento vaivén de los bueyes. Seguida de un grupo importante de hombres armados a caballo y otras carretas con la mudanza. Hasta que llegan al sitio elegido.

- Sooo... soooo....- dice Conrrado deteniendo a los cuatro bueyes.

Baja de un salto del frente y se acomoda los huesos

- Haa...!! Al fin se llegó -dice haciendo un estiramiento de piernas mientras baja una pequeña escalera. - Damas.... ya pueden bajar... -dice en tono dulce.

Primero baja de un salto la pequeña Leocadia, seguida de Gertrudis y de las dos comadronas, Jesusa e Isidora. Cuando ambas mujeres bajaron se colocaron a los costados de la escalera para ayudar a Petronila, que con lo avanzado de su embarazo se le complica moverse.

Ambas mujeres le dan la mano y la ayudan a bajar, aún no vio paisaje completo. Cuando ya apoyó ambos pies en la tierra árida y seca, mira el paisaje a su alrededor con desencanto y lamentación.

Camina dando la vuelta a la carreta y solo ve páramo desértico en el cual alguna vez hubo una población por allí. A lo lejos ve un río ancho y bravo que corroe el suelo incorporándo sus nutrientes en él y a su vez mimetizándose con el color del paisaje que va variando de los pálidos marrones claros hasta el oscuro color chocolate. A su derecha observa un grupo de construcciones abandonadas con paredes de piedra a las que les falta el techo. El resto del conjunto la dejó desolada, tenía la esperanza de llegar a un lugar agradable, con vegetación amiga y abundante pero en su lugar sólo encontró plantas ralas y secas, pese a que el río traía gran cantidad de agua, parecía que la misma no era para ese lugar. Dio un suspiro largo e intentó de forzar una sonrisa, y con esa postura se dirigió hacia su marido.

- Querido!... ¿qué es lo que se va a hacer ahora en este sitio? - dice tomándolo del brazo.

- He enviado un grupo para que identifique a los indios a los que me encomendaron. Tengo instrucciones de la construcción de una iglesia la de Nuestra Señora del Rosario,.... te acuerdas la imagen de la Virgen tan hermosa que hice traer de Europa?

Ella asiente con la cabeza.

-La he hecho embalar cuidadosamente y le he traído para que bendiga este lugar!..

- Y quién y quién la construirá?...

- Será hermosa y usaremos a los indios que no se encomienden a Dios para su construcción.... Ya verás... será hermosa... y cuando esté terminada haré buscar a un párroco de Buenos Aires para que de misa aquí ... -dice lleno de optimismo.

Ella lo deja triste, no esperaba ese destino por el momento y menos con su situación.

Un grupo de hombres busca para armar una fogata y preparar una cena. Otros están buscando algún tipo de paja para comenzar a armar los techos.

El resto se encuentra desembalando las carretas y bajando algunos muebles principales y algo de comida. Ya casi al atardecer tenían armado una tienda de campaña para Petronila.

SUMA - LA HERENCIA DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora