5 - JUAN GREGORIO

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A paso lento avanza el caballo, agotado aún por la carrera anterior. Juan Gregorio se da cuenta de ello y decide bajar y caminar.

- Vamos.. el caballo está agotado. - le dice ofreciéndole la mano para bajar de él- caminemos un poco.

- Saman utka rinki ta tiyana yalli kan shuk alli runa. Rinki ta tiyana alli (17)-le dice Pachamama al oído del caballo. Éste le contesta con un relincho suave.

Juan Gregorio observa la escena muy interesado. Su mente siempre estuvo abierta a nuevos conocimientos, pero esto que estaba viendo salía de lo usual.

Al cabo de un rato de silenciosa caminata decide preguntar.

- ¿Parece ser que eres importante!.... ¿Eres hija de algún cacique?...

- No soy hija de caciques, soy la creadora de todos ellos, soy la que vela por todos los seres vivos. Todos ellos son mis hijos. - Responde altiva.

Juan Gregorio la mira, su postura y sus gestos le dicen que ella está ofendida por su pregunta. Y decide buscar otro camino para el diálogo.

- Disculpe si la he ofendido. Quiero conocer y aprender.... El padre Cornelio me ha explicado un poco de su cultura. Y ... disculpe si la ofendo... pero usted es esa mujer que él me hablaba?... digo... a la que llaman Pachamama?...

- Si ...Soy yo. - le responde tajante.

Y toda posibilidad de nueva conversación quedó anulada con esa respuesta. Juan Gregorio aún no entendía qué es lo que sucedió. Y todavía tiene que asimilar que su acompañante es un ser muy poderoso.

El camino se hace largo y silencioso, la vegetación agreste y rala, la sequía del suelo, hacen que el recorrido sea aún más monótono. Ir más deprisa sería posible con el caballo, pero éste está exhausto y forzarlo a correr ahora sería matarlo.

Es un hermoso zaino de gran porte y nobleza al caminar, se comporta ferozmente en las batallas y no teme a nada. Fue un regalo del Capitán Pedro de Gaete cuando estuvo él bajo su mando.

A lo lejos ya se vislumbran las luces de las hogueras montadas. La luz del atardecer que poco a poco se apaga para dar paso a la noche.

- Heee!!! Capitan!!! - grita uno de los hombres al verlo - le reservamos algo de comida!

Juan Gregorio por toda respuesta levanta la mano y la sacude de lado. Y ambos aceleran el paso.

Con suavidad le quita la montura al caballo, y le regala unas chalas que siempre lleva consigo para premiarlo. Dejándolo luego en libertad de pastar por donde quiera, el animal mansamente agacha la cabeza y busca en la tierra los pocos pastos que hay para comer.

- Muchachos, traten bien a la dama!... es una orden! - les dice fuerte y claro.

Todos miran a Pachamama con recelo y miedo. Ella los mira altiva y despectiva sin decir palabra.

- Señora, tome asiento.. -le dice un muchacho el más joven del grupo - debe estar cansada y con hambre.... - y le ofrece un plato con la carne asada.

- Kanki shuk runa alli. Rikuna rayku kanpak samay (18)- le dice ella suavemente. Y toma los alimentos ofrecidos y los come.

El muchacho se sonroja, el resto del grupo lo mira con interés.

- Pssst!... Eduardo!... - le llama su compañero de al lado. - ¿Entendistes lo que te dijo?....

- Si.- fue por toda respuesta.

- Yyy..?...

- Que si entendí lo que dijo - Eduardo se levanta y se va detrás de los pocos matorrales que hay, a descargar su vejiga.

El compañero queda un tanto molesto, quería saber qué es lo que le dijo. Pero pronto se pasó el enojo, una bota con vino patero, bastante fuerte, permite olvidar cualquier aversión.

Después de la comida todos se arropan con sus prendas y se disponen a dormir cerca de la fogata. Juan Gregorio cedió su tienda a Pachamana y se sentó junto con la guardia a pasar la noche en vela.

La mañana los encuentra a todos dormidos. Pachamana sale de la tienda e inicia el camino. Un rayo del sol despierta a Juan Gregorio que rápido se levanta y corre tras ella.

- ¿A dónde va?

- No hay tiempo... debe apurarse, a menos no la ame..- le responde sin mirarlo.

Juan Gregorio se la queda mirando un segundo, ella se da vuelta y lo mira seria. Pronto comprende.

- Un segundo. Voy por el caballo que iremos más rápido! - sale corriendo - ensillen mi caballo! Rápido! - grita con urgencia.

Al poco ya estaba montado alcanzado a Pachamama.

- Vamos, sube, no hay tiempo que perder. - ella sube rápidamente ayudada por Juan Gregorio que le extiende la mano. - ¡¡¡¡Arre!!!! - le grita agitando las riendas y a la orden el caballo parte al galope.

El caballo avanza velozmente incitado por Juan Gregorio, las escasas malezas y la irregularidad del terreno hace que deban bajar la marcha. Al poco el caballo se detiene frente a un arbusto. No se quiere mover.

- ¡¡Vamos!!... ¡¡¡Arre!!! - le da con la fusta fuertemente. El animal se para sobre sus patas traseras tirándolos al suelo. Rápido Juan Gregorio se levanta y toma las riendas.

- ¡Vamos! - le dice tironeando al animal - no podemos darnos el lujo de detenernos por cualquier cosa! - le habla al caballo mientras retrocede sin mirar el suelo.

- CUIDADO CON LA...!!! - Pachamama llegó tarde con la advertencia. La yarará oculta saltó y picó en el talón a Juan Gregorio y cae de dolor.

Rápida saca lejos a Juan Gregorio, saca de su pequeño morral un cuchillo de piedra y hace un tajo en cruz, por donde lo picó y comienza a entonar un canto suave. Del corte comienza a salir lentamente el veneno inyectado junto con un poco de sangre. Cuando ya salió todo dejó de cantar.

Juan Gregorio aún no entiende qué es lo que acaba de suceder, pero ve a esta mujer que le ha salvado la vida.

Prende con un poco de pasto seco una pequeña fogata y calienta en ella el cuchillo. Cuando llegó a la temperatura deseada, apoya la punta sobre el tajo realizado cicatrizando de manera forzosa la herida realizada. Luego apaga el fuego tapandolo completamente con tierra. Al terminar, se dirige al arbusto donde se encuentra el animal.

- Machakuy mala. Mana tukuykuna kanta munankichi wañuchina. Vete pak kaypi. Mashkan otro pura shinalli (19) - le dice seria al animal. Éste se da la vuelta y se aleja del lugar. - Vamos no hay tiempo que perder.

Le da la mano a Juan Gregorio para que se levante. Toma las riendas del caballo y comienza a caminar. Él la sigue rengueando aún un poco dolorido.

SUMA - LA HERENCIA DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora