"CAPÍTULO 47"

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Estaba recostada en la cama. El paño con agua fría que me había puesto en la cabeza no ayudó a relajarme para nada. Las palabras de Robert sonaban en mi cabeza una y otra vez. Lena estaba embarazada, el primer heredero o heredera estaba en camino, sí alguien sabía esto, era lógico que no la dejarían vivir. Ese bebé sería el primer miembro acreedor al trono de la familia Tornander, sin importar que ella fuera una traidora. Y entonces todo comenzaba a tener sentido. Iván debía saberlo, por eso se negaba a entregarla, y claro Lucinda también, por eso la traicionó.

Después del entierro de Halina prácticamente corrí a mi habitación, no quería saber nada de nada ni de nadie. Los Hathaway se habían visto muy insistentes en querer hablar conmigo y durante el rato que duró el entierro, sentí la mirada de Magnus. No me iba a dejar en paz.

Me levanté y vi por la ventana eran quizá las tres de la mañana. Tenía tres horas o menos para impedir que el idiota de Adrián matara a Lena. Robert se negaría a ayudarme, ni siquiera porque sabía la situación se había propuesto hacer algo. Después de decirme, me evitó a toda costa. Maldito cobarde. Todos lo eran. Incluso yo.

Tocaron a mi puerta y Cara entró. Vaya, no la había visto en todo el día. Corrí hacia ella sin importarme nada y la abrazé. Había estado muy preocupada luego de que las dejé a merced de los guardias de Lena. Al principio se quedó inmóvil, pero luego me correspondió.

—Te ves mal —se apartó de mí y me miró.

—Pues estoy mal, es lógico.

Me senté en la cama y ella fue a mi lado, parecía distinta. Quería saber que pasó con su estúpido hermano, Roderick era un traidor y si mis padres se enteraban, no le perdonarían la vida.

—Roderick está en casa —dijo finalmente—, tiene que recuperarse y después se irá.

—¿A dónde?

—Lejos, donde no sea una decepción para mi madre ni para mí.

Parecía indiferente con eso, sólo que sus ojos me decían otra cosa, ella estaba sufriendo. Poco a poco perdió todo el apoyo con el que contaba, y hasta cierto punto me sentía un tanto responsable. Ella actuaba fuerte, ruda y como una perra porque era su escudo, era la manera de que ese escudo no sólo la protegiera a ella si no también a sus seres queridos. Era una chica muy valiente.

—Lo lamento —y esta vez era en serio.

Me miró confundida y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

—No te preocupes, nosotros deberíamos pedirte disculpas —lucía un poco avergonzada.

—Sólo olvidalo, eso es lo que todos necesitamos hacer.

Se levantó de la cama y me abrazó. Vaya. Qué sorpresa.

—¿Quieres un té? —preguntó entusiasmada.

Yo jamás tomaba té. Odiaba el té. Agua caliente con hierbas no era algo bueno para mí. Pero sentía que no podía decirle a Cara que no.

—Esta bien.

—Lo traigo en un momento.

Salió casi corriendo, mientras tanto yo me quedé pensando en cómo parar todo lo que ocurría a mi alrededor. Si trataba de rescatar a Lena, diez guardias o más me noquearían antes de que llegara a nada. Sin mencionar que Adrián me daría algo para acordarme toda la vida, algo que sospecho tenía ganas de hacer desde que puse un pie aqui de nuevo.

Fui hacía el balcón y salí dejando que el aire se impactara en mi rostro, todo era tan callado, tan tranquilo. No había ni una sola luz y era maravilloso. El cielo era casi sacado de una película de fantasía, estrellas hermosas y brillantes lo llenaban por completo.

¿Cómo es posible que no quisiera estar aquí?

—Dios, estoy tan jodida.

—Quizás.

Me giré sobresaltada y Cara estaba detrás de mí con una taza y platito.
Vaya que hizo rápido el té. No me gustaba que me escucharan hablar sola. Fuimos adentro y me senté en la cama, Cara me entregó la taza, el té se veía oscuro y raro, ya no sabía si era buena idea beberlo pero no podía hacer eso. Hice una pequeña mueca y lo bebí. No era lo que pensaba, sabía delicioso. Todo muy dulce y oh dios, no podía describir la sensación cuando pasaba por mi lengua. A pesar de estar muy caliente lo tomé así y no pasó nada. Lo terminé sin darme cuenta. Le entregué la taza a Cara y esta la puso en la mesita de noche.

—¿Sabes qué hora es?

—Casi las tres y media, necesitas domir.

No quería hacerlo, necesitaba un plan. Algo eficiente y discreto. Me recosté en la almohada y por un momento se sintió tan cómoda.

—Duerme, yo te despertaré.

—Sólo descansare cinco minutos.

...

Como si hubiera recibido un golpe en el estómago, me desperté y casi salto fuera de la cama como resorte. Miré desconcertada a mi alrededor. En el cielo apenas y había oscuridad. Podía ver como el solo amenazaba con salir. ¿Qué hora era?

Cara estaba acostada en el sillon, dormía profundamente. Maldita traidora. Me levanté hecha una furia y la tomé del cuello de su blusa, me puse sobre ella y la sacudí.

—¡Qué demonios me hiciste!

Sus ojos se abrieron asustados y al ver que era yo se abrieron aun más.

—¡Alexia, por favor!

—¡Él te lo ordenó!

La solté porque yo jamás actuaba así. Abrazó sus rodillas y comenzó a llorar. Ni eso le funcionaría.

—Tu padre sabe que harías cualquier cosa, y si, él me lo ordenó, pero era necesario.

Fui hacia la puerta y era de suponerse. No podía abrir. Giré la manija como loca y nada pasó.

—Maldito, ¡maldito!

—Si de verdad quieres salvarla, deja que esto siga.

La miré como si le hubieran salido dos cabezas. ¿Era tan estúpida?

—No lo entiendes —aquí vamos—, ¡Lena está embarazada!

Cara se quedó inmóvil. Sí, sí. Todos estaban sorprendidos, bueno, quizá sólo yo.

—Aunque quisiera no podría ayudarte —se disculpó—, no podemos salir de aquí.

Un estruendo se escucho en la puerta y se hizo mil pedazos. Cara y yo nos tiramos al suelo. En estos momentos podia ser cualquiera atacando. Levanté la mirada y una silueta muy alta se paró ante mí. ¿Los milagros existían?

—Es mejor que tu plan sea bueno.

—Lo es Robert, lo es.

¡CUÁL ERA EL MALDITO PLAN!

"El Elemento Perdido #1: Fuego" ⚠️Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora