Capítulo 2 La aventura de Roger en el mundo misterioso

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CAPÍTULO 2 La aventura de Roger en el mundo misterioso.

A mediodía, Andarwen acariciaba a Roger mientras éste estaba dormido. En el brazo llevaba ahora unas hojas que lo ayudarían a que la herida cicatrizara.

Poco a poco, Roger abrió los ojos y miró a Andarwen confuso.

-¿Lo hemos conseguido?

-Sí, pero muchos murieron para conseguirlo.

-¿Qué me paso allí?

-Eso ya no importa, lo importante es que estás bien-contestó rápidamente Andarwen.

Después de despedirse de Roger, salió de la habitación y se sentó a mirar el horizonte. Elowen, su padre, se sentó con ella y le habló con voz afable:

-Andarwen, hija, hay un asunto que tengo que tratar contigo.

-¿De qué se trata padre?

Elowen le contó que ya le había encontrado un esposo, se llamaba Tanthalas y procedía de una buena familia.

Andarwen temía que ese momento llegara, pero no podía decirle que no. Su padre la había criado desde pequeña y le tenía mucho cariño.

-¿Por qué me obligáis a casarme a la fuerza?-preguntó Andarwen desconcertada. No soy un objeto y ya tengo edad para decidir con quién quiero estar. Y si me caso, que sea por amor, no por intereses económicos.

-Te ruego que lo pienses bien, Andarwen. Eres la princesa de los elfos y cuando yo muera, tendrás que ocupar mi puesto.

Elowen se levantó y se marchó a sus aposentos. Andarwen volvió con Roger. Cuando llegó, él ya se había levantado y se había vestido. Andarwen le preguntó si le apetecía ir con ella a dar un paseo. Roger aceptó y salieron de la habitación.

Juntos fueron paseando hasta la parte más espectacular de Éliade. Se llamaba el rincón de los lagos y era una gran extensión de agua con una pequeña isla en su centro. También estaba rodeado de montañas y había flores por todas partes.

-Cuando era pequeña, solía venir-contó Andarwen. –Me tumbaba en la arena bajo el sol o nadaba hasta la isla y me quedaba bajo la sombra de algún árbol. Pero ahora no podré hacer nada.

-¿Por qué?-preguntó Roger. Se había dado cuenta de que algo pasaba; Andarwen estaba triste y él no la había visto así desde su llegada a Éliade.

-Mi padre me ha encontrado un marido y me tendré que casar por el bien de mi familia. Pero no es una unión por amor; yo no le amo, yo… Andarwen tragó saliva y, dirigiéndose a Roger, dijo: -yo te amo a ti. Pero no puede ser.

-¿Por qué no puede ser?-preguntó Roger.

-La unión entre humanos y elfos está prohibida. Se considera una blasfemia aquí en Éliade.

-Pues huyamos a mí mundo-replicó Roger. Nunca había sentido lo que sentía en esos momentos, tenía el rostro ardiente y las manos temblorosas.

Andarwen lo miró con sus grandes ojos azules y lo besó. En ese momento, poco le importaba lo que dijera su padre o cualquier habitante de Éliade. Por amor, ella era capaz de cualquier cosa.

Esa noche, Andarwen y Roger salieron de Éliade sin que nadie les viera. Pensaban en volver al mundo de los seres humanos, donde no podrían encontrarlos ni Elowen ni Tanthalas y así casarse en secreto para poder ser felices.

Andarwen y Roger salieron del palacio a hurtadillas para evitar que alguien los oyera. Al principio fue bien, porque las alfombras del suelo amortiguaban el ruido que hacían los zapatos de Roger. Sin embargo, se llevaron un susto de muerte cuando oyeron a alguien por allí cerca.

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