Capítulo 4:

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Don Alfonso fue muy puntual, apareció por mi casa a la hora que me había dicho. Lo encontré en el salón hablando con madre.

- ¡Ah! Hija ¿Ya estás lista? - preguntó madre.

- Sí madre ya estoy. - dije.

- Pues si ya está lista señorita Vera - interrumpió Don Alfonso - Vámonos, no quisiera llegar tarde.

- Por supuesto, vamos.

De modo caballeroso me dejó salir a mí antes por la puerta. Me condujo hasta su coche y me abrió la puerta desde fuera pidiéndome que entrara con la mirada.

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Tras un largo paseo llegamos a nuestro destino, la ciudad. <<¡Qué bonito!>> pensé para mis adentros. Nunca había estado en un lugar como este. Había muchos edificios con muchos pisos, nunca había visto tal cosa. Pero lo que más me gustaba eran las casitas de piedra. Ninguna de ellas era tan pequeñita como la mía. Don Alfonso se había dado cuenta de que me había sorprendido al verlo todo.

- ¿Había estado alguna vez aquí, antes? - preguntó.

- No, señor. Todo esto es nuevo para mí - respondí casi sin parpadear, debido a mi emoción.

- Aún tenemos tiempo, antes de que empiece la función. Permíteme ser su guía. le enseñaré lo más bonito de esta ciudad. - dijo esbozando una sonrisa.

Asentí con la cabeza, porque supuse que las palabras eran innecesarias. Me llevó a michos sitios muy bonitos. Todos y cada uno de ellos me encantaron. Nunca había visto nada igual. Después de finalizar el paseo, nos dirigimos hacia el teatro. Mientras veíamos la función no hubo palabras. Tanto él como yo estábamos demasiado concentrados como para intercambiar palabra alguna.

Al finalizar, salimos de la sala- mientras esperábamos a que nos vinieran a recoger en el coche, nos quedamos hablando.

- ¿Le ha gustado la función? - preguntó don Alfonso.

- Claro que me ha gustado señor. - respondí con una sonrisa.

- ¿Qué es lo que más le ha gustado? - se queda un rato pensativo - ¿La función o la ciudad? Porque me da la sensación de que no le ha prestado atención a la función después de lo sorprendida que se ha quedado tras haber visto la ciudad. - dijo sonriendo.

- Bueno... la verdad es que me ha gustado más la ciudad. La función no ha estado mal, pero como nunca había visto nada igual... Le ruego que me entienda. - digo mirándole a los ojos.

- No hace falta que me ruegue ni nada ni que se disculpe señorita. - dice.

- Gracias señor. - respondo.

- Me gustaría pedirle un favor.

- Dígame, lo que usted desee. - digo sin pensar.

- Me gustaría que cuando la invite a salir, fuera de horario de trabajo, no se dirija a mí como Señor, si no como Alfonso. - dijo sin dejar de mirarme.

- Está bien don Alfonso... - rectifico un poco avergonzada - Alfonso.

El hecho de que me equivocara hizo que don Alfonso se riera a carcajadas.

El coche llegó enseguida, de modo caballeroso me dejó introducirme en el vehículo antes que él. La primera parada que hizo el chófer fue en mi casa. Tras despedirme de él bajé del coche y entré en mi casa. En el interior estaban las luces encendidas, por lo que supuse que madre aún no se había acostado.

- Hija, ¿qué tal todo? - preguntó nada más verme.

- Muy bien madre. Me ha enseñado al ciudad, la cual es preciosa y hemos ido a ver una función de teatro que también me ha gustado mucho. - le dije demasiado emocionada.

- Así que te lo has pasado bien. Me alegro, no pierdas nunca ese lazo que te une a don Alfonso. Así algún día recuperaremos no que es nuestro. - me explicó.

- Cierto madre, estoy en ello. No se preocupe. - le dije a modo de disculpa.

- Muy bien cariño, ve a descansar. - dijo.

Me despedí de ella y me fui a mi cuarto. Allí cogí el diario de mi padre el que guardaba en mi habitación. Padre había sido un hombre muy valiente. Había tenido que luchar mucho para crear las "Bodegas Reverte". Todo su trabajo había sido de gran utilizad, pero para mí tendría mucha más cuando recuperara lo que era mío.

Seguí leyendo hasta que los párpados se me cerraron y me quedé dormida. A la mañana siguiente mi hermana Sol fue quien me despertó.

- Buenos días, Vera. - dijo nada más entrar en mi cuarto. - Me gustaría hacerte una pregunta. Y me gustaría que me respondieras con total sinceridad.

- Buenos días Sol. - le respondí - ¡Dime!

- ¿Sientes algo por don Alfonso o solo quieres estar con él, porque sabes que así recuperaremos las bodegas? - preguntó sin tapujos.

- No sé si siento algo por él Sol. Tienes que entenderme nunca había conocido a nadie que me quisiera. Y así de repente aparece él. Y no lo sé. - le respondí siendo totalmente sincera porque no podía mentirle, es mi hermana y si le mintiera lo notaría de inmediato.

- Solo quería saberlo porque parece que estás empezando a sentir algo por él. Y solo quería que lo supieras. - dijo.

- Vale muchas gracias. Ahora tengo que irme a trabajar. ¿Me disculpas? - le pedí.

- Claro, claro ya me voy. - dijo Sol sin rechistar ni un solo segundo.

Me vestí lo más rápido que pude y fui a ayudarle a mi madre con el desayuno. Cuando acabamos de desayunar me fui a casa de don Alfonso a realizar mis tareas. Cuando acabé de limpiar la casa me dirigí a las bodegas, en principio iba para limpiar. pero lo que de verdad quería era ayudarle con su trabajo. me lo encontré sentado en su despacho, el que antiguamente pertenecía a mi adre, con un montón de papeles en su escritorio. Me preguntaba que estaría haciendo, pero mis preguntas fueron contestadas sin tener que formularlas.

- Vera, buenos días. - dijo - ¿Ya has acabado en casa y viene a ayudarme? . preguntó.

- Si lo desea, le ayudaré en lo que necesite. - respondo sin pensarlo dos veces.

- Me alegra de que venga a ayudar, muchas gracias. - dijo.

- De nada señor. - respondo.

- Como bien sabe, el señor Jiménez, mi capataz ha tenido que dejar el trabajo, por lo que me veo en la obligación de buscar un sustituto. hay muchos jóvenes que quieren el trabajo. Todos y cada uno de ellos son muy buenos. Estoy en dudas.. ¿Le gustaría ayudarme? Tome asiento por favor.

- Muchas gracias. Y claro que me gustaría ayudarle en todo lo que pueda. - respondí.

Me tendió un montón de papeles. Me puse a leer todos y cada uno de ellos. Tenía un montón de solicitantes. No sabía a quién escoger. Mi mente se puso a pensar en quien podría ser el nuevo capataz. La gran mayoría de ellos tenían un buen expediente, no sé por qué pero ya sabía a quién escoger. Tuve una corazonada. Era un chico moreno que me daba buena impresión. Se lo comuniqué a don Alfonso que estuvo de acuerdo con mi decisión. Quedó tan contento de que hubiera resuelto su trabajo en poco tiempo que me dejó irme a casa a descansar. 

¡Por fin os traigo un nuevo capítulo! Siento mucho la tardanza pero es que había perdido la libreta en donde estaba escrita esta historia y la encontrado hace unos días.

A leer y a comentar mucho. Os quieroo

Sed de Venganza ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora