Sed de Venganza ©

Capítulo 1:

Todo ocurrió hace cinco años, pero para mí había sido el tiempo suficiente como para odiarle por lo que había hecho.

Contaba con quince años de edad, vivía con mis padres y mi hermana Sol, de trece años. A mi madre le llamaban doña Elvira y a mi padre el señor Reverte. mi familia poseía unas bodegas, una especie de negocio familiar que yo heredaría al ser la primogénita de la familia, eran conocidas por el nombre de "Bodegas Reverte".

Vivía en una casita acogedora en un pequeño pueblo. Nuestra situación económica era muy buena, porque producíamos uno de los mejores vinos de la comarca, de hecho éramos una de las bodegas más conocidas, lo que suponía hacer negocios con toda España. 

Al ser la primogénita de la familia era la que estaba más enterada del negocio familiar. Éramos una de las familias más conocidas y ricas del pueblo, pero ese año todo cambió de una manera muy brusca. Sucedió algo que nos marcó  a todos para siempre.

Era martes por la mañana, como toda la semana mi padre madrugó para empezar a trabajar. Sus deberes consistían en vigilar a los trabajadores y llevar las cuentas del negocio. Desde mi punto de vista no era tanto trabajo, o eso era lo que yo pensaba, porque un día me había llevado con él y me había explicado todo lo que hacía, quería que aprendiera.

Mi padre estaba sentado en su despacho haciendo las cuentas correspondientes a dicho mes, Repasándolas una y otra vez se había dado cuenta de que ene se mes había contado con numerosas pérdidas.

En el pueblo nadie sabía que las bodegas Reverte contaban con numerosas pérdidas de dinero y siempre se había tenido que buscar la vida para sobrevivir. Junto con su hermano planeó el ataque, pero él era el único que iba a actuar.

En esos momentos yo me encontraba en casa, ayudando a mi hermana con los deberes. Al finalizar la tarea, mi madre me había pedido que me acercara a las bodegas a recoger a mi padre. yo como la hija obediente que era, accedía  a hacer lo que me ordenaba.

- Hija, por favor ve a buscar a tu padre. Nunca se había demorado tanto. - me explicó madre.

- Ya voy madre, no se preocupe. - le respondí asintiendo con la cabeza.

El camino que tenía que recorrer no era largo, así que, llegué en muy poco tiempo. Pero en ese momento. habría deseado no haber visto nunca lo que vi.

Mi padre yacía tumbado en el suelo, sangrando. Me asusté mucho.

- ¡Padre! ¡Padre! - grité con todas mis fuerzas.

- Hija... - dijo en susurros - me queda muy poco tiempo - me explicó.

- ¡Padre no diga eso! Ahora mismo llamo a un médico... - le dije sollozando.

- ¡Hija, no lo hagas! Ya no me queda tiempo. Escúchame, Vera. Ha entrado un joven, tenía un rasguño en la cara y una buena marca de nacimiento en la mano. - empezó a toser - Me ha dado un buen golpe en la cabeza - seguía tosiendo y le costaba articular palabra - Tienes que vengarme, hija. Búscale y mátale, hazlo por tu padre.

Esas fueron sus últimas palabras....

Desearía que ese día nunca hubiera sucedido que no hubiera muerto pero aunque no quisiera enfrentarme a la realidad, tenía que hacerlo. Así que subí las escaleras y comencé a correr hasta casa.

Le conté a mi madre lo sucedido y tras el entierro, guardamos luto como correspondía. Las bodegas estaban inmovilizadas, porque nos faltaba el jefe.

Una mañana me levanté de buen humos y decidí acercarme a las bodegas a realizar el trabajo de mi padre.

Después de revisar todas las facturas me percaté de las pérdidas que tras el accidente habían ido en aumento. De inmediato informé a mi madre de que estábamos mal de dinero. Madre tomó una dura pero adecuada decisión, puesto que no le quedaba otro remedio. Decidió poner las bodegas a al venta.

Después de un mes de espera, apareció un comprador que era nuevo en la ciudad.

Nos ofreció una gran suma de dinero para saldar las cuentas, Pero él sería el nuevo jefe. Mi madre aceptó sin rechistar.

Nos ofreció trabajo para sobrevivir madre y yo éramos sus sirvientas y mi hermana por ser la más pequeña no trabajaba, pero siempre nos ayudaba.

Habríamos pasado un gran cambio muy brusco, pero habríamos sobrevivido durante cinco largos años.