Capítulo 16:

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Al llegar a casa, madre se encontraba en la cocina. Sol fue a entretenerla mientras yo iba a esconder la botella que habíamos cogido en las bodegas. El único sitio que se ocurrió donde meterla fue el armario, es el único sitio en el que mi madre no miraría. La metí en el fondo, envuelta entre mi ripa, nadie se percataría de su presencia porque a simple vista no se ve. Alguien llamó a la puerta de mi habitación así que cerré la puerta del armario y esperé.

- Soy yo. - dijo Sol desde fuera - ¿Puedo pasar?

- Dime, ¿qué ha pasado?

- Quiero ser yo la que cene con Joel.

- ¡No! - exclamé - Eso no lo permitiré.

- ¿Por qué no? Necesito verlo morir.

- ¿Y crees que yo no quiero verlo morir? - pregunté - Ha matado a nuestro padre y no descansaré hasta verlo muerto.

- Pero.. Es que a ti él te quiere de verdad...

- ¡Eso no me importa! - exclamé - Él ha sido quien acabó con la vida de nuestro padre, nos dejó en la miseria y no puedo verlo más vivo.

- Yo también quiero verlo muerto. - insistió - Pero por una vez ¿Podrías dejar que fuera yo quien lo haga? Siempre tienes que hacer todo tú... y no es justo, por favor. - empezó a rogar.

- Soy la mayor, tengo que darte ejemplo.

- Ya voy suficientemente mayor como para buscar ejemplo en tíi - me reprochó.

No quería exponer a mi hermana a semejante situación pero la forma en la que me lo pedía, no podía negárselo. Lo único que me pasaba era que tenía miedo. Miedo de que algo malo pudiera pasarle que nos equivocáramos y ella sufriera las consecuencias. No podría vivir con ese peso en mi consciencia.

- Está bien... Serás tú la que cene con él.

- Muchas gracias.

Había cedido a su petición, no podía hacer otra cosa. Y tan pronto como lo hice no dudó ni un solo segundo en levantarse e ir a invitar a Joel a cenar.

Lo único que faltaba por hacer para recuperar las bodegas era convertirse en la mujer de Alfonso y eso era lo que iba a hacer. Me quiere, nunca nadie se había portado tan bien conmigo. Decidí aprovechar la ausencia de Sol para ir a verle.

Fui a buscarle a las bodegas pero no estaba allí. Decidí acercarme hasta su casa y lo encontré sentado en un sofá leyendo un libro. Me sentía mal por querer interrumpirle pero tenía que hacerlo. Se lo merecía por lo bien que me había tratado todo este tiempo.

- ¡Alfonso! Me gustaría hablar con usted.

- ¡Dígame Vera! Está un poco nerviosa. - no contesté a lo que decía - ¿De qué se trata? ¿Ha pasado algo?

- ¿Recuerda la propuesta que me hizo el día que me invitó a cenar?

- Claro que a recuerdo. Te pedí matrimonio y me pediste tiempo para pensarlo.

- Ese día no fui capaz de responderle. - admití.

- ¿Ha venido a darme una respuesta? - preguntó mientras sus ojos se iluminaban?

- Sí y acepto ser su esposa. - dije mirándole.

- Te prometo que voy a hacer que seas muy pero que muy feliz. - dijo sin dejar de sonreír y abrazándome.

No sabía que más decirle. Me qué de en silencio y Alfonso se acercó a mí. Acarició mi mejilla y su rostro se aproximaba al mío cada vez más. Pegó sus labios a los míos y me besó dulcemente. El beso de Alfonso era totalmente distinto al de Joel. Joel me besaba con apsión. Me transmitía demasiado, las mariposas de mi estómago revoloteaban y con Alfonso no me ocurre nada.

Al final mi hermana iba a tener razón y él me que'ria de verdad pero si lo hubiera hecho no hubiera intentando darme celos con mi hermana. En se instante Alfonso interrumpió mis pensamientos.

- Tan pronto como nos casemos vendrás a vivir a esta casa ¿Te gusta, no? Y lo más importante es que me vas a ayudar con las bodegas. - él no dejaba de mirarme y de sonreír - Si me disculpa, voy a darle la noticia a mi padre.

- No pasa nada señor, está disculpado.

- Vera, vas a ser mi esposa. No me gustaría que me siguieras tratando de usted después de todo.

- Vale, perdón no te preocupes.

- Y te prohíbo que me pidas perdón por cosas como esa.

Sonreí, me despedí de él y me fui con una sonrisa. Solo quedaba lo más difícil cumplir mi venganza.

Sed de Venganza ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora