La decisión.

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Lucas aún duerme a mi lado, su fuerte respiración me aporta una tranquilidad que no he tenido en mucho tiempo, sin embargo sé que no durará, porque cuando se despierte y se marche cada soldado volverá a su puesto en el campo de batalla.

Y la destrucción continuará en mi interior.

Queda una semana de clase, pero he decidido no volver al instituto, gracias a Cory me han facilitado la posibilidad de hacer los exámenes que restan en casa bajo su supervisión.

He perdido mi fuerza, he perdido mi valentía.

¿Quién habría pensado que Maya Hart se rendiría, o que mordería el polvo y tocaría fondo?

En otra vida me habría resultado imposible, ahora me parece lo menos doloroso y, al mismo tiempo, lo más sensato.

¿Para qué luchar, para qué seguir sufriendo?

Todo aquello no lleva a ninguna parte, y tampoco tengo intención de moverme, prefiero quedarme aquí paralizada, sin guerras que librar, sin personas que perder.

-¡Chicas venid a desayunar!- entona Topanga con voz cantarina, ya sé puede decir que está totalmente recuperada, desprende alegría por cada poro de la piel.

Me levanto pacíficamente, rozando el suelo primero con los dedos de los píes y luego caminando hacia la ventana, apoyo la sien contra el cristal, fuera hace un sol espléndido, el día tiene un brillo envidiable.

Observo la cornisa, la pared vecina y después al vaquero con gesto irónico, ahora por fin recuerdo que fue en aquel insólito rincón donde Lucas me confesó que su madre estaba muerta.

Casualidades de la vida, la mía también ha cogido ese tren que no descarrila jamás.

Por fin tenemos algo en común, nuestras madres están muertas. Me pregunto si algún día coincidiremos en algo más que no sea triste o grotesco.

Topanga debe de pensar que es su hija la que duerme conmigo todas las noches, supongo que si supieran que el vaquero es el único capaz de alejar mis pesadillas y ataques de ansiedad, tal vez, solo tal vez, le dejarían dormir en la alfombra a los píes de mi cama y con la puerta abierta.

Eso quiere decir que Riley duerme con Auggie o con Farkle en la habitación de invitados, supongo que será con el mandarino para evitar que su hermano pequeño se chive de nuestras actividades clandestinas a sus padres.

-¿Qué hora es?- no me había dado cuenta de que Lucas estaba despierto.

-No lo sé- respondo secamente y vuelvo a mirar hacia la calle con tristeza.

-¿Hoy tampoco vas a desayunar?- pregunta en un tono preocupado.

-No lo sé- repito sin molestarme en buscar una respuesta más amable y educada.

-¿Estás bien?- se acerca hacia la ventana y posa una mano en mi hombro, ya no me estremezco, ya no tiemblo, ya no siento escalofríos cada vez que me toca.

-No lo sé- susurro, y es la única contestación sincera de todas.

Como las cinco mañanas, incluyendo esta última, que lleva despertando a mi lado se inclina para besarme en la frente o la mejilla, pero hoy desvía la trayectoria.

Vacila antes de hacerlo, aún así roza mis labios delicadamente como si fuera un objeto frágil que pudiera romperse con la mínima sacudida, como si de una muñeca de porcelana se tratase. Tal vez buscando una reacción, tal vez soñando con que yo le abrace y le prometa que todo volverá a ser como antes, tal vez queriendo encontrar a la antigua Maya en algún fragmento de mi piel. Sin embargo eso no ocurre, poco a poco se aleja de mi boca y contempla mi rostro inexpresivo, mis ojos fríos.

Donde manda el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora