Despedida(III).

773 60 8
                                    

Irse no es fácil, desmenuza tus escasas esperanzas de retroceder en el tiempo, de recuperar un pasado que ya no existe.

Irse es aceptar que mi vida aquí ha terminado.

-¿Cómo que se ha ido?- dice la voz de Riley en algún lugar lejano.

Quién sabe, tal vez una nueva chica se sentará a charlar con Riley en la ventana, tal vez se contarán todos sus secretos y tal vez se llamarán hermana la una a la otra.

-¡Me ha engañado! Dijo que volvería en dos horas, que iba a ver a Kermit, pero no ha vuelto- Lucas da explicaciones a la desesperada y un ruido pesado indica que algo aún más fuerte se ha derrumbado- se ha ido, se ha ido, se ha ido- repite sin cesar.

Quién sabe, tal vez en unos meses Lucas conocerá a otra rubia atolondrada o a una castaña tímida y reservada, tal vez se enamorará locamente y tal vez, por casualidades de la vida, yo me enteraré y mi corazón volverá a romperse.

-Tenemos que salir a buscarla, no puede haber llegado muy lejos, han pasado solo unas horas- Farkle intenta dar con la solución, pero acaba rindiéndose como sus dos amigos- ¿por qué haría una cosa así?

Quién sabe, tal vez Farkle encontrará una nueva mejor amiga, tal vez decida marcharse como yo porque quedarse sea una carga demasiado pesada, tal vez nos reencontraremos en algún momento determinado.

-¿Has podido cambiar los billetes?- pregunto apartando el café y prestando algo de atención a Javier.

-No sé como puedes beber eso por la noche- calienta un vaso de leche y rechaza con amabilidad la taza de café humeante que le he preparado- sí salimos pasado mañana por la mañana.

-Valga la redundancia- ambos sonreímos y brindamos, el con leche caliente, yo con café frío y amargo.

¿La verdad?

La verdad es que me duele partir, me cuesta dejar la ciudad que me ha visto crecer y romper los pocos vínculos que tengo a mi corta edad, pero no hay otra manera.

Nunca he sido fanática de las despedidas, sin embargo me he dado cuenta de que al pensar en alejarme de mi hogar, me siento más libre y completa, los recuerdos no pueden atraparme tan fácilmente.

El primer adiós es el más duro, lo que viene después es solo otra cara de una misma moneda.

Sé que soy demasiado joven, que escaparse no está bien y que, como muchos dicen, huir es de cobardes. Aún así no me importa, he vivido los primeros dieciséis años de mi vida con una madre que iba dando tumbos por el mundo y un padre ausente, he padecido amnesia y he estado sumida en un coma desafiando a la muerte, ya no hay gran cosa que pueda asustarme.

Donde manda el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora