Texas.

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-¿Estás segura de que esto es lo que quieres?- Javier ya me ha preguntado lo mismo más de cinco veces- aún estás a tiempo de cambiar de opinión.

-Sé que vas a echarme de menos, y es normal, porque quién puede vivir sin mí- Lucas levanta la mano y le lanzo una almohada a la cabeza.

-Os podéis quedar aquí si queréis, no es ningún problema para nosotros- Iván es muy gentil, nos ha hecho saber por activa y por pasiva que si volvemos a Madrid, su casa es nuestra casa.

-Muchas gracias por todo Iván, y Javier ahora que tienes memoria como te olvides de llamarme todos los días te voy sacar el cerebro por la nariz y me voy a hacer un bolso con él- todos ponen expresión de asco y me río como una loca.

-El taxi está esperando- Javier se prepara para ayudarnos con el equipaje- si no salís ya vais a perder el avión.

-¿Nos estás echando?- pregunta el vaquero recogiendo su mochila del suelo y agarrándome del brazo.

-¡Qué va tío! Nunca pensé que nos fuéramos a llevar tan bien- chocan los puños y se golpean el pecho, a modo de saludo absurdo.

-Ni yo, pero porque al principio querías quitarme a mi chica- Lucas me mira y me sonrojo tanto que todos se ríen de mí.

-Entonces no era tu chica- expone Javier, y es cierto, en aquel momento su chica era Riley.

-Bueno, nos vamos, el aeropuerto nos espera- llamo al ascensor en lo que los demás ayudan al vaquero a sacar las maletas.

-Y la aduana- me recuerda Javier acercándose para darme un abrazo.

-Adiós Maya, adiós Lucas, que tengáis mucha suerte- Dina e Iván se unen al abrazo.

Y así es cómo termina este episodio, adiós Madrid, adiós España, nos veremos en otra vida.

Ahora empieza un capítulo nuevo, uno que tal vez soy demasiado joven para vivir, quiero decir, ¿quién con diecisiete años se marcha a vivir con su novio sin un duro en el bolsillo?

Alguien tan loco como yo, alguien que no tiene nada que perder, la vida no puede hacerme más daño del que ya me ha hecho.

No hemos decidido volver a New York, como haría cualquier persona normal y predecible, no. Nos vamos a Texas, a la descuidada granja que el vaquero heredó tras la muerte de su madre y que pertenece a su abuelo hasta que Lucas cumpla veintiún años, espero que no le importe que nos quedemos allí un tiempo.

Voy a volver a estudiar, sé que allí hay una escuela de artes y pienso apuntarme en cuanto nos establezcamos. Echaré de menos a Silvia y sus absurdas ideas de sacarme de la cama a las cinco de la mañana para pintar un cuadro, excusándose en la inspiración.

También tendré que buscar trabajo, lo que será un poco más complicado, ya que la zona en la que vivía Lucas los comercios están muertos de risa y no hay mucho donde elegir.

Por suerte tenemos unos ahorros, por suerte ahora tengo una familia real.

-¿Has cogido los pantalones azules que compré el mes pasado?- dice con la preocupación instalada en el rostro.

-Creo que se me han olvidado- bromeo mirando la maleta, en realidad no sé que he metido y qué no, está todo hecho una enorme bola de ropa sucia y limpia mezclada.

-¡Maya! Eran los únicos presentables que tenía- nuestra relación funciona al revés, Lucas es quién se pasa el día frente al espejo y yo tan solo dos minutos- ¿qué me voy a poner ahora para buscar trabajo?

-Te cogen igual aunque vayas con un pantalón que tiene agujeros o que está desteñido, no pasa nada, eres un dramático- a veces me parece que le gusta discutir.

Donde manda el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora