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Mika... —Intenté hablarle, pero sólo me ignoró.

—Cállate, eres igual a mamá, igual que todos, intentando engañarme con su falsa generosidad —Me apartó de un empujón, no tengo idea de que le sucede, el porque es tan hiriente.

Ignoro su empujón, a pesar de actuar tan molesto, en el interior es un niño pequeño que busca auxilio, auxilio que nunca tendrá. Lentamente me dirijo hacia mi habitación, una vez adentro, puedo observar como mi querido hermano está escondido en una esquina de su cama, cubierto de sábanas que no dejan mostrar sus facciones, sonrío con melancolía, cierro la puerta tras de mí.

No te preocupes, Ciel. Yo estoy aquí a tu lado —Mis pasos son lentos, pero seguros, llego hasta el borde de su cama y me acercó hasta abrazarlo, intento que sienta ese calor, esa calidez, pero al separarme y observar mis manos, noto que no podré cambiar el hielo que llevo dentro.

Constanzé ©  | Libro #4 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora