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El leve crujido de la puerta me despierta, veo como una leve luz entra a la habitación y con ella, una sombra bastante curvilínea, la cual me muestra su sonrisa junto a sus dulce mirada color caoba, es mamá y al verla mis brazos instantáneamente se estiran para querer abrazarla, como una niña pequeña.

—Constanzé, hoy me iré a una conferencia a Suiza, volveré en una semana —Pronuncia mientras me abraza, sus manos acarician mi espalda— Por favor, cuida de tu hermano.

Asiento, por supuesto que lo haré, ya tengo la edad y madurez suficiente para cuidar de Ciel, al parecer, mi respuesta le alegró, ya que besó mi frente, apretó mi mano delicadamente y se levantó para ir hacia la cama de Ciel, se agachó hasta la altura de su cabeza y retirando sus finos cabellos, besó su cien. Sé que finge dormir, ya que cuando mamá entró a la habitación, su cabeza se elevó un par de centímetros, ¿por qué no quieres mirarla? Ella nos ama, Ciel, nos ama a todos y sólo quiere nuestro bienestar.

Constanzé ©  | Libro #4 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora