Capitulo uno - Nieve

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La nieve caía fría y sin prisa, mis botas se hundían con cada dificultoso paso que daba, uno a la vez, luego otro.
No podía ver el camino por el que iba a menos que alzara mi cabeza y mirara hacia mi espalda, cosa que hacia cada 10 pasos para ver que no hubiese algún árbol con el cual me pudiera tropezar.
El hecho de ir avanzando de espaldas, agachada y con un peso cargando en mis manos me tenían con la respiración entre cortada del cansancio, el aire frió se colaba en mis pulmones perforando como agujas cada lugar caliente que encontraban dentro de mi cuerpo.
Las lágrimas que caían de mis ojos congelaban mis mejillas y el calor provocado por el cansancio en contraste las hacia hervir y ponerse coloradas.

-¿Piensas que nadie te encontrara? ¿Realmente crees que nadie sabrá lo que acabas de hacer?

-Cállate...

-Te van a encontrar.-Me dijo con tono burlón.- Iras a la cárcel Anna jajajajaja

-Te he dicho que te calles...-Amenace volteando para ver donde se escondía esta vez.

Pero no pude encontrarla, corre muy rápido.

-Ellos ya lo saben, están tras de ti Anna, te atraparan y será tu fin.

-Por que no mejor en vez de ocultarte te tomas la molestia de presentarte frente a mí...-Dije seria deteniendo mi avance y dejando la carga que llevaba en mis manos apoyada en la fría nieve.

Lo observé unos instantes, su rostro pálido y frió lo hacia ver como a una perfecta escultura de mármol, suave y ligero, tan perfecto como siempre había sido.
Me puse de cuclillas y acaricié su mejilla mientras las lágrimas seguían cayendo por mi rostro.

-¿Por qué lloras Anna? ¿Es tú culpa no?

-Cállate... Todo esto es tú culpa.

-¿Por qué? ¿Crees que culpándome a mí te quitarás el peso de encima? No Annita, siempre serás tú la culpable

-Mentira...

-Es verdad y lo sabes... Sin importar que hagas jamás nadie te creerá, todos sabrán que fue tú culpa, sabrán que tú lo mataste.

-¡CÁLLATE! - Grité poniéndome de pie y volteando tratando de encontrarla, miré hacia todos lados con desesperación.-¿¡Donde estas!? - Chillé - Aparece maldita sea... - Me dejé caer nuevamente apoyando mis guantes en mi rostro y comencé a llorar con desesperación.

- Lo mataste, lo mataste, lo mataste, lo mataste, es tu culpa, es tu culpa, es tu culpa...-Susurraba sin parar.- Cubrí mis oídos para no escucharla, pero era imposible.- Tu lo mataste, tu lo mataste, tu lo mataste.- Ella estaba en mi cabeza, no era real...

- Por favor Jessi, déjame en paz... Sal de mi cabeza de una vez...

Sentí una fría mano tomarme del mentón y elevar mi mirada.
Ahí estaba ella, llevaba las mismas ropas de hace 2 años cuando todo ocurrió, se veía preciosa con ese vestido azul, resaltaba el color almendra de sus ojos, su cabello seguía tan lacio como entonces y ni siquiera el tiempo ni la muerte le habían quitado ese color carmesí que llevaba siempre desde que llegó.

-Lo siento Anna, no puedo, no después de lo que has hecho... Vamos sigue, sigue arrastrando su cuerpo, te encontraran.

Me puse de pie y seguí arrastrando el cuerpo, una mancha de sangre marcaba el camino en la fría nieve, los árboles ocultaban el secreto que mi alma cargara desde ahora y para siempre.

-Por favor Jess... Ya me has arrebatado todo lo que tenía tan solo déjame en paz...- Ella corría entre los árboles, sus pies descalzos no dejaban huellas en la nieve, y su aliento no se hacía notar en la fría noche.

-¿Lo que tu tenías Anna? No, todo lo que creías tener, es mío por derecho, tú me lo arrebataste.

-No fue mi culpa...

-Me lo quitaste todo... Eres una zorra Anna... Una zorra...

Ya no podía soportar escucharla, era todo tan irreal, tan difícil y doloroso de aceptar.
Mis manos cansadas soltaron el cuerpo y caí de espaldas en la nieve.
El cielo se veía tan oscuro y triste como mi alma se sentía, cubrí mis ojos con mis antebrazos y lloré con todas mis fuerzas, era un grito al aire que se perdía en la inmensidad del bosque, aquí podría llorar sin que nadir pudiera oírme.

-No seas tan melodramática, no deberías sentirte mal por todo, después de todo desde un principio ustedes jamás deberían haber estado juntos.

-¡Eso no es cierto!- Grité sentándome en la nieve.

-Sabes que así es...- Giré mi cabeza hacia el lugar de donde provenía su voz.

-Fuiste tú quien arruino todo desde un principio, tenía mi vida antes que volvieras de Nueva York...

-Jajajajajaja jamás tuviste nada hermanita.

-Vuelve al maldito infierno en el que te dejé...

Anna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora