Vamos Emm, yo sé que puedes levantarte- convencído me decía- Siempre supiste levantarme a mí- su voz tranquila resonó- ahora te toca a tí.
Voces dispersas sonaban en mi cabeza, pero no llegaban a ser comprendidas por mí. Me concentré en una sola voz familiar, la de mi madre, esta vieja cotorra hablaba sin parar preocupada.
-Ya puedes callarte mamá...- mi voz sonó como un gallo afónico, me levanté sobre algo sólido-Estoy bien- estaba sobre un banco de la iglesia, al rededor pude identificar a mis hermanos, Ty se encontraba en plena fase de llanto, Colin estupefacto, como si hubiese visto a la muerte pasar frente a sus ojos y Ray tenía el rostro de idiota de siempre. Detrás de este trío se asomaba mi padre, serio, acompañado de otros pocos rostros de personas pertenecientes al funeral- Lo siento si causé molestias- me levanté del banco.
-Despacio, te puedes marear o...- callé a mi madre dirigiéndole una mirada con el mensaje de que cerrara la boca.
-Estoy. Bien.- Marqué las palabras en un tono mayor para que quedara bien claro.
Todos salimos por la parte trasera de la iglesia, las personas desconocidas se fueron dispersando y desapareciendo. Mi madre y mi padre caminaban a mi lado susurrándose y dejándome fuera por completo de su plática, me acerqué a mis hermanos pequeños.
-¿Con que tenian miedo de que su hermosa hermanita muriera?- dije graciosa- Y que ya no pudieran ver su hermoso rostro por las mañanas.
-Fue solo la presión del momento...- dijo Ty haciéndose el macho- Y ni tu cara llegaría a ser linda aunque te la reacomodasen.
-Más bonita que la tuya si querido Ty- suspiré.
En una parte del sendero hacia el aparcamiento me detuve observando a lo lejos la tumba de mi amado abuelo.
Mi madre me tomó del hombro comprendiendo la situación.-Ve Emma..- dijo, y dejó caer su mano.
Sin pensarlo dos veces me salí del camino de piedra, y dejé que mis botas pisaran nuevamente el verdoso césped abriéndome camino entre las lápidas que parecían ser eternas, hasta llegar.
-Tantas muertes. Tanta paz para estos, pero como consecuencia es tanta la tristeza que vive en los que quedan - el pensamiento sombrío se formó en mi mente.
GUSTAV ÁUREO ALLAMAND
"El tiempo podrá pasar, pero los recuerdos siempre quedarán"
1939- 2017La imagen se grabó a fuego en mi mente.
Sonreí al recordar a mi abuelo repetirme esa frase todo el tiempo de pequeña.-Lo lamento - dijo esa voz masculina, volteé para encontrarme nuevamente con el joven extraño- Siento lo de Gus- mi alma se heló, causándome impresión, solo yo lo solía llamar así. Gus. Él lo notó y su expresión se tornó arrepentida.
- ¿Quién eres? -dije aún en shock algo desafiante, él calló confundido.
- Lo siento, se suponía que no tenía que volver- dijo retrocediendo- Olvídalo -pausó negando- Olvídame - terminó por decir mirándome con seriedad y fijamente. Sin dejarme decir más desapareció entre árboles y tumbas, caminando rápidamente.
No logré hacer nada, simplemente, permanecí quieta, con mi boca aún entreabierta por la sorpresa y falta de claridad en la situación. Mi vista, llena con frustración y confusión, fija en el último lugar donde lo pude observar desaparecer. Y con las preguntas sin cumplir su propósito, sin obtener sus respuestas, esas preguntas que volvían loca a mi curiosidad, las que me comían por dentro.
***
Una vez ya viajando vuelta a casa seguía hipnotizada por el paisaje de la ventanilla, adoraba tanto esos colores gastados de la época. El invierno ya se acercaba, anhelaba ver nuevamente blanco por doquier o poder sentarme llena de mantas por encima, y, junto con un caliente café, disfrutar de la vista del amanecer que me permitía tener la pequeña ventana del ático junto a mi cama.
Ver a los dos niños mal criados, hijos de los vecinos, estamparse bolas de nieve hasta romper en llanto, me daba, cruelmente, una sensación muy satisfactoria.
El invierno, esta tan amada estación para mí, definitivamente, tenía que pasarse en casa.Seguramente el karma debió oírme decir que me era satisfactoria la escena de los hermanitos Adams matándose uno al otro, ya que mi mamá comenzó a arruinar mis expectativas de cómo pasaría la siguiente estación.
-Oigan niños -comenzó hablando Mary, mi madre- este invierno iremos un tiempo a la casa de la abuela, para hacerle compañía.
-¡No! -solté rotundamente, a lo que mis hermanos me miraron confusos- No pueden..- susurré tratando de encontrar palabras para describir todo lo que se acumuló dentro de mí- Por favor no -solo logré decir
-¿Qué tienes? -preguntó Mary preocupada ya observándome de arriba a abajo desde el asiento del acompañante.
-Ella nunca necesitó de nuestra compañía- recordé que desde que era una inocente niña, ella nunca volvió a contactarse con nosotros.
-Porque en esos momentos tenía a tu abuelo junto a ella Emma, ya no- dijo ella haciendo notar su tristeza.
-¡Cómo si alguna vez le hubiese importado mamá!- grité, no contuve las lágrimas, solo mantuve fija la vista en la ventana, ignorando el hecho de que mi padre había casi frenado por completo el carro y todas las miradas estaban sobre mí.
En el resto del camino el silencio se hizo parte del ambiente, y permaneció hasta llegar al anochecer.Al bajar del vehículo, todos estaban amontonados frente a la puerta esperando a que papá abriera con sus llaves, menos yo, yo estaba atrás del montón que rodeaba la puerta, mirando fijamente a la misma.
Apenas la entrada se tornó hacia adentro, ellos entraron, como de costumbre, se sacaron sus abrigos, Robert, mi padre, dejó caer las llaves sobre la mesada. Yo solo me abrí paso entre ellos, sin costumbres, sin palabras, pero con el peso de sus miradas, desapareciendo por las escaleras hacia el segundo piso junto con el ruido de mis botas pisando.Rechinaron las escaleras del ático al sentir la dureza y peso de mi calzado. Ya arriba, subí las escaleras sellando ya lo que se había convertido en mi habitación del pánico otra vez más.
Me recosté en mi cama sin tocar mi teléfono y me dejé llevar con los ojos cerrados.Mi mente navegaba en un mar de oscuridad. De a poco se dejaba ver una imagen, nuevamente, de ese par de ojos verdes. Con la diferencia de que ahora podría examinarlos más detenidamente.
La imagen solo dejaba a la vista sus grandes y perfectos ojos verdosos, parecían pertenecer a alguien pequeño, de pocos años de edad. Me encontré perdida en su mirada el resto de la noche.
...Lo que Emma no sabía aún, era que detrás de esos bellos ojos y esa mirada tan profunda, había un pasado triste.
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Our Memories
Romantiek...Todos podemos decir que no recordamos parte de nuestra infancia, como un borrón en nuestra historia, de la cual algunos momentos lograron permanecer, los mas importantes en general, pero la diferencia de Emma Allamand con las demás personas, es q...