C A P Í T U L O 3

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Mi cuerpo lucía el negro la tarde del día siguiente, afuera hacía un día nublado y triste, bajé las escalerillas del ático.

Parecía que mi energía estaba totalmente apagada, no sentía nada, ni felicidad ni un estado agradable, pero tampoco tristeza ni dolor, todos mis sentimientos se habían alineado formando un estado de... nada, completa y simplemente nada.
Mis hermanos se habían encerrado el día anterior igual que yo por la noticia, la cual recibieron luego de mí.

En la sala estaban mis dos hermanos menores, mi madre ayudaba a mi padre a colocarse el gran saco gris. Ty y Collin  en el sillón mirando hacia el suelo. Me acerqué y me arrodillé frente a ellos.

-Todo mejorará, lo superaremos- los consolé.

-Él no volverá nunca- sollozó Ty, mientras Collin asentía.

-Siempre estará con nosotros- los tomé por los hombros- aquí- toqué el pecho de Ty y luego el de Collin- en su corazón.

Estábamos dirigiéndonos hacia el cementerio en el auto, miraba el paisaje de otoño, pasaban los árboles rápidamente, parecía que todo en ese día giraba en torno a mis sentimientos.
En un momento comencé a sobresaltarme, al ver distintos tipos de lápidas, diferentes tamaños y colores apagados, mi corazón comenzaba a latir irregularmente, se presentaban respiros entrecortados y la mirada perdida entre tantos nombres grabados, frases que los acompañaban pasaban una y otra vez por mi mente. De pronto ya se escucharon las puertas del carro abriéndose, bajé del vehículo, pisando en el césped bien cuidado con mis botas cortas.

Ya estábamos allí, después de saludar a miles de personas, pareció una eternidad, todos con las mismas frases, lo siento, nuestras disculpas, lo lamentamos, exactamente lo mismo dicho de diferentes maneras, se veía en sus ojos que no sentían nada, solo venían por educación, personas desconocidas, amigos falsos, familiares que nunca se interesaron de verdad por mi abuelo, por otra parte estaba la abuela Abel, nunca fue muy cariñosa con nosotros, sus nietos, era rica y egoísta, mi abuelo era dulce, amable y gracioso, pero mantenía un lado serio. No entiendo como fueron compatibles alguna vez, muy dentro de el alma de mi abuela sabia que lo apreciaba al menos un poco.

Estábamos ya todos reunidos frente a la tumba, la voz masculina del padre comenzó a hablar, no le di importancia, pensaba a mis adentros.

-Tengo que salir de aquí- respiré mirando a todos lados como si buscara una salida y cerré los ojos con fuerza- Eres fuerte, quédate- cerré mis puños a los costados de mi cuerpo- ¿A quién engaño? ¡Nunca fui fuerte!- mis pies ya se dirigían a una pequeña iglesia blanca sin pensarlo dos veces.

Me senté en las escaleras de la puerta de atrás y comencé a llorar sin parar, con mis ojos cerrados

- ¿Qué le pasa a la niñita?- dijo una voz burlona, levanté la vista y me encontré con un chico de rulos castaño claro, rostro pecoso y anguloso, apoyado cómodamente en el tronco de un árbol, tenía la blanca camisa fuera del pantalón, arremangada hasta los codos, cruzado de brazos mirándome.

-¿Por qué no te vas por donde saliste?- me puse seria atacándolo. Se dio la vuelta y dio unos pasos.

-¿Nunca dejarás de maltratar a tu pobre amigo?- preguntó mientras se iba alejando de a poco, yo solo lo miré sin comprender. Cuando volví a fijar la vista en él algo pensante.
Entonces vi reflejado en él a un niño de aproximadamente ocho años de edad, con la misma ropa y el mismo cabello rizado, solo que más corto. Me levante de los escalones y los fui bajando torpemente. Todo era extrañamente familiar.

Creí estar alucinando por un momento todo cerré los ojos con fuerza, los volví a abrir, pero me sentía extraña de todas maneras, mis oídos se agudizaron enfocando el sonido del viento y las hojas chocando unas contra otras en las secas ramas del árbol, un sauce pequeño, pero de fuerte tronco, donde se había posado aquel chico, que era tan familiar y desconocido a la vez. Luego no pude sentir mis piernas y me dejé caer al suelo sin sentir nada, en la oscuridad que parecía ser eterna. Hasta que  los vi, un par de ojos verdes.

Unos interesantes  ojos verdes

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