Phoebe
Ya me han dado de alta y hoy salí del hospital, pero también hoy es el entierro de Susan. Mi gran amiga y confidente se ha muerto. Estos días no lo he pasado para nada bien, simplemente no me acostumbro a la idea de que una gran persona ya no está entre nosotros. Era una amiga muy cercana y tres días atrás que falleció.
Pero ella no solo era mi amiga y confidente, era como una hermana para mí. Tantas veces me decía ella que me quería ver casada, que me quería ver con una bella familia, y ahora ya no está conmigo, ya no la tengo más a mi lado.
Ella era decidida, siempre luchaba por lo que le interesaba, tenía un gran corazón y siempre apoyaba en los momentos que necesitabas. Nunca había un pero en su vida, siempre trataba de encontrarle el lado positivo o alguna solución a las adversidades.
Cuando mis padres murieron, ella estuvo consolándome, diciéndome que las cosas pasaban por algo. Esos pequeños detalles son los que conservaré siempre, ella es y siempre será mi mejor amiga.
Tomo una pluma y una hoja y comienzo a escribir una carta. ¿Qué manera mejor de decirle todo lo que pienso y siento que por una carta?
Susan...
Desde el momento en que supe que ya no te iba a ver más, mi mundo se ha venido abajo, aún no puedo concebir la idea de que la única persona que ha sido una constante en mi vida, dándole un sentido a mi vida y que hacía que no cayera en un pozo sin fondo ya no está... ¿Qué haré ahora?
Teníamos tantos planes y aunque sé que estabas sufriendo, me duele y me deja un enorme vacío. Este gran dolor me oprime tanto que no sé como continuar sin ti. Te amo, eres lo mejor que me ha dado la vida.
Tu muerte solo deja un enorme vacío en mi corazón, miles de lágrimas han rodado por mis mejillas, sin que encuentre el consuelo a este gran vacío que has dejado. No sé lo que haré ahora, ¿Cómo he de continuar sin ti?
Te extraño demasiado...
Doblo la pequeña hoja y la aprieto en mi pecho. Suspiro y coloco mi sombrero negro sobre mi cabeza. Coloco la pañalera de Mia en mi hombro y reviso que no falte nada.
Con Mia en su carrito salgo de mi habitación, Sandy se ha adelantado con Will y Charlotte.
***
—Estamos aquí reunidos para darle el último adiós a una gran hija, gran hermana, gran prima, tía, amiga, simplemente, una gran persona. Susan Dallas, luchó bastante, hasta el último de sus momentos. Pero su muerte no es significado de tristeza. Recordemos a este gran ser con mucha alegría, por todos los momentos vividos junto a ella...— una lágrima se desliza por mi mejilla.
Tantos recuerdos junto a esta gran persona se han quedado marcados en mí mente.
—Phoebe, por favor ayúdanos a dar unas palabras—dice la madre de Susan, asiento y respiro. Agarro la mano de Mia y me aclaro la garganta.
—Todos tenemos momentos vividos junto a esta gran persona. Muchos de nosotros no imaginábamos una vida sin ella, pero ahora, verla allí. Solo se me parte el corazón, me va quitando las razones de vivir. Pero como ella me dijo la vez que mis padres murieron...—tomo una bocanada de aire y limpio las lágrimas que se deslizan por mis mejillas—Las personas nunca mueren, lo que muere es su cuerpo, ellas siempre estarán en tu mente y corazón—suspiro—Muchas gracias por acompañarnos hoy... —allí es donde me derrumbo y lloro a mares, impidiéndome hablar. Dylan me quita de los brazos a mi hija y Sandy me abraza.
Lloro en su hombro y un par de minutos después me separo de ella y me acerco al ataúd de mi amiga, saco del bolso de mi abrigo la carta y la coloco encima junto a una rosa roja. Su madre, hermana, hermano y mi hermana hacen exactamente lo mismo; bajan el ataúd y comienzan a echarle tierra encima. Me quedo viendo como poco a poco el hoyo se tapa y ponen césped artificial encima. Todos se acercaban a darle el pésame a su familia y yo abrazo a Dylan llorando.
Las personas poco a poco se empezaban a ir y yo tome a Mia en brazos.
—Iré a dar un paseo. Aprovecharé para comprar pañales—Dylan no muy convencido asintió. Sin embargo mi hermana y mis amigos negaron—Necesito tiempo a solas—jugué con la manita de Mia—Nos vemos en un rato, por favor—suplique y todos terminaron asintiendo.
Puse a la bebita en su carrito y comencé a caminar por el cementerio en total silencio, dejando que el aire chocara contra mis mejillas y desacomodara mi cabello un poco. Mis pies se movían por sí solos, yo conocía en donde estábamos, aquí nací así que es ilógico que me perdiese.
Tres o cuatro cuadras después estábamos en la heladería donde frecuentaba cuando mis padres estaban vivos. Entré y me senté en una mesa que estaba cerca de la ventana. Saco a Mia y la abrazo. Estos días que no la ví, creció. La siento en la mesa.
—Eres la niña más hermosa que he conocido—agarre su manita y ella dio un pequeño apretón—Eres la fuerza que necesito en estos momentos. Te amo—beso su mejilla y ella rie levemente. Sonrío y una chica interrumpe el momento con mi hija
—Bienvenida, ¿Qué vas a querer?—vi el letrero que estaba colgado en la barra "Solo por hoy, un yogurt gratis en la compra de un helado de yogurt con complemento"
—Me gustaría un helado de yogurt con duraznos y pasitas, por favor—ella asintió y se retiró— ¿Te he dicho lo bella que eres?—le digo a Mia
—Disculpa—alguien se paro frente a mí, una chica que traía una libreta en mano, sus gafas y una cálida sonrisa—Disculpa por interrumpir tu momento con la bebita. Pero no pude evitarlo—señala la silla disponible y yo asiento—La niña es hermosa, quiero ofrecerte algo. Mira, yo trabajo en una empresa de ropa para bebés, y estamos buscando un rostro para la compañía. Hemos hecho varios castings con diferentes bebés. Pero ella—señala a mi hija—Es preciosa.
—Mira, mi hija es muy pequeña, no puedo aceptar que la ocupen de modelo así como así—agarro su manita—Necesito pensarlo.
—De acuerdo. Te dejo mi tarjeta por si cambias de opinión—sonríe y amablemente le correspondo de la misma manera—Me retiro—se levanta del asiento y se despide con un movimiento de mano. Sonrío de vuelta y la veo alejarse.
Dirijo mi mirada hacia la ventana y veo como pasan los carros, las personas ocupadas hablando por teléfono, o contestando mensajes de texto. Desde pequeña me han enseñado a apreciar lo que tenemos, puesto que nunca sabremos cuando hemos perdido al ser que más queremos. Nunca me he considerado una adicta al trabajo, al contrario, me gusta estar en casa.
—Disculpa—volteo y veo a la misma chica que me atendió—Aquí están tus helados, disfrútalos.
—Gracias—se despide con un asentimiento de cabeza y se aleja, tomo uno de los helados y Mia lo ve—No puedes comer esto pequeña—toco la punta de su nariz.
Comienzo a comer mi helado y ella juega con sus deditos, se ve tan tierna y siento una mirada en mí. Volteo para todas partes y veo a Dylan entrar en la heladería, este me ve y sonríe; acomodo a Mia en mis brazos y él se acerca.
— ¿Cómo me encontraste?—pregunto y él sonríe.
—Sabía que llegarías a este lugar—asiente y ve a Mia—No me gusta verte así, como has estado estos últimos días. Habla—pide y suspiro largamente.
—No solo perdí a mi amiga, sino también a una hermana más—parpadeo un par de veces—Me duele demasiado, siento que esto me sobrepasa.
—Estaba sufriendo, luchó bastante tiempo—asiento, ya que soy consciente de eso—Vamos a la oficina, recuerda que hay bastantes cosas por hacer.
— ¿Cómo sabes tú eso?—pregunté.
—Cuando estaban en coma, me daba vueltas por la oficina y luego iba a la tuya—asiente sonriendo de lado.
—Bien, vamos—me levante, él se adelantó a pagar. Acomode a la bebita en su carrito y salimos del lugar.
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My Little Sunshine
RomanceLa vida siempre tiene retos en los que se pone a prueba nuestra fuerza espiritual. La vida de Phoebe no es la excepción. Quedó embarazada y tiene que arreglárselas sola. Tenía la esperanza de poder compartir su felicidad con el padre del bebé. Pero...