Son siete los días de la semana, las notas musicales y los colores del prisma; siete las artes y las maravillas del mundo. Los hindúes reconocen siete ramas del saber y son siete los pecados capitales.
La Biblia menciona cientos de veces el 7 y según se cree significa "completo". Además, en China, Taiwan y Japón, el séptimo día del séptimo mes o "doble siete", es el Día de los Enamorados.
La Osa Mayor (para los egipcios, Madre del Tiempo y de los Siete Poderes) tiene siete estrellas; y siete es en el Tarot el "Carro de Osiris", significador de victoria, verdad y justicia.
En la antigüedad se creía que los números poseían poder aparte de su calidad aritmética : "El número gobierna las formas y las ideas y es la causa de los dioses y de los demonios", aseguraba Pitágoras, uno de los siete sabios de Grecia, para quien el número 7 era la unión de la tríada humana con la sagrada.
El 7 gobierna la ley cíclica del tiempo y es emblema de las siete edades del hombre. Simboliza la ruptura de lo natural con lo espiritual, la liberación, la reacción y la separación. En Astrología, el 7 es Libra, la balanza, y la Casa 7 representa a la pareja.
Para los teósofos, en cambio, el 7 es el número del universo, pues creen que los ciclos cósmicos están gobernados por los siete rayos por los que fluye todo lo que existe bajo el Sol.
En Japón la fiesta se hace en honor a Tanabata, el hada que según una vieja leyenda, se enamoró de un joven, con quien vivió un hermoso romance hasta que fue castigada por su padre.
Para separarlos, el hombre transformó a la pareja en las estrellas Vega y Altair, que brillan en cada extremo del "Amanogawa" (río de estrellas) o Vía Láctea, y desde entonces sólo se reencuentran un día al año: el 7 de julio o "doble siete".