Noches azabache y humo amarillento, libros con páginas en blanco y tinta invisible, inevitable vista aérea de tu cuerpo, ahora lo correcto sería escribir algo creíble.
Léxico que se acentúa con las letras, la tinta hace al poeta y el poeta a la libreta, pluma fina sin desgaste, bastante arrastras, me dice la conciencia, como para cargarle a tu fiel amiga las penas por lo que no alcanzaste. El sonido del metal sobre el papel, la imaginación impregnada, miles de hojas arrugadas fueron tiradas al vuelo, con poesías que no estuvieron a la altura y acabaron en el suelo. Una dedicatoria hacia la almohada, creo que me odia, pero quizás algún día nos llevemos bien, y dormir no sería una osadía. Mil y una noches contaba Sherezade sus cuentos y mil y una noches, le haré el amor a tu recuerdo.