Durante el viaje hacia el planeta Vegita, uno de los guerreros entró en la sala del rey en la nave e informó sobre la exitosa cacería.—Su majestad, he venido a informarle que hemos traído a las veintiún mujeres que nos pidió, todas como las indicó —exclamó victorioso.
—¡Imbécil! ¡Te dije que trajeras veintidós, estúpido! —reprochó el rey acercándose a su soldado.
—Mi señor, le juro que trajimos las veintidós como usted lo ordenó pero uno de nuestros soldados asesinó a una de ellas —explicó angustiado al monarca, quien se calmó por unos instantes.
—¿Quién fue? —lo cuestionó el Rey, sin mirarlo.
—Jeice, mi Señor —tragó saliva—. Fue el soldado Jeice.
—Tráelo ante mí.
Momentos después, aquel soldado que asesinó a la mujer número veintidós hizo su aparición en la habitación haciendo un a reverencia.
—Mi Rey, ¿me llamaba? —habló quedándose estático.
—¿Por qué la mataste?
—¿De qué habla, mi Señor? —una gota de sudor recorrió su frente en ese instante.
—No te hagas el desentendido. Sabes perfectamente de qué te estoy hablando. ¿Por qué mataste a una de mis invitadas? —sé giró para verlo cara a cara— De cualquier manera morirás por desobedecerme.
—¿Invitadas? ¿Ahora son invitadas? —se dijo en su mente el soldado— La asesiné porque me estaba causando problemas; era muy gritona. Cuando subió a la nave, me golpeó, y aunque no me hizo nada, me harte y terminé matándola.
—Eso no te justifica. Pero ya está hecho, así que... de daré el derecho de hacer una última petición.
—Mi Señor, he de preguntarle, ¿por qué insiste en verlas personalmente usted?
—¿Que por qué quiero recibirlas yo? —rió ligeramente— Porque mi hijo merece lo mejor de lo mejor. Y debo ver personalmente quiénes son estas terrícolas que han traído a petición mía, si te olvidas de eso —se acercó a el soldado lo suficiente como para intimidarlo—. ¿Algo más, sabandija?
—No, Señor.
—Bien.
Y lo mató. Después de lanzar su esfera de poder, dándole fin a la vida de el soldado Jeice, llamó a el anterior soldado para recoger el cuerpo.
—Su majestad, si me permite preguntar, ¿en qué utilizará a esas veintiún mujeres? —preguntó dudoso a su rey.
—Pues verás, las hembras saiyajin del planeta Vegita son guerreras y he decidido que esas mujeres que han traído de aquel planeta nos sean útiles para servirnos, diez de ellas serán enviadas a distintos restaurantes de el planeta, oí que las terrícolas cocinan bastante bien, cinco serán enviadas a servir a el palacio real, otras cinco servirán en los repartos de comida y ya que cierto idiota mató a una de esas mujeres, la última será la sirvienta personal de mi hijo —finalizó orgulloso aquella afirmación dejando atónito a el soldado frente a él.
—Mi señor, hemos llegado al planeta, pronto descenderemos —informó otro guardia ingresando en la sala.
—Excelente, al bajar asegúrate de que las lleven a las habitaciones en el palacio para después informarles sobre su destino —explicó dando la espalda a ambos soldados quienes se alejaron lentamente de el salón.
Bulma despertó horas después bastante confundida en, aparentemente, una habitación; se encontraba en una cama y había cuatro más a un lado de la suya, en cada una yacía una mujer despertando de su prolongada siesta, la peli azul se percató que su amiga, Louisa, dormía en la cama junto a la suya y comenzaba a despertar. Todos los recuerdos de lo que sucedió cuando dejó su planeta natal y su reciente amistad con la chica de cabello pelirrojo vinieron a su mente cuando la miró.
—Y ahora, ¿dónde estamos? —pregunto Louisa tallando sus párpados y mirando por doquier en la habitación.
—Aún no lo sé, tal vez nos trajeron aquí cuando aterrizaron —respondió mirando a su amiga.
Ambas se pararon y deambularon alrededor de la habitación observando cada cosa, había una terraza pero ninguna se atrevió a salir y mirar, era posible que fueran atacadas; nada se sabía en un planeta desconocido. Y las otras mujeres que estaban en el cuarto seguían asustadas y aún no creían que se encontraban en otro planeta.
Minutos después entró en la habitación un soldado real, llevaba en manos una caja con ropajes de diferentes texturas y colores.
—Vístanse y luego vendré a escoltarlas a la sala de trono para que sean informadas sobre su trabajo —habló dejando en una de las camas la caja y saliendo de la habitación.
—¿Trabajo? —cuestionó para sí misma la peli azul mientras se acercaba y veía la ropa que estaba dentro de aquella caja.
Eran vestidos color azul marino hasta la rodilla con realces en color amarillo, también había mallas color azul obscuro y unas muñequeras color rojo y rosa, había bastante ropa para las cinco muchachas.
—Bueno, admite que no tienen mal gusto —dijo Louisa tomando en manos uno de los vestidos y alzando los hombros.
Todas siguieron las órdenes de el soldado que previamente dejo la ropa en la habitación, poniéndose los vestidos, mallas y muñequeras, después, tal y como había dicho el guerrero, regreso y las llevo a un gigantesco salón, aparentemente, la sala del trono, de la que habló el guerrero, aquel lugar tenía un enorme y alto techo, con retratos y pinturas por doquier en las paredes y, efectivamente, un enorme trono color rojo, detrás de él un gran ventanal con figuras geométricas divididas en pedacitos; allí se encontraban las demás mujeres ya vestidas con ropajes similares y algunas encadenadas de las muñecas.
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"Esclavitud u Orgullo" Vegebul [EDITANDO]
FanfictionDespués de hacer un viaje hacia el planeta Tierra, el Rey Vegeta consigue bellas mujeres terrícolas y las lleva al Planeta Vegita. Pero entre esas chicas, está Bulma Briefs, a quién deja a disposición de su hijo, el Príncipe Vegeta, como su esclava...