XXI. Reyes

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Bulma's POV

Vegeta; luego de que pensé que probablemente no lo volvería a ver, está aquí, pidiéndome ser su reina. A mí, a alguien que no tiene ni idea de cómo dirigir un país, mucho menos otro planeta. Pero sé que al lado de este hombre, saiyajin u príncipe a quien amo, lo puedo todo.

—¿Hablas en serio? —logro articular, aún en mi sorpresa.

—Jamás he hablado más en serio en toda mi vida —exclama él, haciéndome sonreír ampliamente—. Nos casaremos en una ceremonia allá y luego será la coronación.

Mi felicidad era tan inmensa que por un instante me olvide de lo que acababa de recuperar hace unos días: a mis padres. Mi vida en la Tierra.

Mi rostro entristeció y él preguntó qué ocurría.

—Es sólo que... mis padres, Louisa... los dejaré otra vez aquí.

Me entendía. Y lo sabía. Así que al comprenderlo, entusiasta, me dijo:

—Ellos también pueden venir. O vendremos a visitarlos de vez en cuando —tomó mis manos, alentándome y brindándome la seguridad que me hacía falta para decir lo siguiente.

—Acepto —digo yo, sonriente—. Iré al Planeta Vegita y seré tu reina —solté un suspiro, soltando mis contenidos nervios.

De las pocas veces que lo veía sonreír y que sabía que yo provocaba esa sonrisa —y que mi mundo daba vueltas con ese pequeño acto—, ésta tendría que ser mi favorita.

Fue una sonrisa ladina, pero real y hermosa, como el bello del rostro en el que se expresaba.

Sonrío y me besó.

Eso sucedió aquella tarde, y días después, preparamos el viaje e informamos a mis padres y a Louisa, quienes se ofrecieron a asistir a las ceremonias.

En la nave, mi padre observaba todo con asombro y mi madre degustaba unos pastelillos que trajo. Mientras Louisa dormía y yo conversaba y reía con mi futuro marido y rey.

El —muy pronto— rey del Planeta Vegita.

Llegamos al dichoso planeta rojizo y se nos recibió muy atentamente comparado con la primera vez que fui allí.

—Su Majestad. —Exclamó un guardia, haciendo una corta pero muy respetuosa reverencia al pasar Vegeta frente a él.

Mis padres no cabían en su asombro al observar el lugar. Y Louisa, se miraba calmada con la situación mientras me seguía y de vez en cuando hacía comentarios aleatorios.

Cuando Vegeta asignó habitaciones a los terrícolas que me acompañaban, me llevó a el comedor donde tantas veces lo acompañé y me puso al día en tanto a deberes en el reino, etcétera; así como lo que serían los preparativos de los siguientes acontecimientos.

—Y así serán las cosas de ahora en adelante —me dijo.

Yo sonreía como una idiota, pero no lo podía evitar, así que suspiré por enésima vez en éstas últimas horas.

—¿Cómo te sientes? —le pregunté y él me miró confuso, sin entender mi pregunta—, con esto de ser rey, de tomar el legítimo puesto de tu padre y sus antecesores. ¿Cómo te sientes al respecto?

Él se lo pensó.

—Me hace feliz al fin poder dirigir mi planeta como es debido, haciéndole honor a mi padre, por supuesto, pero también... —sentía vergüenza de decirlo en voz alta, así que lo comprendí.

—Temor —dije yo, mirándolo con ternura. O al menos así lo interpretaba yo—. No debes sentirlo, Vegeta. Sé quién eres y debes recodarlo.

Él volvió a esbozar una sonrisa pequeña.

. . .

—¡Nuestro Rey! —gritaban los saiyajines en la ceremonia de coronación— ¡Larga vida al Rey Vegeta!

Una especie de boda pero con costumbres de el planeta se había celebrado en honor a nuestro matrimonio hace unos días. Y hoy era la coronación.

Muchos gritaban cosas, otros hacían reverencias y unas señas extrañas como muestras de respeto.

—Su Majestad —le dije yo a Vegeta, inclinándome mientras sonreía.

Él hizo lo mismo y yo reí por lo bajo.

Y así continuo el día, con la misma felicidad y vitalidad del planeta que pocas veces había tenido ocasión de observar.

Por la noche de aquel día, Vegeta y yo nos encontrábamos en nuestra habitación, conversando y observando el peculiar cielo del lugar con sus dos lunas.

Nuestra. Se siente extraño decir eso. Pero es cierto, ahora él es mi marido.

—Ay, Vegeta, soy tan feliz —le dije, sonriendo, a lo que él respondió dándome un beso, el cual correspondí.

Cuando nos separamos me observó unos segundos y dijo:

—Yo también lo soy porque estás a mi lado.

Mi vida no podría ser mejor.

Estaba casada con el saiyajin al que amaba y era reina de un planeta.

FIN
. . .

A continuación, un pequeño epílogo.

"Esclavitud u Orgullo" Vegebul [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora