X. Amable

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El saiyajin salió semidesnudo; solo con una toalla en la cintura. La peli azul lo miró por unos instantes y luego giro la cabeza evitando verlo de nuevo. Vegeta busco algo en el armario y luego vio de reojo a la terrícola.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó arrogante y vanidoso acercándose hacia la peli azul.

—¡Idiota! —dijo cruzándose de brazos mientras se levantaba y entraba al baño.

—Pero que mujer tan más extraña —exclamó para sí mismo antes de cambiarse; se pondría su armadura de siempre.

Al terminar Bulma salió ya lista pero no encontró al saiyajin por ningún lado, luego vio como un guardia irrumpió en la habitación.

—He venido a escoltarla al comedor —la peli azul se quedó sorprendida ante el tono de su voz pero después decidió seguirlo y fue llevada hasta el comedor donde yacían el Rey y su primogénito.

El mismo guardia le retiró una silla frente a el príncipe. Ella aún estaba sorprendida, el príncipe se mostraba relajado y el Rey la miraba con curiosidad. Se sentó donde le indicó y luego el guardia se retiró para después dejar entrar a las mujeres que habían sido elegidas para trabajar en el castillo.

Bulma buscaba con desesperación a Louisa, su amiga, cuando al fin la encontró. Fue la última en entrar, todas traían platos gigantes en manos y exactamente los mismos ropajes; aún en fila se dedicaron a poner los platos en la enorme mesa, Louisa le sirvió a su amiga y luego le dejó una nota a un lado del plato, Bulma se dio cuenta y lo guardo en un bolsillo.

Comenzaron a comer, Bulma se moderaba en sus bocados a diferencia de los dos sayiajines en la mesa, ellos devoraban cada bocado. En menos de diez minutos terminaron, durante todo el desayuno hubo un silencio abrumador, pero tranquillo.

Más tarde, el príncipe caminaba por los extensos pasillos del gran palacio, sus pasos eran lentos y detenidamente miraba todo a su alrededor. La peli azul, que ahora era su esclava era obligada a seguirlo a todas partes, pues el Rey le indicó que si estaba a más de diez metros de su hijo una descarga eléctrica podría matarla.

Solo era una advertencia pero aún así le aterraba la idea, ella había decidido seguirlo a una distancia razonable, pues no tenía nada que hacer. Estando encerrada, tal vez, para siempre, no había mucho que hacer. El príncipe siguió su caminata hasta llegar a una especie de jardín, se encontraba algo alejado de el jardín principal. Bulma supuso que era un lugar ¿secreto?, eso lo averiguaría pronto. El saiyajin detuvo su caminata.

—Sabía que me seguirías —dijo volteándose para ver dónde se encontraba aquella terrícola.

—Pues no tengo más que hacer, además, tu padre me amenazó de muerte si intentaba escapar. Y realmente no sabría cómo regresar exactamente a mi planeta... —respondió cruzándose de brazos sin mirar al príncipe.

—Yo sé... —comenzó a explicar mientras se sentaban en una banca cercana dejando espacio para Bulma, quien pronto se encontraba a un lado de Vegeta—, que mi padre es una persona terrible. Solo conmigo se ablanda, y eso sólo sucede aveces. Comenzó a ser así desde que mi madre murió —continúo hablando con un tono de nostalgia, ni él mismo sabía porque se sentía en tanta confianza con ella como para contarle eso, pero tal vez así debía ser, necesita desahogarse, y ¿por qué no con su ahora esclava?

—Lo siento. No tenía idea —dijo Bulma, tratando de brindarle apoyo, ahora se sentía sola por estar lejos de sus padres pero él había perdido a su madre, eso no se comparaba.

Seguro había sido muy duro para él, ella creyó que tal vez esa era la razón del carácter fuerte del saiyajin. Sin pensarlo, se acercó más y lo abrazo, brindándole calor y apoyo. Vegeta estaba sorprendido pero pronto correspondió su abrazo.

Sabía que él lo necesitaba, minutos después se separaron. Al cruzar sus ojos se detuvieron por unos segundos, el príncipe se acercó a el rostro de la peli azul lentamente, al juntarse sus respiraciones cerraron sus ojos y juntaron sus labios en un dulce beso. Ambos deseaban ese beso.

Segundos después, al separarse, ambos bajaron la mirada y de la nada una tenue lluvia los comenzó a cubrir, el diluvio se intensificó, se encontraban empapados.

—Hay que volver —dijo en un tono cariñoso, Bulma jamás había escuchado ese tono en su voz, y no quería volver a desconocerlo; ella le regaló una sonrisa y asintió con la cabeza.

Comenzaron a caminar y pronto estaban dentro del castillo, trataron de escabullirse por los pasillos, no tardaron mucho en llegar a la gran habitación del saiyajin.

—Anda, ve y báñate o te resfriarás —dijo dándole una manta a la terrícola quien temblaba de frío.

De nuevo estaba sorprendida, se estaba comportando amable de nuevo. Ella solo le sonrió y le hizo caso, entro al baño y se estuvo no menos de veinte minutos duchándose. Al salir solo tenía puesta una toalla que le cubría considerablemente su cuerpo, el príncipe estaba sentado a la orilla de la cama sin media armadura puesta, se encontraba pensativo. Él mismo se preguntaba porque sentía esa extraña atracción hacia la peli azul, ¿acaso ese era el sentimiento que los terrícolas llamaban "amor"?

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"Esclavitud u Orgullo" Vegebul [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora