XIX. Te Extraño

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Bulma aún no lo creía. Estaba en su casa, en la Tierra. Después de haber estado casi dos meses en el Planeta Vegita, donde conoció a el amor de su vida.

Y ahora su ex novio estaba frente a ella, quien fue su primer amor. Es decir, ya no sentía nada por él; se podría decir que le repugna su presencia.

Pero Bulma, al no ser una persona rencorosa, no le significaba nada que él estuviera allí. En realidad, le parecía una falta de respeto, ya que cuando ella terminó con él fue la primera vez que lo vio engañándola; quién sabe si lo hubiera hecho antes.

Se quedaron mirando durante unos segundos y la peli azul apenas se dio cuenta de que su ex novio llevaba un ramo de rosas. Antes eran sus favoritas, pero ahora no.

Pues después de haber visto centenares de nuevas especies de flores en aquel planeta rojizo, aquellas eran su fascinación.

—¿Qué te hace creer que volveré contigo? —soltó Bulma y el chico de las cicatrices extendió el ramo con ambas manos— Mira, no te odio, ni te tengo rencor ni nada de eso, pero ya no siento nada por ti —aclaró y agitó las manos frenéticamente, explicándose—. ¿Amigos? —extendió su mano y él la estrechó.

—Amigos —dijo él.

—¿Y bien? —interrumpió Louisa— ¿Nos iremos o se pondrán al día?

—No, no. Vámonos —habló la peli azul y rodeó al chico para pasar—. Adiós, Yamcha.

Y se fueron de allí. Eventualmente el chico también se fue, pero no se fue destrozado ni nada de eso, sino que se fue con alivio, pues ahora había confirmado lo que sucedió entre él y Bulma: ella estaba bien y eso bastaba.

Louisa y Bulma llegaron gustosas a donde los padres de la pelirroja, quienes recibieron alegres a su hija perdida y acogieron con cariño a su amiga peli azul. Pasaron una tarde tranquila y divertida.

Finalmente llegó la hora de despedida.

—Ay, Louisa. Después de todo lo que pasamos ¿quién habría dicho que ahora sucedería esto? —exclamó Bulma, sonriéndole.

—Así es —asintió con la cabeza—. ¿Ya tienes mi número y dirección, verdad?

—Si, todo está aquí —señaló su celular—. Adiós, amiga —se dieron un abrazo y Louisa le susurró a su amiga:

—¿Piensas volver, cierto? —alzó una ceja, aún abrazadas.

—Si —afirmó la peli azul y la tomó de las manos—. Tengo que hacerlo. Él es...

—El amor de tu vida, lo sé —puso los ojos en blanco y sonrío—. Ve por tu sueño. Te lo mereces, heroína —ambas rieron y prometieron verse más seguido y mantenerse al tanto de sus vidas.

Horas después, casi a media noche, Bulma llegó a su hogar de nuevo. Y durmió soñando con su príncipe saiyajin.

Te extraño, Vegeta.

Mientras tanto, en aquel planeta no muy lejano, nuestro príncipe caminaba de lado a lado afuera de las puertas de la habitación de su padre, el Rey. Cuando un subordinado salió de la puerta, detuvo su caminar y entró rápidamente.

—Padre —lo llamó y el hombre apenas pudo sentir su presencia.

—Hijo mío —miró a aquel joven con orgullo como no lo había echo hacía mucho—. Lamento todo lo que te he hecho. Sé que te causé mucho daño. Especialmente lamento lo de tu madre.

—Un saiyajin nunca pide perdón —le recordó a su padre una vez que estaba parado a un lado de su cama, donde yacía recostado, mal herido y enfermo. El monarca más viejo río.

—Lo sé. Pero déjame terminar —se acomodó—. Sediento de poder, siempre temí que me arrebatarás el trono. Una tontería, supongo. Pero ahora veo... que eres el más indicado para llevarte mi trono —hubo un silencio.

. . .

"Esclavitud u Orgullo" Vegebul [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora