Alycia II

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Sus pies se enredaron entre ellos mismos y su cuerpo fue a parar encima de aquella mujer.

 El café (sin azúcar) voló hacia el ventanal. La menuda chica se paró de un salto, con la lengua enredada en disculpas.

-Que se te ha derramado el liquido en la cara y te la ha manchado.- dijo la mujer con una sonrisa en la cara.

Alycia, luego de unos segundos, entendió que se había burlado de sus pecas. Y también que la taza se había partido en pequeños pedacitos (como aquella muñeca de porcelana que rompió cuando era sólo una cría) y que uno de ellos había rebotado como una suave lija en la lechosa piel de aquella criatura rubia que la miraba.

-No niña, no pongas esa cara.No pasa nada, fue solo un accidente.

Tomó entre sus largos dedos su cartera del piso, parándose. La chica miraba el piso.La mujer la tomó de la barbilla e hizo mirarla. Alycia se sonrojó.

-No veo muchas colorinas por acá ¿sabes?. Soy fotógrafa, tengo mi estudio cerca, no trabajo por dinero, me gusta el arte. Te he visto varios días, no voy a darte cumplidos, pero me gustaría retratar tu cara manchada.

La soltó. Abrió el bolso y sacó por un momento una gran cámara fotográfica. Luego la guardó.

-Si te interesa, me quedo en la segunda avenida. Dos calles de aquí. 

Dicho esto le dió la espalda y caminó hacia la puerta. El café estaba casi vacio, la gente embobada en sus conversaciones, dos soviéticos gritando en su idioma local,una camarera se limaba las uñas y Graciela limpiaba de rodillas el piso. Los tacones de la mujer hacian un pequeño eco en el lugar.

-¿Cuál es su nombre?

Alycia soltó de repente. Sintió como se volvía a sonrojar.

-No hace falta decirlo. Llámame como quieras y ese será.

Las féminas se sonrieron. La mujer salió, la chica la vió caminar por la calle. 

Sería una interesante tarde si le dejaba a Graciela su turno y ella salía un rato...

El Paraíso de Las Vírgenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora