✖ Famoso desconocido ✖

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Keith necesitaba un poco de apoyo psiquiátrico

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Keith necesitaba un poco de apoyo psiquiátrico. En serio.
Resulta que el mejor Detective juvenil y guapo famoso padecía esquizofrenia.
Era algo un poco chocante, según lo que me había dicho Lime entre discretos susurros ni bien el ascensor cerró sus puertas metálicas, dejándonos dentro.
No podía creer que entre nosotros se encontraba Keith Loid: el auténtico, en carne y hueso.

Si conocieras a ese chico sin saber sobre su fama y sobre su enfermedad, supondrías que sería común y corriente, quizás un poco alejado de lo habitual: un excéntrico.
No sé cómo es que lo sabía a ciencia cierta, pero los signos de su esquizofrenia estaban bastante claros la primera vez que conocí su verdadera personalidad. Le atribuí un comportamiento alarmante: Keith hablaba solo, para sí mismo, hablaba con alguien invisible y con todo el mundo a la vez. Era difícil saber si se estaba dirigiendo a ti en concreto. Complicado de adivinar.
No esperaba que él tuviera esa enfermedad. Pensé que se comportaría como el típico chico superestrella arrogante que nos observaría cual águila... Pero no.
Su humildad y afabilidad era algo extraordinario, adorable a mis ojos. Pocas personas lograban conmoverme o agradarme. Keith lo había logrado en menos de un minuto.

Empezamos a subir piso a piso en el ascensor. Norman controlaba los botones que manipulaban la cabina.
De vez en cuando, de la nada Keith empezaba a reírse solo, creyendo haber escuchado un chiste cuando en realidad todos manteníamos silencio. Su risa era contagiosa y tierna, pero eso ya se había trasformado una circunstancia de tensión insostenible.
Se le formaban hoyuelos al sonreír en sus mejillas suaves. Cabello rubio como la arena, despeinado, y ojos relampagueantes, repletos de vida: Keith Loid era todo un primor.

No obstante, la letra de su canción —la que me había enseñado mi hermana— me volvió de golpe a la cabeza.
Ahora todo cobraba un nuevo significado. Me hubiera gustado decirle a Keith cuánto me había encantado su canción, la cual de hecho, inesperadamente se había vuelto una de mis favoritas.
Si mi hermana supiera a quién tenía a mi lado... 
Sonreí. Gwen hubiera sufrido un patatús.

A los demás no les sorprendía las actitudes extrañas de Keith, y menos que menos el hecho de que fuera famoso, como si a ellos se les ocurriera decir: "Hoy estuve junto a Selena Gómez. Fue un día aburrido. Ya sabes, lo de siempre."
¡Actuaban demasiado natural! ¡Yo me subiría por las paredes como una loca de remate si tuviera a mi ídolo junto a mí! ¡Selena Gómez, Keith Loid, Avril Lavigne, quien pudiera!


No me imaginaba tener un novio como Keith, y ponerme en el lugar de Lime. Sería difícil de tratar... por varias razones. Hacía meses, yo había estudiado en el colegio sobre la esquizofrenia. Según lo que me acordaba, él parecía tener dos tipos de esquizofrenia a la vez: Paranoide  y Hebefrénica. No era un caso tan grave en Keith, que yo percibiera a simple vista. Podía ser tratado con regularidad y su enfermedad ser limitada hasta el punto de darle la posibilidad de disfrutar una vida normal; más teniendo en cuenta de que el chico era dueño de una inmensa fortuna, lo cual debía de ayudar bastante en el progreso de su tratamiento psiquiátrico.

La enfermedad, básicamente, se trata de que la persona en cuestión suele alejarse de la realidad. Lo usual es que escuche voces que no vienen de ninguna parte más que de su propia cabeza. Puede alucinar, o ver sombras, personas que allí no están, y así como así ver cosas que aparecen y desaparecen de la vista... Es un juego creado por su mente.
Algo así: confundir y alternar la realidad con su propia imaginación, como si sufriera parálisis del sueño estando despierto, consciente, y contando con pleno dominio de su cuerpo.

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