✖ Un amigo nos visita ✖

194 35 15
                                    

Al bajar por las escaleras, me sorprendió escuchar una voz familiar retumbar por los corredores

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al bajar por las escaleras, me sorprendió escuchar una voz familiar retumbar por los corredores.
Había alguien hablando junto a Lime: era Philip Wide, el asistente personal de Keith Loid.
Al decir "asistente personal", me refiero a que él era su asistente en las investigaciones y demás actividades. Se podría decir que Philip cumplía las tareas como su mano derecha.

Complexión delgada, rubio de ojos aceitunados.
Nunca le había fallado a Keith a pesar de ser muy —pero que muy— torpe.

Philip se volteó a vernos justo cuando Crista pisó el último escalón. Ella jamás lo había visto antes, por supuesto. Él rio con cortesía:

—Buenas noches —dijo, apenas pronunciando la letra "ese"—. Espero que se hayan aprontado para salir al baile.

Keith sonrió detrás de él, con un brazo rodeó la cintura de Lime y luego le susurró algo al oído. Ella lo golpeó en el pecho con cariño.
No sé qué tanto se decían en susurros, pero tampoco me interesaba.
O sea, era evidente que Keith estaba diciéndole cosas pervertidas —siendo él el rey de los que hacen comentarios fuera de lugar— y ella trataba de disimularlo como podía. 

—Norman me ha comentado sobre eso —expresó Crista, con aire inocente, extraño en su forma de ser.

De repente, Philip se aproximó hasta ella e instintivamente le tomó de las manos; observaba con afán su delicado y escultural rostro.
Los celos me mataban las neuronas cuando alguien se acercaba a Crista. No podía simplemente dejar las cosas pasar.
Pero para mi desesperación, Philip se encontraba demasiado cerca de ella, como a unos quince centímetros de sus hermosos labios. Poco a poco Crista se fue apartando, tratando de no quedar descortés. Su mirada era glacial.

—M-me llamo Philip Wide —se presentó el chico, conteniendo las manos de Crista en las suyas con educación—. Soy el asistente personal de Keith Loid.

Cuando Crista me miró, sentí que mi corazón se derretía por dentro.
Solo Dios, si es que existe, sabe cuántas veces he pensado en ella.
Crista soltó las manos de Philip lentamente y sonrió de lado, un poco incómoda.

Entonces, después de salir y verificar que todo se encontrara en orden, nos marchamos de la casa. Antes de atravesar el patio delantero, Crista echó un vistazo sobre su hombro, contemplando su hogar, sopesando si lo vería otra vez, luego de su Misión.
Sería difícil para ella tolerar el dolor de abandonar su casa, pero se había prometido a sí misma que regresaría sana y salva.

Trancamos la puerta meticulosamente y salimos a la calle en total silencio: lo único que se podía escuchar entre el canto de los grillos y el zarandeo del viento a través de nuestras pisadas.

—¿Qué haces aquí, Philip? —inquirió Lease, frunciendo sus labios pelados por el frío—. ¿Tienes algún aviso que decir?

Philip tragó saliva. Su rostro se enrojeció de golpe.

—N-no... Nada de nada. E-en la Agencia se está aplicando el plan B de emergencia.

Keith se dio la vuelta y lo enfrentó cara a cara con una expresión furiosa. El miedo se arremolinó en el grupo.

Clasificados © [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora