10.¿Nueva técnica?

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Kagome—miro y no hay nadie—Kagome—vuelven a susurrar.

—¿Quién me llama?—hablo, pero no obtengo respuestas, trato de ver algo en esta horrenda oscuridad pero es imposible.

Kagome—vuelven a llamar.

—¿Quién eres?—pregunto cuando veo aparecer a una mujer con traje de armadura muy hermosa.

Me llamo Midoriko—responde ella.

—¿Dónde estoy?—pregunto cuando la oscuridad desaparece y da paso a un lugar lleno de arboles verdes.

Estás en el bosque Kagome—responde Midoriko.

¿Qué hacemos aquí?ella me mira y luego mira algo detrás de mi.

—Presta atención a lo que verás—me doy vuelta y me veo a mi entrar al bosque, corro y corro hasta el árbol sagrado y me paro lentamente, cuando voy alzar la vista para ver lo que está mirando , todo se torna borroso y va desapareciendo—Kagome nunca lo olvides—escucho la voz de Midoriko—tu eres la única que puede acabar con el mal, purifica y no dejes que te consuma a tí, debes buscar tu luz dentro de tu propia oscuridad, hazlo por todos Kagome—y con eso todo desaparece.

Despierto abrumada y al levantarme tan de prisa me mareo al instante, ¿qué fue ese sueño?, ¿quién es Midoriko? Con la palma de mi mano me restriego los ojos, me levanto de la cama y me duele todo el cuerpo, voy me baño rápidamente, relajando todos mis huesos, nada mejor que un buen baño. Me coloco un lindo kimono un tanto atrevido color rosado, con destellos negros y blancos manga larga, me hago una coleta alta con una cinta a color con el kimono, después que estoy lista bajo las escaleras y me encuentro el castillo solo, camino por los pasillos y no hay nadie.

—Kagome cuanto tiempo sin vernos—habla una voz que hace que los vellos de mi piel se erizen al instante, me doy vuelta y me encuentro con esa mirada penetrante morada, es el niño de ayer.

—¿Quién eres?—gracias al cielo mi voz salió muy amenazante y no atemorizada.

—Veo que haz cambiado—sonríe de lado—me gusta esta nueva Kagome—me mira de arriba hacia abajo, y de abajo hacia arriba.

—¿Quién eres?—vuelvo a preguntar cruzando los brazos.

—Soy Hakudoshi—responde con una sonrisa arrogante—tu contrincante por hoy—camina y veo que saca un ¿arco?

—¿Contrincante?, no quiero pelear hoy, en la noche es que pienso entrenar—él hace caso omiso a lo que he dicho y busca una flechas.

—Veámos que tan buena eres kagome con el arco y las flechas—yo miro el arco como si hubiese salido de otro planeta, o por lo menos de otro siglo.

—No sé usar esta cosa—levanto la manos sujetando el arco y las flechas.

—Escúchame bien porque no repetiré —voy a protestar pero me da una mirada intimidadora para que me calle y lo hago.

—Puedes comenzar a hablar—digo seca.

—Naraku me pidió que entrene contigo—asiento con la cabeza callada—, pero yo no voy a ser sútil contigo —toma pausa y con su tipica voz fría habla—tienes poderes de sacerdotisa, podemos utilizar tu poder para muchas cosas, aparte veo que eres la primera en crear armas para pelear con su poder espiritual, te estaré atacando y tu tendrás que esquivarme o tratar de lastimarme, cuando no puedas ninguna de las dos cosas vas a utilizar defensa cuerpo a cuerpo—se levanta del suelo, que hasta ahora es que me doy cuenta que estaba sentado—vamos—asiento y salimos al patio del castillo.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora