Chapter 5

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-Excelente! -  exclamó la chica observando todas las uvas exprimidas en el gran jarrón.

-¿Lo hemos hecho bien? -  preguntó el chico con ojos esperanzados.

-¡Si! Bien, ahora tómense un descanso, se lo merecen -

*Sí, claro. Yo he arreglado un jardín de por lo menos 200 metros por 300. Que además de estar quemado, la tierra era un desastre. ¿Quién se supone que arregla eso? Y ellos han exprimido uvas, y ahora ellos tienen el descanso. Bueno... Son humanos* pensó la chica con una sonrisa pintada dirigida hace ellos.

-Vamos, pueden ir a ver el jardín, y no toquen nada ¿sí? Es por seguridad. Ya saben, las rosas, bueno, el tallo, pincha - se excusó tratando de salvar su trabajo -

-¡¿Has plantado las rosas?! -  exclamaron sorprendidos-

-Sí, ¿Por qué? - encarnó una ceja poniendo sus manos en la cintura.

-Las rosas blancas siempre las ha plantado Sebastian. Se va a molestar- murmuró algo asustado el menor.

-Claro que no - farfabulló encogiendose de hombros -

-¡¡¡Señorita!!! -  se escuchó a lo lejos- 

-Silenciosamente váyanse al patio - susurró y se fueron.

Ella solo empezó a hacer el jugo de uva.

Coló todo, quitó las semillas y demás, las dejó en un tarro, luego las plantaría.

Alguien abrió la puerta de repente.

-¡Usted!- gritó -

-¿Yo? - dijo inocentemente llevándose una mano al pecho -

-¡Sí! - frunció el ceño -

-Oh, hola - sonrió. Él parecía molesto. Y sólo así, suspiró y se fue - extraño-

Hizo tres tartas de uva. Delicioso para un día templado como el de hoy..

Uno para que pruebe el Conde y los otros dos. Pues uno quedaría en la nevera y el otro para los chicos.

La chica fue haciendo una crema pastelera con el mismo sabor.

Otra con gusto a vainilla y luego de terminar todo eso lo empezó a colocar a la tarta por encima adornandolo.

En la del Conde hizo rosas por toda la tarta. Que le dio un toque elegante. Lo metió a la nevera y ya estaba listo para comer.

Ya eran las 9 de la mañana y Sebastian fue ha despertar al Señorito.

La chica tomó el carro para llevarle el desayuno al conde, el cual. Sebastian avergonzado, no recordó por estar pendiente y pensando en lo que haría la chica a continuación.

Sonriente como siempre, la castaña le llevó un té con hojas de eucalipto y un trozo de Tarta. El Mayordomo veía cada movimiento de la chica a un costado de la cama del conde. El cual al probar la tarta, miró a Sebastian y luego a la chica.

Le sonrió y logró sacarle una pequeña sonrisa al Conde.

-Delicioso. Gracias- 

*Oh. ¡¡No puede ser!! Le dijo ¡gracias! ¡Cuándo me ha dicho eso a mi! Viene ella y yo... ¡¡AHG!! Vale. Calmate demonio descarado.* se decía en la cabeza tratando de procesar lo que ocurría.

-¡Qué bueno que le gustó! Me ayudaron sus tres diablillos - El Conde largó una risotada al escuchar aquello-

-Así que ¿has hecho que esos tres te ayudarán a preparar ésto? Eres impresionante. Por cierto, Sebastian me ha dicho que se ha quemado el jardín. Podrías...

-Ya lo he hecho descuide. Por cierto, ellos tres se fueron a comer afuera porque Sebastian estaba mariconeando sobre que Mei rompió un plato. Así que cúlpelo a él- lo señaló apretando los labios-

-Sebastian, Mei siempre rompe platos. Ya te deberías haber acostumbrado, por tu culpa, Sky hizo trabajo extra - decía mirándolo, la chica le sacó la lengua. Sonrió.

-Señor ¿le he dicho que ella es un Demonio? - la chica inclinó la cabeza tratando de parecer como si no supiera nada-

-¡Un demoñito! ¿El de los cuernos y de color rojo?-  decía sonriente e inocente. Ciel suspiró.

-Sebastian, déjame decirte que si  puedes aprender a callarte un poco más, te lo agradecería. Ahora, pueden retirarse -  los dos hicieron una reverencia y se fueron.

La chica corrió hasta donde pudo y se encerró en una habitación. Prendió las luces y ahí es cuando se dio cuenta de algo, estaba en la habitación del Mayordomo. La puerta se abrió y sintió como él cubría su boca.

-¿Así que con cuernos y de color rojo? - asintió vacilona. Él le acarició en la cintura - ¿Sabe lo bien que se vería sin ropa? - río bajo. La chica dijo algo pero al Mayordomo no logró escucharla, dejó de cubrirá y la chica se alejó un poco. Puso manos a la defensiva y el mayordomo asintió dándole a entender de que la escucharía- ¿Qué tiene para decirme? ¿Me dará mi prueba?

-Noup, no tengo nada que darte, y sí, coon cuernos y de color rojo, tuve que haber agregado con tres colas cada una en formas de seis, ya sabes, 666- se burló del Mayordomo riendo- A mi no me afecta, pero al parecer a ti sí. Debo irme. Nos vemos luego, debo ver a los chicos. Hay una fuente afuera, está taponada y debo limpiarla -

-Ya he tratado. No se puede desde aquí, planeaba hacerlo mañana, pero no tendré el tiempo suficiente- se escusó -

-Como sea, buona cera Sebastian-

La chica luego de decir aquello se fue de la habitación evitando al Mayordomo más molesto delo usual.

La castaña fácilmente limpió la fuente y lo destapó tan fácilmente con la ayuda de Finnian el cual rompió una que otra cañería.
Pero la chica se las arregló para poner una nueva.

Los dos cavaron hasta encontrarse con el caño obstruido.

De ahí Meirilin y Bard fueron a buscar un nuevo caño de un metro. Sustituyó el caño roto haciendo que Finnian los quitara mientras que Mei y Bard ya vueltos de su compra cerraban el circuito del agua. La chica selló todo en el nuevo caño y luego de unos quince minutos se secó y lo llenaron de tierra por encima y quedó como si nada hubiera pasado.

Luego de ello, Bard, liberó el agua y la fuente se mostró de nuevo con su resplandor.

-¡Wauu! ¡Está como nueva! ¡¡Incluso mejor!! - decía la Pelirroja sonriente con sus gafas brillando por el ardiente Sol.

-¡Ohh! ¡¡Kawaii!! - recitaba Finnian admirando.

-Yo creo que está bien. Pero gran trabajo, esto ha sido posible gracias a mi, que yo he traído el caño y sin ello...

-Para, Bard ¡Todos lo hemos hecho! Gracias, ahora sí, vayan a hacer lo que quieran. Aunque, ya estamos en otoño, no haría mal que vayan a barrer las hojas de la zona norte de la Mansión - sonrieron y se fueron riendo y saltando -  Esto se habría hecho más rápido si yo lo hubiera hecho sola, pero bueno - La chica suspira y siente una mirada detrás suya. No gira y simplemente dice- No te daré lo que deseas- para luego irse hacia adentro e ir a su habitación.

Espera unos 5 minutos con los ojos cerrados y se levanta.

*Si quiero terminar la merienda para el Conde debo empezar ahora. ¿Que haré hoy? Lo de la fuente me llevó cerca de 4 horas. Ahora son las 2 de la tarde. Tengo aún tres horas. Hacer un pastel no me llevará más de 1* pensaba cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse. El Mayordomo con una sonrisa entró  con una caja de zapatos. La dejó sobre una silla que se posicionaba al lado de la puerta y se acercó a la chica con una cinta métrica.

-Bien. Quítese el traje-

Una Nueva Maid Para La Familia Phantomhive Donde viven las historias. Descúbrelo ahora