Parte 5: ¿Qué hizo qué?

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-No tengo problema en ser normal, pero la locura me parece más divertida.-


De un movimiento rápido quede debajo suya, en ningún momento dejamos de besarnos.

En estos momentos me daba cuenta que las novelas lo exageraban, podías respirar perfectamente mientras besabas. Si se separaban eran para mirarse a los ojos, para ver el amor.

Pero nosotros no estábamos por amor. Al menos no ese tipo de amor.

Su lengua entro sin permiso, casi con desesperación. Una mano se encontraba desordenando su ya, mal peinado, La otra estaba apretando su espalda contra mi. Asegurando que no se iba. En cambio, él tenía ambas manos a los lados de mi cabeza, aplastando la almohada, para no aplastarme.

Con ese intenso beso, subí una de mis piernas a su cadera, dándole a entender lo que quería. Pero al parecer no fue la mejor idea ya que se separo de golpe. 

Me miraba incrédulo y con nerviosismo. Sus ojos empezaron a tornarse oscuros y sentí todo su cuerpo tensarse.

-Debo irme...- Se levanto antes e que pudiera articular alguna silaba y comenzó a vestirse en tiempo récord.

-¿Qué...Qué pasó...?.- Me senté en la cama mirándole. ¿Tan mal besaba?.

-Nada...solo...es una larga historia...- Salió de la habitación y corrí detrás.

-Pues cuéntamela...-

Ni si quiera se paro a mirarme mientras bajaba las escaleras casi saltando.

-¡Larry!.-

-¡No soy Larry!.- Grito antes de que saliera dando un portazo.

No sabía quien era más gilipollas, si él por su estúpida e irracional reacción o yo porque acoger a un idiota sin a penas conocerle.

-Por estas cosas es por lo que pienso si hacerme lesbiana de una vez por todas...- Suspiro -Pero es que una polla... Ag... Capullo...-

Al día siguiente

-Bueno, ¿y como era? ¡Describe!.- Grito Sofía desde la ducha.

-Bueno... Tenía una nariz monísima, gordita pero recta, unos labios ni delgados ni largos, y que sonrisa hijo de puta... El pelo castaño pero claro, no tanto como para ser medio rubio, se notaba que se afeitaba, la mandíbula... Era la mandíbula de mis sueños tía... Ojos claros, pero cuando me miro de esa manera, le quedaba poco para que fueran negros, por un momento creía que el diablo saldría de ellos. Era todo un hombre, pero cuando sonreía era como un puto crió. Luego el cuerpo de perla, y que culo...- Me mordí el labio y vi como Sofía salía del baño en toalla para darle un beso corto a Luis que se encontraba en el sofá conmigo, escuchando también la historia.

-Sigue, te escucho.- Dijo mientras iba a su cuarto a cambiarse.

-No se le marcaba mucho los abdominales pero sí la V. Y tatuajes...no pude verlos todos pero, si me fije en que tenía un ojo de mujer, creo, gigante en el brazo derecho si no recuerdo mal, una frase en el hueso del cuello, que no me acuerdo del nombre...-

-La clavícula.- Dijo Luis.

-Eso y un montón de dibujitos geométricos desde mitad del brazo hasta la mitad del hombro. Era la ostia en verdad...-

-¿Como se llama?.- Dijo Sofía sentándose al lado de su novio, el cuál le robo un beso.

-Pues no lo se, me dijo Larry, pero antes de irse le llame y me grito que así no se llamaba. Pero me dijo que todo el mundo le llamaba El Americano.-

Luis dejo caer la botella de la cuál bebía para mirarme como si me hubiera salido otra cabeza.

-¿Te has liado con El Americano?.- Tanto yo como mi mejor amiga le miramos extrañadas por su reacción y en su pronunciación de hablar había cambiado.

-¿Lo conoces...?.- Dije en un susurro.

-La pregunta más bien sería, ¿como coño es que tu no lo conoces? Todo el mundo le conoce.-

-Pues yo no, habla. ¿Que sabes?.- Le pregunto su novia.

-¿Te acuerdas cuando estuvimos un par de semanas sin instituto porque a un genio se le ocurrió incendiar algunas clases?. Adivina quien fue- Abrí la boca. Eso tenía que ser una broma -¿Sabes porque? Por que odiaba los lunes.-

No se si me lié con un loco o con el puto amo.

-¿Os acordáis cuando la policía vino y se llevaron al jefe de estudios en ambulancia por una paliza? 5 euros a la persona que se ha liado con él.- Me entrego el billete para luego quitármelo sin ni siquiera rozarlo.

-No vuelvo a liarme con ese ni pagándome vaya, ¿como se llama?.-

-No tengo ni idea, y creo que nadie lo sabe porque se aseguro de que nadie supiera su nombre.-

-¿Por que...?-

-Ni puta idea.-

Y así pase mi tarde, escuchando las peleas y los besos de la parejita. Pero me daba igual, en ese momento mi mente estaba a millas de la tierra.

Cuando me despedí de Sofía, esta medio obligo a Luis a llevarme a casa ya que él tenía coche y yo estaba a una hora de mi casa ya que la condenada vivía a las afueras. Pero me negué a que me dejara hasta allí ya que él vivía en dirección contraria a la mía, así que en la entrada de la ciudad aparco y antes de que me bajara me llamo.

-Mía, solo ten cuidado con quien vas. Es tu vida eso esta claro, pero vaya ser que algún día estés con quien no debas y luego Sofía se las pase llorando porque la puta de su amiga no se controla con los orgasmos.- Reí ante su consejo, le dí las gracias para luego bajarme y despedirme de él con la mano.

Suspire ya que en un calculo rápido, me dí cuenta de que me quedaban 20 minutos para llegar a mi casa por el camino seguro o 10 si piso el barrio bajo.

Maldito Americano de mierda...

Volví a dejar escapar el aire frustrada y me metí en el barrio bajo. Si me hacían algo tampoco iba a ser para tanto... De algo tenía que morir... ¿No?.

-Oye, ¿no te dijimos que no volvieras a pisar por aquí?.-

La voz me dejo helada en el sitio. ¿Que si había tenido suerte? Suerte no, el mismísimo Dios me había dado las mejores cartas del juego.

Al girarme vi a Rafa con Juan y suspire aliviada.

-Es que por aquí llegó 10 minutos antes a mi casa que si doy la vuelta entera.-

-Y tienes un 60% más de posibilidades para que te apuñalen mientras te roban y otro te viole.- Hablo esta vez Juan y levanto una ceja por su dramática explicación de como es vivir aquí.

-¿Y vuestro amigo...? ¿El Americano?.-

-Detrás de ti.-

Mis ojos no tocaron el suelo de milagro al oír de nuevo su voz. ¿Que hacia? ¿Corro o lo miro y luego corro?. Trague saliva fuertemente para comenzar a girarme poco a poco.

No me dio tiempo ni a saludarle cuando sus manos se encontraban apretando débilmente mi cadera mientras me besaba como anoche.

Debí correr...








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