Es increíble cuántas cosas hacemos por el temor a estar solos en la vida y después nos arrepentimos. Pero el tiempo es sabio y llega el día en que nos hace comprender que soledad no es estar solos, sino sentirnos vacíos o perdernos a nosotros mismos buscando quién nos haga felices, o peor aun, estar con alguien porque lo necesitamos, no por que lo amamos. Y fue ahí cuando algo dentro de mí hizo click. Donde inicié mi viaje con mi única compañera por elección, la soledad. Aprendí a amarla y eso me ha vuelto exigente, hoy ya no acepto compañías baratas, no acepto a nadie que no tenga algo mejor que ofrecerme. Al final, la soledad es la única que siempre estará ahí, te escuchará, te aconsejará, no te juzgará y te abrazará cuando nadie más lo haga.