Ya había amanecido, Diego aún no despertaba ya que estaba agotado, había estado mucho tiempo caminando por la gran ciudad. El rubio estaba en su cocina preparandose un café a el y a su hermano, al terminar de prepararlo tomo dos tazas y sirbio el café, le dio un trago y quemó su garganta con el delicioso liquido amargo. El silencio los hinundaba, no sabían que decirse el uno al otro, Cristian necesitaba a Tyler pero este solo parecía importarle solo su mejor amigo, de cierto modo el peliceleste le tenía celos a el azabache, el quería a su hermano solo para el, eso era algo que tenían en común los hermanos, eran muy celosos y no lo podían evitar. Sus padres nunca estuvieron para ellos, solo se la pasaban trabajando, ambos nesecitaban amor y atención.
Thomas aún no podía ir a ver a su pequeño, ya que estaba haciendo tramites, el quería ser el tutor de Diego, tenía amigos que le ayudarían en eso, no sería algo complicado. Aún así se moría por ir a verlo, besarlo y decirle lo mucho que lo queria, quería abrazarlo, y decirle que todo estaría bien y que no se preocupara por todo lo que estaba pasando, decirle que el estaría siempre con el y que lo protegeria ante todo lo que se les oponga en su camino. Sentía una fuerte necesidad de estar con el, y ahora tenía más claro que nunca que su amor era real, el lo amaba, y quizá el castaño no fue la primera persona que salia con Thomas, pero si era su primer amor.
Las horas pasaron rápido, el ambinte estaba realmente tenso en la casa del rubio, sentía lastima por el menor, aunque no le agradara mucho el sabía que estaba pasando por un mal momento, y como había dicho el mismo, no quería ver a Thomas sufrir. Lo quería tanto que le importaba más su felicidad que la de el mismo, y eso era algo que le dolía pero prefería guardarse eso para el mismo, quizá no quería que un niño de quince años se metiera en la vida de su mejor amigo para que el lo dejara de lado, pero veía a Thomas tan feliz que se le hacía imposible no alegrarse por el. El rubio miró a su hermano al escuchar que tocaron la puerta.
—¡Ya voy!—exclamó el rubio. Al abrió la puerta vio a Thomas quién venía con una gran sonrisa.—¿Lo conseguiste?—preguntó sonriendo y su amigo asintió. Se abrazaron con fuerza, Cristián comenzo a toser y ambos se separaron.
—Thomas, te recuerdo que estas saliendo con mi amigo.—dijo el peliceleste
—Y yo digo que solo lo dices porque te pones celoso por tu hermano.—murmuró el mayor acercandose a el.—Has crecido tanto Cristian.
—Lo se.—masculló sonriendo.
—Es solo un mujeriego más.—comentó su hermano.
—¡Hey!.
—Pero si es verdad.—dijo el rubio sentandose en su sofá.
—Ire a ver a mi pequeño principe.—avisó el azabache y se fue a el cuarto que se encontraba Diego.
Al entrar lo primero que vio fue a Diego durmiendo tranquilamente, se veía muy debíl e indefenso, al ver el labio roto del menor fruncio el seño, se preguntó quién fue el hijo de puta que se había atrevido a tocar a Diego. Prefirio no tomarle tanta atención a eso y se sento junto al menor delicadamente para no despertarlo, se acerco a el y le dio un casto beso en los labios.
—Perdon por no estar ahí cuándo me necesitabas.—murmuró tomando su mano.—Te quiero tanto...—el azabache había comenzando a llorar.—No se que haría si te pasará algo...mi mundo se derrumbaría y no sabría que hacer.—beso la mano del menor y se levantó limpiandose las lágrimas.—Te quiero tanto...
Al salir del cuarto, Diego abrió los ojos, había escuchado todo y se sintió muy mal, ahora el estaba llorando, no quería volver a preocupar así a Thomas, tenía que disculparse y lo haría, pero no tenía fuerza en el cuerpo como para hacerlo ahora ya que no había comido hace dos días y quería seguir durmiendo.
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El hombre que me salvo [BL].
Подростковая литератураDiego Evans es un adolescente indiferente con la vida, a sus pocos quince años sus padres se separaron, ellos creen que enviar a su hijo a un psicólogo sería lo mejor. El adolescente se topa con un psicólogo que parece realmente desinteresado por su...