Eres mío.

1K 67 9
                                    

—¡Ni se te ocurra acercarme eso Thomas Miller!—gritó enojado el castaño.

—Pero si es una pequeña arañita.—dijo con ternura el mayor sonteniedo a una araña en su mano.

Ya había pasado casi una semana desde lo ocurrido, Diego ya estaba viviendo con el azabache y parecían muy felices, aunque aveces el adulto fuera muy infantil, pero Diego lo quería así. Ahora estaban peleando ya que Thomas sostenía una pequeña araña en su mano y el castaño le tenía una gran fobia a las arañas.

—Sacala de aquí por favor.—rogó el menor.

—Eres malo.—el mayor bufo y la saco por la ventana.

—Sabes que les tengo miedo y tú me la intentas acercar.—fruncio el seño y se cruzo de brazos.

—Tenías que superar tu fobia de alguna manera.

—¿Y la supere?—preguntó molesto.

—No seas así.—se quejó el mayor y tomo a Diego por la cintura.—Yo solo quiero lo mejor para ti amor...—murmuró en su oído y un escalofrio recorrio el cuerpo del menor.

—Esta bien.—bufo y enrredo sus brazos al rededor del cuello del mayor. Thomas se sento en el sofá dejando a el castaño sentado sobre el de una manera bastante comprometedora.

—Cariño, te quiero...—murmuró, pero Diego lo interrumpio.

—Callate y besame de una maldita vez.—el mayor sonrió con satisfacción y apreso los labios del castaño con los suyos. Se separaron y se sonrieron como siempre lo hacían luego de besarse.

—Estoy loco por ti.—le susurro en el oído al menor y luego mordio su lobulo. Diego apreto los labios para no soltar algún sonido no deseado.

—Tengo que hacer algo...—murmuró con la voz entrecortada y salió corriendo a su cuarto.

Thomas sonrió de lado al ver la razón por la cuál se había ido corriendo de esa manera, lo había exitado y no quería que el mayor lo viera en ese estado, además que tenía que arreglar su problema. A el adulto parecía divertirle esa situación ya que lo había echó varias veces esa semana, el quería ver hasta que punto aguantaba el menor.

Hacía mucho calor para que fuera invierno, y eso era bastante raro, pero parecía que a ambos les gustaba eso, ya que ambos estaban con poca ropa y podían disfrutar viendo sus cuerpos el uno al otro.

Thomas como siempre fue a espiar a el menor, justo cuándo miró por el pequeño espacio de la puerta vio como su pequeño se corría, le encantaba verlo así gracias a el. Sonrió triunfante y se fue a su cuarto a ordenar un par de cosas. Le encantaba vivir con su pequeño  principe, como le decía el, lo quería tanto que sentía que podía morir en sus brazos, se tenían mucha confianza el uno al otro y parecía que cada día se  quisieran más, y así era. Y aunque a Diego le costará mostrar sus sentimientos el hacía lo posible para mostrarlos aunque no estuviera acostumbrado a hacerlo le parecía que el azabache se merecía eso y mucho más, lo quería como nunca había querido a alguien en su vida.

Ya había anochecido y luego de haber cenado juntos y deserse las buenas noches cada uno se fue a dormir a sus respectivos cuartos. Diego se sentía muy extraño, sabía que eran las hormonas, se exitaba muy rápido y estaba teniendo muchos pensamientos de el junto a el mayor, el llevaba toda la semana huyendo del mayor cada vez que hacía algo para que Diego se exitara, estaba un poco harto de eso, aunque tenía que admitir que también le gustaba los pequeños rozes que tenía de vez en cuándo con Thomas.

El castaño intentaba dormir pero su mente lo traicionaba haciendo que se imaginara a el junto a el mayor teniendo relaciones, cerro los ojos con fuerza y trato de ignorar ese deseo pero no podía. Diego sabía que el adulto lo deseaba tanto como el lo deseaba a el, lo había escuchado en la casa de Tyler cuándo el azabache estaba hablando con Cristián. Se preguntó a si mismo si podría pasar algo entre ellos, el realmente lo deseaba, y sin pensar más Diego se levantó y fue rumbo a el cuarto de el azabache decidido m arreglar todo.

Al abrir la puerta pudo ver a el adulto durmiendo solo con boxer's, la habitación estaba oscura pero se podía ver lo suficiente gracias a la luz de la luna. Se acerco a el y se subió a orcajadas sobre el. Sonrió con lujuria y comenzo a depositar pequeños besos por el cuello del mayor, Thomas se removió y despertó viendo al castaño sobre el, sonrió victorioso ya que sabía que su plan había funcionado. El menor tocaba el cuerpo del  azabache con las yemas de sus dedos haciendolo suspirar, acerco su rostro a el de el y lo beso apasionadamente mientras el castaño comenzaba a masajear el miembro del adulto sobre su ropa interior hasta que estuviera completamente duro.

Para el mayor los labios de Diego eran tan suaves y apetecibles que se hacían adictivos una vez que los probabas. El castaño comenzó a besar y chupar el cuello del adulto sabiendo que luego habían marcas, Diego miró aquellos ojos que tan loco lo volvían, estaban oscurecidos demostrando solo que lo deseaba tanto como el. El castaño succiono el cuello del adulto, este gruño, Diego dejo un camino de besos desde su cuello hasta llegar a su marcado abdomen donde despojo a el mayor de su ropa interior, miró aquel gran miembro deseoso y se lo metió a la boca, el adulto tenía la respiración entrecortada, el menor lamia su miembro y hacía sentir al adulto en el cielo. Thomas soltaba gemidos roncos, tomo a Diego de la cintura y lo dejo bajo el, lo despojó de su ropa dejándolo desnudo, el menor se sonrojo y desvío la mirada, el azabache lo beso de manera experta y tomo la erección del menor con su mano, lo besaba apasionadamente mientras lo marturbaba, ambos jadeaban y gemian ya que el menor arañaba la músculosa espalda del azabache y eso le encantaba.

El adulto colocó las piernas del castaño sobre sus hombros y comenzó a dilatarlo con sus dedos, el castaño gemia de placer, y creía que ese momento no podía ser más perfecto. Había empezado con un dedo, luego con dos y término con tres hasta que el menor se acostumbrase, parecía gustarle bastante y eso hacía que el miembro del adulto se pusiera cada vez más duro. Le fascinaba ver como su pequeño se garraba de las sábanas y gemia.

—Ah...Thom...¡te quiero a ti joder!—gritó el castaño.

Thomas estaba esperando a que dijera eso, así que de una sola vez entró dentro de el, Diego cerro los ojos con fuerza y se agarró muy fuerte de las sábanas por el dolor, el azabache iba lento para que se acostumbrase, a los minutos ese dolor fue remplazado por puro placer, Diego movía sus caderas cada vez más rápido y el azabache lo embesitia haciéndolo suyo. Sus caras rojas, la temperatura en sus cuerpos estaba al máximo, jadeaban y gemian de puro placer, todo parecía perfecto para ambos. Thomas comenzo a masturbar a el castaño mientras lo embestia cada vez más fuerte.

—¡Ah...más...rápido...!—exclamó entre gemidos el castaño.

Thomas hizo caso a las palabras del menor, lo penetraba a una velocidad fascinante para ambos, el castaño se mordia el labio con fuerza. El azabache ya sentía que se venía y cuándo creía que el placer no podía ser mejor se corrió dentro de Diego, salió dentro de el y ayudo a el castaño a terminar haciéndole un oral que nunca olvidaría en su vida, el castaño se corrió en la boca de el adulto y este sonrió, Diego soltó un fuerte gemido y miró a el mayor con los ojos entrecerrados, vio a el azabache lamiendo sus manos ya que estaban llenas de de su semen y pensó que no podía tener más suerte por estar junto a el.

Cuándo ya habían terminado ambos se abrazaron calidamente para dormir. Thomas se volteó para ver el rostro del castaño y beso su frente como en los viejos tiempos.

—Te amo, Diego.—susurró.

—Y yo a ti, Thomas.—dijo y ambos no podían estar más felices.

El hombre que me salvo [BL].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora