2- Recuerdos

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—¡Hermanito, mira ese conejo! —Exclamó el pequeño albino observando detalladamente al animal que se encontraba a unos cuantos metros de él.

—Lyss, te he dicho que no te distrai...

—¡Es precioso! —Y se acercó a acariciarlo, pero la achuchable y pequeña criatura salió corriendo asustada.

...gas. —Terminó de hablar el pelinegro, resoplando, para después mostrar una sonrisa divertida. Lysandro era realmente distraído cuando se trataba de su animal favorito y...y cuando se trataba de todo.

Siempre fue distraído. Perdía sus cosas y se perdía él también, muy fácilmente. Un día los hermanos estaban de acampada con sus padres y el inocente bicolor apareció calado de pies a cabeza, ya que se había perdido debido a su curiosidad por descubrir nuevas cosas y había acabado, nada más y nada menos que en un lago y se había caído en éste.

Esos eran recuerdos graciosos que estaban almacenados en algún rincón del cerebro (que yo creo que es más raro que el de Albert Einstein) del peliblanco.

Pero, obviamente, también habían malos recuerdos, como la vez en la que...

Lysandro se encontraba caminando distraídamente por los pasillos del colegio de primaria, buscando su respectiva clase. ¿Cuál era el problema? Fácil, que había olvidado si era 3ºA, 3ºB o 3ºC.
Las tres aulas estaban en diferentes pasillos. Pero, cuando iba a tocar la puerta de la última mencionada, el timbre que anunciaba el inicio del recreo rebotó por toda la escuela.

El chico se había saltado la mañana entera de clases y eso le traería grandes problemas con su tutora y el director: un anciano rechoncho y canoso que siempre iba con cara de pocos amigos. A diferencia de la directora del insituto Sweet Amoris, él tenía un gato llamado Coco, al cual apreciaba con toda su alma. Lo que sí tenían en común era que siempre se escapaban y, claro, un gato es mucho más escurridizo que un perro por lo que era mucho más difícil de encontrar y atrapar.

Os preguntaréis: ¿por qué tantas cosas en común entre los directores?
La respuesta era fácil: ellos estaban casados y se habían intercambiado varias costumbres mutuamente. Aunque sus mascotas se llevaban como...perro y gato, que es justamente lo que son.

Y, como buena pareja de casados que eran, la anciana llamó a su perro Kiki, para que fuera parecido al de su esposo, Coco. Ya sólo faltaban Kaka (yes, caca), Keke y Kuku. *facepalm* Sería el fin del mundo.

Pero, en fin, volviendo a la historia, o más bien al recuerdo, como Lysandro sabía lo que le esperaba, se dirigió a paso ligero a dirección antes de ser aplastado por la interminable y arrasadora estampida de alumnos que pronto saldrían corriendo desesperadamente al patio, como si sus vidas dependieran de ello.

~...~

—¡Señorito Lysandro, ¿cómo osa saltarse medio día de clases?! ¡Espero que tenga un buen motivo! —Le riñó el malhumorado director.

—Lo siento... Yo...yo no encontraba mi aula... —Se disculpó sinceramente el pequeño niño.

Entonces, en el presente, el bicolor recordó algo más de ese día que lo dejó sorprendido.

En una mesa en dirección, había otro niño, el cual tenía el pelo negro. No pudo ver sus ojos debido a que estaba escribiendo algo en una hoja.

Amnesia [ArminxLysandro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora