Amnesia [ArminxLysandro]

1- Azul torpeza

Y cuando caiga la noche
Mi mundo iluminarás
Con el color de tus ojos
Que me transmite tranquilidad

Terminé de escribir en mi libreta llena de poesías y canciones, la cual rápidamente cerré al escuchar pasos dirigirse al gran sótano en el que me encontraba.

Cada pequeño detalle que veía me llenaba de inspiración. Como...el chico de pelo negro que vi hace apenas diez minutos caminando apresuradamente por los interminables pasillos del instituto. Creo que estaba buscando algo.
Lo que me llamó la atención no fue su pelo, sino sus ojos. Nunca había visto algo que me inspirase tanto. Ya había ocupado más de dos hojas de mi libreta escribiendo sobre aquel precioso azul que tenían sus grandes ojos.

—¡Lysandro! ¿Hooolaaa? ¡Planeta Tierra llamando a Lysandro! —Bufó el pelirrojo que estaba a unos cuantos metros de mí, del cual no me había percatado de su presencia.

—Lo siento, Castiel, estaba distraído. —Me disculpé inexpresivo, como la mayoría de las veces.

—Siempre estás distraído. —Rodó los ojos —En fin, cambiando de tema, ¿ya has terminado la canción para pasado mañana? —Preguntó levantando una ceja para, seguidamente, sentarse a mi lado, apoyado en las desgastadas paredes del sótano, no sin antes dejar a un lado su preciada guitarra.

—Sí. —Respondí volviendo a abrir mi libreta y el ojigris inclinó un poco su cabeza para husmear, cosa que le impedí cerrándola rápidamente —¿Qué te he dicho sobre mirar las cosas de los demás sin su consentimiento? —Fruncí el ceño levemente. Me levanté y me volví a sentar, esta vez delante de él para que no pudiera leer las otras cosas que tenía escritas. Castiel bufó nuevamente y, resignado, se mantuvo quieto.
Lo miré, como pidiéndole permiso para empezar a cantar, y él asintió con la cabeza mientras nos levantábamos y el volvía a coger su guitarra.

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¿Dónde-rayos-había-dejado-mi-PSP?

—¡AAALEEEX! —Grité en medio del patio y algunas miradas se dirigieron a mí, cosa que ignoré por completo. Mi querido gemelo tampoco estaba aquí. ¡Él siempre encuentra mi consola!

Encontrar...encontrar...¡Sucrette!

Ella era una chica que había conocido poco después de llegar al instituto (sí, aún siendo nuevo me atrevo a gritar en mitad del patio donde habían centenares de chicos y chicas, ya que era la hora del recreo, pero no me toméis por raro, ejem). Cosa que le piden, cosa que encuentra. Es como si tuviera magia negra o algo así.

Al no verla por el patio, salí corriendo a los pasillos otra vez.

—¡SUUUU! —Grité, pero tampoco estaba, por ninguno de los pasillos.

¡El sótano! Pensé y rápidamente me dirigí allí.

—¡SUCRETTE, SAL DE DONDE QUIERA QUE ESTÉES! —Exclamé abriendo ágilmente la puerta del sótano, y como mi equilibrio es tan equilibradamente equilibrado equilibradoramente, empecé a rodar por las escaleras del sitio
—¡Auch! ¡Auch! ¡Auch! ¡Auch! —Me fui quejando por cada escalonazo que mi cabeza y cuerpo recibía.

Al terminar de dar vueltas, caí tendido en el suelo, boca abajo.
Levanté un poco la cabeza con los ojos entrecerrados para ver si estaba Sucrette, pero en vez de eso vi dos personas que me miraban atónitas. Un pelo de menstruación y un pelo de fregona.