La Libreta

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Tiffania:

Hoy rompí tu carta. La carta que jamás te tendría que haber escrito y gracias a Dios jamás te la envié. Han pasado tres días desde que la escribí y aún recuerdo perfectamente cada coma, acento y punto en ella.

Papá hoy por fin se levantó de nuevo y volvió a pasar la tarde en su muelle. No sabes como ama ese muelle, es impresionante como se tira todo el día sentado allí, con la caña de pescar en las manos y los ojos perdidos. Me causa mucho dolor siempre que lo observo, por eso me obligo a concentrarme en hacer otro tipo de cosas.

Extraño tanto estar allí contigo, recostados en el sofá viendo una película, o paseando de la mano con solo un paraguas en los días que llueve como si se fuera a acabar el mundo. Extraño a Tessa, ¿Mangel la estará cuidando como merece? Extraño sus consejos, sus abrazos, extraño sus quejidos, sus ronquidos, su vocecita chillona resonando en toda la casa. Necesito un par de palabras de aliento y consejos de ella en este momento. Extraño a Sergio. Lo extraño tanto y siento que se quedó en Madrid metido en aquella libreta bajo mi cama. Espero su abuelo esté bien. Se veía una persona muy dulce aquél día en que se fue de Madrid.

¿Mamá habrá leído la carta?, no quiero ni imaginar cómo se pondrá cuando la lea. Ya casi pasa un mes desde que la vi por última vez. Necesito un abrazo tuyo ahora mismo Rubén.

(...)

Es jueves y el cielo sigue gris. Papá volvió a caer en cama, y dudo que ahora pueda levantarse.

Me he convertido en toda una enfermera con dotes de cocinera nata de un día para otro. Es broma, no soy una muy buena cocinera, pero hago lo mejor que puedo.

Paso las tardes recostada con papá intentando llevar su dolor y orando por él. Me gustaría que todo el dolor que ha sufrido estos días pueda traspasárseme a mí. Odio verlo así y cada vez empeora más y más. ¿Qué hago si llega el día en que se marche? No sabré que hacer. Siempre pienso en ello y mi mente se nubla. ¿Qué haré?, soy consciente que ese día se aproxima más y más y me aterra. Cada día lo veo más delgado y pálido. Y me mata por dentro.

(...)

Rubén:

Tres de la madrugada y estoy agotado. Hoy Mangel y Cheeto se han apuntado conmigo a una fiesta y ya no doy más. No he dormido bien en dos días completos y ahora solo quisiera ver mi cama y despertar en una semana más. Me despedí de mis amigos que estaban un poco mareados y salí por la puerta trasera del local que estaba ubicado un poco más alejado del centro de Madrid.

La fría brisa me relaja y cruzo la calle para sentarme al otro lado de la acera. Me quito la gorra, me aplano el cabello y me la vuelvo a poner.

-¿Qué haces aquí tan tarde? – me pregunta una voz de chica a mi lado. Giro mi visión hacia la voz aguda y veo a Mandy que se sienta a mi lado cruzándose de piernas. Estiro mi brazo por su espalda y la abrazo cariñosamente.

-Que haces tú, querrás decir. Es muy tarde para que las chicas débiles como tu anden solas en medio de la calle a esta hora – bromeé

-¡¿Me dices débil?! – carcajeó y me dio pequeños golpecitos en el brazo

-Jajajajajaja, ¡con lo poco que comes ya lo creo!

-Eso lo dices porque no acepté tu grasosa hamburguesa hace unos meses – hizo una mueca de asco

-Claro, te pierdes de lo mejor

-No gracias – sonrió – estoy segura que te apetece una ahora

-Que comes que adivinas...

-Pues no te acompañaré, a no ser que sea algo saludable...

-Pf – bufé – que aburrida eres

Estás Vacío (elrubiusOMG) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora