Sueños Imprevistos I

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***

Al día siguiente, Sasha llega a su departamento muy temprano. Aun no se veía al sol querer aparecer completamente en el tan azulado cielo y eso daba muestra absoluta de que había dejado la casa de la morena bastante pronto.

El reloj apuntaba apenas las siete y unos cuantos minutos más. Y ella no dejaba de pensar en aquella charla que había tenido con su amiga.

Habérselo contado a su mejor había sido una buena idea en cierta parte; pero por otro lado, era un constante regreso a aquel momento lleno de tensión entre ellos. Ese extraño calor recorriéndole todo el cuerpo... Probablemente era uno de los momentos que la rubia quisiera borrar de su mente, pero no podía. No podía negar que lo había disfrutado y vaya disfrute.

Pero ya con la determinación de no volver a pensar en aquello, se adentró en su bañera y dejar que el grifo se abra dejando salir el agua despejándole la mente.

— Vaya, vaya— escuchó la rubia que apenas salía del baño y rápidamente intentó cubrirse con sus brazos, digámosle que éste era su mecanismo de defensa. — ¡Sasha Pieterse en ropa interior! Me pregunto cuánto me darían por una foto tuya en este momento. — Dijo Miranda de forma imprevista. — ¿Cómo estás? — finalmente preguntó.

— ¿Cómo entraste? No recuerdo haber dejado la puerta abierta. — se llenó de intriga la rubia sin antes haber respondido la pregunta de su compañera.

— ¡Oh! Yo estoy muy bien. ¿Y tú?... ¡Todo perfecto! Gracias por preguntar. — dijo Miranda jugando con los roles lo que llevo a una girada de ojos por parte de la rubia. — Olvidaste tu duplicado de llave tontita. — dijo finalmente aliviándola. — ¡Hey! Ayer no me terminaste de contar todo... — le dijo con aquel tono pícaro que solo Miranda podía hacer. — Solo me contaste lo que pasó ayer. Sí. Pero... ¿Y la vez que te lo encontraste en el supermarket?

— Tenía sueño. — se encogió de hombros. — Por eso no te lo terminé de contar. — respondió la rubia explicándose con las manos mientras buscaba unos pantalones en sus cajones. No quería volver a llegar tarde así que debía apurarse; por otro lado se notaba su incomodidad ante los comentarios de su compañera pero aun así la morena continuó.

— ¿Te preguntó por qué estabas tan nerviosa, no? — Sasha coge un par de pantalones, al igual que un polo gris de su ropero y a tal comentario volteó atenta. La conocía perfectamente y aún más, sabía cómo se ponía de nerviosa cuando momentos como esos ocurrían.

— ¡Sí! — afirmó a lo que su amiga sonrió. Tal y como lo sospechaba. Rápidamente sus mejillas se tornaron de color rojo carmesí que expresaba vergüenza; realmente era difícil recordar la última vez que la rubia se había sentido así. Este era un sentimiento raro pero le gustaba como se sentía. —...Y no supe que responder.

— Bueno... —decía mientras buscaba algún otro polo para su compañera. — Eso te pasa muy a menudo así que... — seguía hablando mientras pensaba que había encontrado el perfecto. — ¡Ponte esta! — Miranda le pasa la blusa que había encontrado al igual que un short y se sienta nuevamente en su cama.

— Ah... ¡¿No?! — le responde sarcásticamente. — Ya que no suelo derramar bebidas heladas en las playeras de las personas.

— Y mucho menos tocarle sus abdominales. — susurró, con un susurro no tan susurro. Algo que ya deberían saber es que Miranda no podía hablar "bajito" de ninguna manera.

— No le toque sus abdominales. — se justificó la rubia para lo que Miranda ya estaba haciendo diferentes muecas. — No me mires así. Fue para limpiárselo.

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