Cito a Shakespeare, —El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen— El mercader de Venecia.
El viaje me hacía arrepentirme de regresar por Theo, ¿Qué estaba haciendo? Pensé en decirle al capitán que vuelva a Australia por no avisarle a mi doctor, pero sería muy estúpido, solo ideas tontas venían a mi mente, seguido de un descanso mental donde estaba segura de haberlo hecho.
L.A. California.
Llegué al hotel que Laura me había reservado desde Australia, pero lo trágico aun no sucedía.
—¿Grace?—, era Andrew, me disponía a entrar al gran hotel, —Sí, sabía que eras tú, ¿qué haces en Los Ángeles? Creí que tu trabajo aquí ya había terminado.. O eso me dijo Theo—, suspiré e incliné la mirada, —Ah, si eso fue hace tiempo, pero regresé por la misma razón por la que me fui muy mal—, colocó una mano en mi hombro, —Theo no está bien...—, lo miré y acomodé un mechón de cabello detrás de mi oreja, —No sabes cuan mal me siento por ello—, miró la pantalla de su celular y lo depositó en su bolsillo trasero, —¿Quieres ir por un café?—, sonreí, necesitaba apoyo de alguien cercano a Theo, —Claro, solo haré que metan mi maleta a la habitación—, miró el gran edificio a sus espaldas, —¿Aquí te hospedarás?—, asentí, el aire se hizo fuerte y comenzó a revolver mi cabello y llevarse todo polvo a su paso, —Te acompaño—.
—¿Te importa si pido algo para comer?—, dijo mostrando una sonrisa, —No, está bien, de hecho me gustaría algo para comer también, fue un viaje largo—, asintió a lo que un uniformado se acercó y ordenamos.
—¿Cómo estás Grace?—, dijo después de un suspiro y que el uniformado se retirara, —Debo fingir que estoy bien cuando no lo estoy—, incliné la mirada al recordar lo que días anteriores con Phillip, vino a mi mente cada imagen mía y de él bajo la regadera, —Pero por el momento me encuentro bien...—, esbozó una ligera sonrisa y escaneó rápidamente la mesa antes de gesticular una respuesta, —Theo no lo está...—, mi sonrisa se esfumó y mis manos comenzaron a desquitar los nervios y la ansiedad con una servilleta, —Pero le hará bien verte, créeme—, dijo colocando su mano sobre las mías, nuestras miradas chocaron, el uniformado llegó con el café primero, me alejé de su mano.
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Encuentros Inesperados
Roman pour AdolescentsLa mayoría de las historias de amor, hablan de dos personas que se enamoran entre sí, pero, ¿y el resto de nosotros? ¿y nuestras historias? ¿y los que nos enamoramos solos? Somos víctimas de una relación de una sola persona, somos la desgracia de lo...