Zafiro

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Nunca quise saber que eras la única en esta tierra.
Nunca quise hablar de ti, de tus relojes de mala suerte
y que siempre te hallabas en bares de mala muerte.

Nunca quise estar en una esquina decidido a que aparecerías.
Perdí la cuenta de cuántos poemas he escrito hasta la fecha.

Sé que ninguno se refiere a ti, y quiero que siga así,
porque, el hombre de los brazos caídos
ya no necesita joyas de zafiro,
tú no necesitas que Crisis te vaya por detrás.

Yo no quiero que Andrómeda me siga,
ni que Meteora declame estrofas por final.

Pedacitos de tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora