Verdadera Identidad

1.1K 38 4
                                    

Haruka estaba sentada frente a la cascada, después de haber salido de la casa había tomado a Urano y había galopado lo más rápido que pudo hasta llegar a ese sitio, aquel en donde la conoció, donde el destino había jugado con ella y con Michiru donde solo había vivido cosas hermosas y había soñado un futuro a su lado y ahora en ese preciso instante no sabía que pensar, ni que hacer ya nada podría salir como se había planeado, no podría ayudar a su esposa porque alguien la reconocería y sabría su verdadera identidad tal vez el rey se diera cuenta y antes de poder hacer algo quisiera matarla ya que al parecer como habían dicho era muy parecida a sus padres, ahora entendía el por qué los Ritzu no querían que se acercara tanto al palacio, el por qué de tanta sobreprotección ahora todo era claro, pero no quería llevar a cabo el plan de ellos, levantar a todos en una guerra no podía ser lo mejor, además si lo hacía significaría perder a Michiru tal vez para siempre ya que después de todo Souta Kaioh era su padre, aunque él había matado a los suyos, tenía un remolino de emociones y de pensamientos aquello que había deseado tantas veces en su vida ahora la estaba hiriendo más que otra cosa, el tener estatus social así como un apellido noble ahora le arrebataba lo que más amaba en su vida la alejaba más de lo que podía acercarla como había llegado a pensar, porque resultaba que se volvían automáticamente enemigas, enemigas, ¿cómo podía estar amando a su enemiga desde el día en que la conoció?.

Seguía con la mirada fija en el agua cristalina no había luna esa noche así que se encontraba casi en una total oscuridad, miraba su brazo con la poca luz de las estrellas mientras tocaba con su mano el lunar que demostraba la verdad que tanto le estaba doliendo era una Tenoh, el reino le pertenecía y ella no lo deseaba lo único que quería era estar con Michiru para siempre no le importaba nada mas, así que eso haría se la robaría y se irían lejos jamás le diría la verdad de su origen huirían y dejarían todo atrás lo olvidaría todo y ellas siempre estarían juntas.

Había dejado a Urano cerca del palacio ya sabía cuál era la señal de su dueña para regresar rápidamente, así que Haruka entro tranquilamente con una sola idea en la cabeza llevarse a su esposa del sitio sin decirle la verdad ya inventaría algo ya vería que hacer, mientras iba caminando se ocultaba de los sirvientes que se encontraban cerca no debían verla, mucho menos ahora que sabia quien era cuando estuvo a punto de llegar a la habitación que había visitado solo en algunas ocasiones antes de casarse por supuesto una voz la detuvo, la había descubierto antes de entrar.

-No te muevas, ¿Quién eres?- hablaba rápidamente la mujer que era iluminada por la lámpara que llevaba en la mano

-No voy a hacerle daño señora por favor déjeme seguir mi camino- le respondía desde las sombras del pasillo que la ocultaban totalmente no había logrado acercarse demasiado a la habitación de Michiru

-¿Que es lo que quieres?, dilo antes de que llame a los guardias- no dejaría que la persona siguiera sobre todo al ver a donde se dirigía

-Vengo a ver a Michiru- hablaba seria aun sin moverse al parecer la mujer era la nana de su esposa ella debía saber de la boda

-¿Quién eres?, ¿quiero verte?, sal de el sitio donde te encuentras- ella suponía que era con quien se había casado su niña así que había bajado la lámpara por fin conocería a esa persona especial era el momento de tener la conversación seria que había deseado desde el día que se entero que Michiru estaba enamorada

-Bien solo no llame a ningún guardia- hablaba para caminar un poco mas con dirección a la mujer y dejarse ver totalmente por esta

-No lo hare- fue todo lo que pudo decir antes de ver totalmente de quien se trataba y comenzar a sentir como las lagrimas se agolpaban rápidamente en sus ojos, para comenzar a acercarse y rápidamente abrazar a la persona frente a ella sin decir nada mientras comenzaba a llorar desconsoladamente -Niño Misato regresaste después de tantos años- decía mientras la abrazaba más fuerte y seguía llorando desconsoladamente.

Amando a tu enemigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora