4- Y el cielo cayó.

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Ya eran las 0:00. Me duché y me vestí con lo mejor que tenía: Una sudadera de marca y unos vaqueros negros. Ridículo.

Volví al banco y allí estaba ella, esperándome contemplando sus pies. Acordamos en que hoy dejaría de fumar, pero aun así llevé mi paquete a medias de estos últimos días.

-¿Qué tal has dormido?

-Bien, tengo la espalda un poco molida, pero nada grave. - Le dije sonriendo.

-Bueno, yo más de lo mismo.

-¡Tú!...

Me quedé pensativo por un momento al darme cuenta de que ni si quiera sabía su nombre. Ella también se percató.

-No pasa nada. -Dijo tras mi cagada mientras me daba un leve empujón.

Hicimos el recorrido de todas las noches, desde el banco hasta la tenebrosa estación. En cierto momento de la conversación preguntó:

-Oye... ¿cuánto hace que no haces algo por primera vez?

-'Bf'. -Resoplé. Hace mucho tiempo la verdad.

-Bien, dime, ¿por dónde te gustaría empezar?-Dijo de nuevo con su entusiasmo.

Su mirada me encantó como si de un hechizo se tratara. Me transmitió esa sensación de confort, tranquilidad,...

-Me gustaría celebrar mi cumpleaños. -Dije.

-¡Nunca lo has hecho!-Dijo sorprendida.

-No que yo recuerde... ¿Y tú?¿Qué te gustaría hacer por primera vez?

-Enamorarme. -Dijo al mismo tiempo que todo se congeló.

Volvimos a los incómodos silencios. Pero un trueno hizo quebrarlo. Su subsiguiente lluvia, helada, sin llegar en forma de copo de nieve, hizo que saliéramos corriendo en dirección a algún lugar dónde cobijarnos. Corrimos por todas las calles y no sentamos en un portal. Pero cual fue mi sorpresa al descubrir que era el portal de la que era casa de mis padres.

El lugar, el olor a fría humedad... Volví a caer en aquel agujero lleno de afiladas pinchas que atravesaron mi corazón de lleno. Volví a aquel fatídico 29 de noviembre de 2014. Después de haber estado semanas intentando contactar con mi hermano dejé el móvil debajo de todos los trastos, en un intento de rendición absoluta sabiendo que ese día no recibiría ninguna llamada. Me acosté en la cama y vi como el cielo se tornó en un negro oscuro a pesar de que eran las 16:07 de la tarde. Una escalofrío de mal augurio me recorrió todo el cuerpo al ver que mi móvil vibraba con fuerza. Eran del hospital dónde estaba ingresada mi madre. Había muerto. Me calcé las botas, cogí el coche y fui directo a casa de mi hermano, ya que suponía que el no sabía nada. Conducía y lloraba. El tiempo parecía acompañarme en mi pérdida y el cielo caía con fuerza. Llegue a la casa en cuestión y entré por la puerta de atrás. Rápidamente busqué en todas las habitaciones pero mi hermano no estaba.

-¿Puedo ayudarte en algo?-Dijo uno de sus compañeros de piso.

-¿Dónde está mi hermano?-Pregunté con mucho nerviosismo.

-¡Eres David! Hemos recibido una llamada del hospital. Siento mucho la pérd...

-¡¿Dónde está?!. -Lo interrumpí aguantando el llanto.

-Ha cogido la moto, iba hacia tu casa.

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