Nuestro protagonista, acostumbrado a la macabra rutina de dormir durante el día y vivir durante la noche, conocerá a una chica que hará que su racha de mala suerte se acabe. Pero sus quedadas a media noche se ven condicionadas con la regla de no con...
No paré. No me bajé, solo seguí la marcha lentamente. Lloraba y conducía. Conducía sabiendo que ahora estaba solo. Solo y condenado. Condenado para toda la vida. Una vida sin sentido a la cual pondría final. Vi la muerte a 100 metros delante de mí.
En ese momento Naia intentaba recuperarme de mi estado letárgico. No podía hablar. No podía moverme. Me quedé totalmente congelado. Lo estaba sintiendo. Sentía las afiladas gotas de lluvia de ese noviembre en mi cara al tener la ventanilla aun bajada. Sabía cual era mi destino. En mi cabeza solo se repite esa frase.
-Aquí me tienes, perra- le dije en aquel momento a la muerte.
A cien metros se encontraba el cruce de la vía, el cual ya había bajado sus barreras y las luces rojas a los lados se hacían grandes gracias a la torrencial lluvia. Tan rápido como pude aceleré a ese cruce para poner punto y final a esta historia. Mi hermano y mi madre, mis dos pilares en mi vida, no paraba de recordarlos mientras me acercaba a toda velocidad al cruce ignorando todas las señales de tráfico, no me importaban las multas, ya que moriría. Casi podía escuchar el tren acercarse. Tenía que acelerar más. Meto sexta, mi corazón se para.
-Lo siento- Dije entre sollozos al ver que mi final llegaba.
Lo que ocurrió más tarde fue mi condena. Ese final nunca llegó...
En cuestión de segundos volví en sí cuando noté su respiración junto a mi nuca. Agarró mi mano una vez más.
-Culpa, remordimiento, arrepentimiento... Todas esas palabras suenan a pasado. El pasado duele y dolerá por mucho tiempo. No sé a quién pretendemos engañar más que a nosotros mismos tratando de esconder nuestros caminos. No sé quién eras. Pero si sé quién eres ahora. Y también sé que todo esto está funcionando, somos capaces de escribir una nueva historia, construyendo así nuestros sueños y nuevos paraguas en los que cobijarnos cuando el cielo caiga. Eres capaz de hacerlo. Eres increíble.
-Hemos sido capaces -corregí -Somos increíbles.
Nuestras sonrisas y nuestros ojos hablaron por si solos. Me arrastró por las estrechas callejuelas hasta llegar al paseo, buscando instintivamente el banco mientras la tormenta amainaba y el cielo dejaba ver a "las brillantes incontables". Tras sentarnos y descansar levanté el brazo y tracé una línea de este a oeste.
-Pedí ayuda a mi hermano para salir de aquí. También le pedí que me perdonara por todo lo que le dije. Pero en el último momento apareciste tú, y pienso... ¿Quién necesita a una estúpida estrella? Podría haber superado esto yo solo en todo momento, pero necesitaba un último empujón. Ese empujón me lo brindaste tú. Gracias.
Naiara sonrió y me abrazó tan fuerte como nadie lo había hecho. Pasó la noche y seguimos riendo y hablando. Creando recuerdos. Recuerdos para la eternidad.
Llegó el amanecer y nos despedimos, como siempre. Entré a mi cuarto y me pregunté que acababa de pasar. ¿Qué habían sido esas miradas? ¿Me quería decir algo? ¿O era yo el que realmente necesitaba escucharlo? No importaba, necesitaba saber más de ella, necesitaba saber su historia. ¿Por qué se incluyó cuando me dio a entender que ella también estaba siendo capaz de superar su pasado?¿En que situación está realmente para acompañarme todas las noches?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.