6- Mi quinto cumpleaños.

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Pasaron las semanas y se iban acabando los temas de hablar. Temía que pudiera ocurrir el momento que llegó más tarde, el momento en el que me conociera realmente. Pero mientras tanto, pasábamos las noches charlando de nuestros sueños y gustos. Debatiendo y discutiendo. Riendo y llorando. Dejé de fumar gracias a ella. Me veía mejor gracias a ella. Le debía mucho, y lo mejor estaba por llegar.

-¡Ey Naia!, ya va haciendo menos frío por la noche, ¿verdad?-Le dije nada más verla.

-¡Cierto cierto!-Me dijo precipitada.

-Esto... ¿Estás bien? Te veo algo nerviosa.- Dije al ver su reacción.

-¿Yo? Estoy perfectamente.- Intentó disimular.

-¿Segura?...

-Está bien, toma.

Me entregó un regalo. Eran unos guantes nuevos. También sacó una tarta de debajo del banco y unos litros de cerveza.

-¡Feliz cumpleaños!

"Jajajajaja" reí.

-No te rías, que me he esforzado mucho.-Reaccionó ante mi carcajada.

-Estoy muy contento, vaya. -Le dije con una sonrisa de oreja a oreja- pero mi cumpleaños queda un poco lejos... ¿no crees?

-Espera, ¿cuándo es?

-El 29 de noviembre.

"Jajajajajaj" rió al saber su error.

-Bueno, esta tarta es para ti. No me acuerdo de la sensación al soplar las velas de mi cumpleaños por primera vez.

-Ya... -Dije algo confuso.

-¿Listo?

Encendió la vela y no pude raccionar. Quedé en shock al recordar mi quinto cumpleaños junto a mi hermano, el cual celebramos juntos ya que su cumpleaños era tan solo unos meses después que el mío. Volví a esa tarde lluviosa en el apartamento de mi hermano del 26 de noviembre del año anterior.

-Ha cogido la moto, iba hacia tu casa. -Me dijo Raúl, su compañero de piso.

Corrí hacia el coche y torpemente abrí la puerta, estrellándola en el bordillo de la acera. Arranqué el viejo motor del coche y me dirigí a la calle principal del pueblo, para ir más rápido de vuelta a mi piso. Grave error. Las lluvias habían producido un atasco terrible. Durante aquellos interminables minutos no podía parar de pensar en mi madre, en como pudo ocurrir. En que en ese momento estaban todos mis familiares en el hospital y yo estaba en un maldito atasco. Mi madre ha hecho sus veces de padre. Ha trabajado para criarnos. Nunca nos ha faltado comida ni dinero para estudiar gracias a ella. Cuando comencé a trabajar me llevé a mi hermano a mi actual piso y dejé a mi madre en su casa. Íbamos a visitarla casi todos los días hasta que cayó enferma. Parte del dinero del alquiler lo utilizábamos para los medicamentos de mamá y el que peor lo pasó fue mi hermano, el mismo que ahora me esta buscando entre los charcos de este asqueroso pueblo.

El atasco avanzó hasta que pude ver unas intermitentes luces naranjas al fondo. El causante del atasco no era la lluvia si no un accidente. Bajé la ventanilla y escuché a un guardia decir que retiraran la scooter de la carretera. Era mi hermano.

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