CAPÍTULO I

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No sabía en dónde estaba, no sabía de dónde venía, no sabía quién era. Desperté en un cuarto blanco, con pequeños muebles al lado de la cama y un pequeño sillón al otro lado, se estaba haciendo noche y hacía un poco de frío.

¿Qué estaba haciendo en un hospital? ¿Por qué me dolía todo?

Como pude, volteé la cara hacia el sillón, había un chico durmiendo. No lo reconocí, pero no parecía un vagabundo. Lo observé por varios minutos tratando de despertarlo con la mirada, pero no funcionaba.

- Oye - Dije con una voz débil y forzada. - Despierta ¿Quién eres? - Él comenzó a abrir sus ojos.
- ¿______? ¡estas despierta! no lo puedo creer ¿cómo te sientes? - Dijo abalanzándose hacia mí, tomando mi mano, sentí algo de temor, pero había dicho ______ ¿Era ese mi nombre?
- ¿Quién es ______? ¿Quién eres tú? - Respondí alterada, pero aún con la voz muy débil.
- ¿Que? - Dijo confundido. Se alejó de la cama y finalmente salió de la habitación, aún sin haber contestado mis preguntas.

Pasaron algunos minutos y entró de nuevo, ahora con compañía, ese debía ser el doctor; usaba una bata blanca y traía un aparato en el cuello.

- Ella no sabe quién soy. - Dijo el chico preocupado. Lo pude observar mejor de pie, no era muy alto; por lo menos no comparado con el doctor; moreno, y su par de lentes rojos cubrían unos grandes ojos, oscuros como su cabello.

El doctor se acercó a mí y me comenzó a revisar.

- Doctor ¿qué me pasa? No puedo recordar nada - Dije preocupada. Él solo guardó silencio.
- ¿Doctor? - Continuó el muchacho quien veía toda la escena desde un rincón.
- Escuchen, al parecer, el golpe provocó una pérdida de memoria. Voy a hacerle unos estudios para determinar qué tan grave es. - Dijo mientras anotaba algunas cosas en su tableta. - Debe descansar un poco, y - continuó hablándole al chico. - será mejor que no lleve impresiones fuertes. - Él asintió y el doctor salió de la habitación.

El muchacho se acercó y volvió a tomar mi mano.

- Tranquila, todo estará bien. - Dijo. Yo retiré la mano.
- ¿Quién eres? - Pregunté.
- Soy Piero y....
- ¿Te conozco? - Lo interrumpí.
- Sí. - Se quedó callado, lo miré con atención para que prosiguiera. Veo que una lágrima resbala en su mejilla, la seca. - Soy tu novio. - Dijo mirándome a los ojos. Y ahora... ¿qué debía decir?
- Lo siento. - Me disculpé por no recordarlo.
- Tú no tienes la culpa de nada. - Respondió tomando mi mano de nuevo, esta vez yo no la retiré.
- ¿Puedes decirme quién soy? ¿Cómo llegué aquí? - Dije apenada.
- Eres ______, tienes 20 años, tuviste un accidente de auto hace algunos meses y por eso estás aquí.
- ¿Algunos meses? - Asintió con la cabeza. - ¿Cuantos?
- Seis - ¡Seis meses!
- ¿Estuve seis meses dormida?
- Dormida no cariño, en coma - Respondió afectado. - Nos daban muy pocas esperanzas de que despertaras.
- Pero lo hice, no llores más. - Traté de tranquilizarlo, pero yo estaba en shock.

Escuchamos que la puerta se abrió lentamente y apareció una señora, era algo bajita y delgada. Me miró con impresión.

- ¡Hija, despertaste! - Dijo acercándose, estaba llorando, me abrazó y dijo algunas cosas que no puede entender. - ¿Cómo te sientes? - La miré fijamente, entró diciéndome "hija", ¡ella debía ser mi madre!
- Disculpe... - No supe que decir.
- ¿Qué pasa? ¿Piero, qué pasa? - Dijo preocupada.
- ¿No le dijo nada el doctor? - Ella dijo que no. - ______ no puede recordar nada, ella perdió la memoria. - Continuó apenado.

Me sentía tan mal al verlos así. Claro que no los conocía, pero, de cierta manera, me afectaba.

La señora comenzó a llorar otra vez.
- Lo lamento mucho, hija mía. - Dijo entre sollozos. - Pero, aquí estoy contigo, saldremos adelante. - Continuó. No lo soporté más y dejé que las lágrimas salieran.

Mi madre me abrazaba de la cabeza y Piero apretaba mi mano.

Una enfermera entró a la habitación y les ordenó salir, dijo que yo debía descansar, pero había dormido por mucho tiempo, no quería descansar, quería saber más de mi vida, la cual había perdido seis meses atrás.

Mi madre prometió que mañana entraría a verme otra vez y salió. Me tranquilizaba saber que ella podría decirme más sobre mí.

- Hasta mañana. - Se despidió Piero con seriedad, se acercó y me dio un pequeño beso en la frente. - Aquí estaré cuando despiertes. - Sonrió
- Oye - Dije capturando su atención. - Fue un placer conocerte. - Nos sonreímos el uno al otro.

Me quedé sola, la enfermera solo entró a cambiar algunas cosas y se fue también. Estaba muy inquieta, me dolía la espalda y tenía una fuerte jaqueca, sentía la necesidad de moverme, pero el malestar no me lo permitía. Tal vez la enfermera tenía razón y necesitaba descansar.

[PAUSADA] Más Allá De Todo (Piero Barone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora