Capítulo XV

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Maureen

Terminé la llamada y llevé el teléfono hasta mi pecho. Sonreí por inercia, embobada. No podía creer que aún se acordara de mí y mucho menos que quisiera salir conmigo. Pegué un pequeño saltito de emoción.

Escuché una sonora y peculiar risa detrás de mí. No hacía falta voltear a ver para saber de quién se trataba. Alcé una ceja para mirarlo con atención. Llevaba en su rostro una perfecta sonrisa.

-Veo que te diviertes con Krystal. Ya la traes loca -le dije sin poder borrar esa absurda sonrisa de mi rostro.
-Qué puedo decir, las chicas no pueden resistirse a esto -hizo haciendo alusión a su físico. Rodé los ojos.
-No eres más que palabras, Kim -aseguré.
-¿A qué te refieres?
-A las chicas como ella, les gustan los tipos como tú. Los tipos como tú dicen de más y hacen de menos. Una palabra bonita, un halago y ya la tienes servida en tu cama.
-¿Y qué hay de las chicas como tú? ¿Qué clase de tipos les gustan? -preguntó frunciendo el entrecejo.
-Las chicas como yo prefieren un tipo con el que puedan hablar, con el que puedan ser una misma. Un tipo con el cuál poder pasar un buen rato, divertirse. ¿Cómo hacernos felices? Simple, una canción, un chocolate, quizá dos, un paseo juntos y que pase lo que tenga que pasar. Me gustan las sorpresas. Y tú eres tan, tan predecible -sentencié.

Kai me miró de un extraño modo, para luego hacer con sus labios una mueca. Ignoré su mirada y le dediqué una grata sonrisa. En un movimiento brusco despeinó mi cabello y se sentó a mi lado.

-¿Y a qué se debe esa sonrisa boba en tu rostro? -dijo tragando saliva.
-Oh, bueno. Tal vez, alguien extremadamente sexy me invitó a salir -contesté mostrando mi inmensa felicidad con una sonrisa de oreja a oreja.
-No es cierto, no te invité a salir. Aún -siguió él con un tono de confusión. Luego soltó una risita. Revoleé mis ojos y reí.
-¿Recuerdas la fiesta de Krystal? -pregunté, él asintió- Bueno, digamos que conocí a un muchacho muy apuesto y ¡me invitó a salir! Saldremos el viernes, aún no puedo creer que él...
-¿Quién es? -interrumpió con su voz grave. Ésta vez, sonó mucho más potente.
-JungKook, Jeong JungKook -contesté, algo así como hipnotizada. Hasta su nombre era lindo.

Kai me observó, estático, durante unos segundos. Rápidamente desvió su vista de mí y cambió el tema de la conversación. Como si no le interesara en absoluto lo que yo hiciera o dejara de hacer. Le resté importancia encogiéndome de hombros al ver su indiferente actitud, era algo típico de él.

Mientras tanto, Krystal se encontraba tumbada en el sofá, durmiendo. Una mueca rota se dibujó en mi rostro. Otra vez esos dolorosos pensamientos volvían a mi cabeza, me sentía traicionada por mi padre. No dejaba de preguntarme si mi madre estaba enterada de todo esto. No soportaba el hecho de pensar que él tenía otra familia. Me dejé caer en el suelo, con los ojos húmedos.

Kai se sentó junto a mí. Y me observó durante unos instantes, cómo pensando qué hacer.

-No me mires así -le pedí- No quiero tu compasión.
-No me gusta verte así, es todo -dijo sonriendo débilmente.

Antes de que pudiera contestar algo, una lágrima recorrió mi mejilla. Kai, sin poder hacer algo más, comenzó a hacer cosquillas sobre mi vientre. Una carcajada salió de mi boca. Las lágrimas ahora eran de risa.

-Ya, ya, ¡para! -dije sin poder dejar de reír.
-Estaba buscando esa risa, ¡la encontré, ya! -exclamó.

Siempre encontraba una manera de hacerme reír. Luego de aquella escena, pasamos horas y horas hablando, sin siquiera notar el paso del tiempo.

Otra vez, los malos pensamientos desaparecieron, al menos por esos momentos. ¿Qué tienes, Kim, qué siempre logras hacer que olvide todo lo demás?

 ¿Qué tienes, Kim, qué siempre logras hacer que olvide todo lo demás?

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