Capítulo XIX

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Maureen

Él me miraba y parecía que sus electrizantes ojos negros se agrandaban. Jamás lo había visto de ese modo, observándome tan sincero. Escuché que había susurrado algo, pero debido a mi poca atención no pude entender exactamente lo que decía.

-¿Qué?
-¿Qué de qué? -dijo algo nervioso.
-Dijiste algo -musité entre pequeñas risas.

Kai se mordió el labio inferior, desviando su vista de mí. Parecía estar nervioso, lo que me causaba ternura y risa. Sonreí. Él tomó una bocanada de aire y por fin habló.

-Escucha, Maureen. Eres una chica increíble, quizá, la chica más increíble que jamás conocí en mi vida. Y estoy seguro de que un día conocerás a alguien que te ame por quién eres, y aunque tenga miles de opciones además de ti, tú vas a ser la mejor -me dijo. Mientras hablaba, una sonrisa se dibujaba en su rostro. Pude notar como sus mejillas tomaron apenas un color carmín.

Un cosquilleo recorrió mi cuerpo. No podía creer que aquellas palabras habían salido de la boca de Kai. Tenía ganas de abrazarlo. Estaba siendo tan malditamente adorable.

-Me sorprende, Kim -dije apretando sus mejillas, haciendo que se fastidiara.

Me miró fulminante, y luego se echó a reír a carcajadas, mientras corría tras de mí, jugando a "Atrápame si puedes". Comencé a correr de un lado a otro, riendo. Cada tanto, giraba a verlo. Su cabello despeinado se movía al mismo ritmo en el que corría. Al lado de su perfecta sonrisa, sus comisuras formaban esos peculiares hoyuelos.

Casi sin darme cuenta, caí al lago. Mal intento de escaparme de Kai. Escuché una carcajada potente de su parte. Sin dudarlo me levanté rápidamente y salí del agua. Me acerqué a él, y éste ni siquiera intentó tomar distancia. Lo abracé por la cintura, pegando mi mojado cuerpo al suyo. Era cálido, podría quedarme así por horas. Trató de zafarse de mi agarre, pero era tarde, ya estaba tumbado junto a mí en lo pando del lago. Pensé que se enojaría, pero para mí sorpresa él reía sin parar, y yo hacía lo mismo.

Hacía frío. Si no fuera así, podríamos haber permanecido por horas en el agua. Nos sentamos en la orilla del lago, ambos teníamos la respiración agitada.

-Tengo frío -bufé- Es tu culpa -reí, divertida.
-Tú te caíste sola, gatita -dijo para luego rodearme con sus brazos.

No me esperaba ese gesto de su parte. Aunque también estaba mojado, sentí cierto calor apoderarse de mi cuerpo cuando me abrazó. Puse mi cabeza en su pecho y mis ojos se cerraron involuntariamente. Él acomodó su barbilla sobre mi cabeza.

Sorpresivamente, se separó apenas de mí, haciendo que nuestras miradas se encontraran. Sus ojos negros me intimidaban de tal forma que quería salir corriendo de allí, pero al mismo tiempo, me era imposible, su mirada tenía un imán a la mía. Sentí su agitada respiración tan cerca de mí que llegaba como un viento cálido a mi rostro. Kai acarició mi mejilla, haciendo que me estremeciera por completo. Yo lo miraba confusa, sin poder entender a qué quería llegar.

Con lentitud, iba tomando más cercanía de mí. Y entonces sentí unos suaves labios rozar los míos. Tragué saliva. Se separó un poco de mí, para mirarme a los ojos y luego volver a cerrarlos. Otra vez sus húmedos labios bailaban sobre los míos. Sin querer, me estaba dejando llevar.

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