José.
-¿Curso de artes plásticas?¿No irás a la universidad por un curso de artes plásticas?- me pregunta mi madre molesta.
-Sí, curso de artes plásticas y no, no voy a la universidad porque no quiero, el curso de artes plásticas me lo sugirió Jazz cuando le dije que no planeaba estudiar- le contesto apagando el televisor. Siento que esto va para largo.
Ella suspira cansada y me ve molesta, pone sus manos en su cadera, genial, esto si va para largo.
-Tú debes estudiar para ser un respetable...
-Doctor y seguir tus pasos al igual que Jazz siguió los pasos de mi padre- la interrumpo de mal humor-. La medicina nunca ha sido lo mío y lo sabes.
-José...- inicia en tono dulce.
-No quiero pasar doce años de mi vida estudiando para ejercer una profesión que no me llena por dentro- replico interrumpiéndola de nuevo, me estoy ganando una cachetada, yo lo sé.
-No es eso, hijo- me dice en tono dulce, sorprendiéndome.
-¿Entonces qué es?- le pregunto curioso, esta mujer dulce no es mi madre, la madre que yo conozco ya estaría jalando de mi oreja mientras me sermonea sobre lo honrado y respetable que es ser un doctor.
-Es solo... Tú no tienes talento para las artes- me dice mi madre y me levanto del sillón indignado y me dirijo a las escaleras.
-Oh.- Me siento tan ofendido en este momento.
Llego a mi cuarto y agarro el cuadro que había pintado para el cumpleaños de mi madre, bajo las escaleras y lo pongo sobre el sillón casi restregandoselo en la cara, ella ve el cuadro maravillada pero luego su expresión se endurece.
-No me gusta- me dice firme pero la punta de su labio tiembla.
-¡Mientes! ¿Por qué mientes?- pregunto confundido.
Me siento en el sillón cruzándome de brazos como el adolescente inmaduro de dieciocho años que soy, mi madre se sienta a mi lado con una expresión preocupada.
-Bien, ¿no quieres estudiar? Me parece perfecto. Levantate de ese sillón y consigue un empleo- me dice ella con los brazos cruzados en tono autoritario.
-Te gané, ya tengo un empleo - le digo sonriendo.
-¿En qué?
-Aproveché el curso de enfermería que me hiciste tomar y trabajo como asistente en una clínica particular.- Mi madre arquea una una ceja extrañada.- Soy recepcionista, pero aún así, estoy capacitado para ayudar.
-Trato de entenderte. Pero no puedo- me dice ella-. ¿No quieres estudiar medicina pero si trabajar en una clínica?
Suspiro en derrota antes de responder. -Mi jefa es la madre de Óscar, él le pidió el favor a su madre porque necesitaba un empleo urgente ya que dudo que sigas pagando mis gastos.
-De hecho, empezaré a cobrarte alquiler- me dice ella firme y le sonrió de lado.
-No podía esperar menos de ti, adorada madre- le respondo y ella me ve a los ojos buscando el sarcasmo en mi voz.
Mi madre sale de la sala, suspiro cansado, cuento hasta tres y ella regresa a la habitación por su cuadro para después irse sin decirme ninguna palabra.
Ay esta madre que me tocó.
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Solo dame una razón
Teen FictionDespues de un internado en un hospital y un retiro religioso después de su intento de suicidio Valeria López sabe lo que quiere: Morir. José Pérez, por su parte, no sabe que hacer con su vida, viviendo en la sombra de su hermana perfecta, él lo únic...