CAPÍTULO VEINTICINCO

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Hacía más de una hora que Cristián se había ido a buscar a su hermana y todavía no había regresado, ni solo, ni acompañado. ¿Qué estaba pasando?, se preguntó Elena, que estaba muy nerviosa e impaciente por saber que era lo que les entretenían a ambos.

Finalmente les pidió a Samuel y Ángela que la llevaran de regreso a la mansión de John para saber de una vez por todas que estaba ocurriendo. Pero antes de partir, se acercó al Gobernador Eric, que para festejar el enlace entre John y Noemi, estaba bailando una canción lenta con su esposa Carla.

Los demás invitados disfrutaban de la fiesta, ajenos a lo que estaba pasando. En cuanto le comentó que era lo que la tenía tan preocupada, Eric no dudó en prestarle unos cuantos de sus hombretones para que los acompañaran y le exigió que si había algún problema, que no dudara en llamarlo.

—Estaré toda la noche pendiente de vuestra búsqueda, con cualquier novedad avisadme —le dijo a Elena, mientras la miraba a ella y luego a Samuel—. Tráeme a Cristián y a su hermana de vuelta, ¿entendido?

El vampiro asintió con la cabeza y después de despedirse del Gobernador, encaminó la salida del edificio para comenzar con la expedición. Todos ellos, que con los gorilas de Eric sumaban diez individuos, salieron del inmueble y montaron en dos coches, con rumbo a la mansión de John.

Nada más detener los coches, Samuel percibió algo extraño y les pidió a las mujeres que permanecieran dentro del vehículo junto con un par de vampiros que se quedaron montando guardia.

Como una bala, entró acompañado del resto del grupo y se pusieron a rastrear la zona.

Pocos minutos después les contó todo lo que había descubierto, lo del posible ataque a Micaela y su posterior secuestro. También les comentó que Cristián había estado recientemente allí.

—¿Y ahora qué vamos ha hacer? —preguntó con ansiedad, mientras devoraba las pocas uñas que aún le quedaba en los dedos—. ¿Crees que Cristián está también en peligro?

—Cristián es un guerrero, el mejor guardaespaldas que tiene Eric en plantilla, sabe cuidarse muy bien él solito. Seguro que tiene controlada la situación.

—Pero...¿Y si te equivocas?

Samuel no sabía qué responder a eso, la verdad era que no tenía muy claro que era exactamente lo que estaba ocurriendo allí.

—No pienses en eso ahora, vamos a seguir su rastro y pronto daremos con él.

—¿Y qué pasa con su hermana?

—Esperemos que Cristián sepa algo sobre eso... Ahora, uno de estos chicos os va a llevar de regreso a la mansión de Eric, allí estaréis seguras...

—¿Y qué vas a hacer tú? —le preguntó una ansiosa Ángela que parecía haberse contagiado de la nerviosidad de su amiga.

Se preocupaba por su pareja, no quería que acabara también desaparecido.

—Yo me iré con el resto del grupo a intentar localizarlos. No os preocupéis, antes de que salga el sol estaremos de regreso... Y espero que para entonces seamos dos más...

Y realmente esperaba eso, ya bastante bajas habían tenido hacía dos noches atrás, cuando se produjo el enfrentamiento con los Renegados.

Sin perder más el tiempo, le indicó a uno de aquellos hombres que parecían más unos robustos armarios que personas, que condujera de regreso con las chicas al amparo y bajo el cobijo del Gobernador.

Él y los otros siete vampiros tenían trabajo pendiente y les urgía apresurarse lo antes posible, antes que el olor residual desapareciera con el rocío de la noche.

Saga La Era De Los Vampiros Libro III: Amante CautivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora